Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional
La crisis de las instituciones, ya sean políticas o religiosas, sociales o culturales, es un tema que no ha estado al margen del análisis desde hace ya varias décadas.
Es así como el Papa Benedicto XVI, también conocido como el Papa Ratzinger, intelectual y teólogo, uno de los más importantes del siglo XX y de las dos primeras décadas del siglo XXI, sostuvo una interesante parábola para referirse a la crisis que atraviesa la Iglesia Católica y lo hizo en un texto titulado “Introducción al Cristianismo” escrito en el año 1968, basado en charlas realizadas por él en la Universidad de Tubinga el año 1967. El libro se enfoca en la explicación de la fe cristiana, para lo cual se basa en la estructura del Credo de los Apóstoles y lo hace magistralmente tomando como base la parábola del escritor y filósofo danés Soren Kierkegaard, quien la ha escrito para reflejar la dificultad de transmitir mensajes trascendentes.
El relato crea una analogía cuyo fin primero se basa en representar la situación actual de la fe cristiana, por medio de la imagen de un teólogo representado a un payaso: El Sumo.
El Pontífice lo que hizo fue buscar el estigma que poco a poco se ha ido forjando hacia todo aquello que tiene que ver con el cristianismo. A medida que avanza la historia avanza también la incredulidad de las personas, todo lo cual es consecuencia de los problemas sociales, políticos y económicos en los cuales se ha visto envuelta la iglesia
Para Ratzinger no era el payaso el que siempre bromea, él sostiene que la imagen de la iglesia no proviene de las estructuras vaticanas, sino por el contrario, de los buenos actos y son aquellos los que buscan ayudar a las personas.
La conclusión del Papa es que la dificultad para hablar de la fe cristiana, a medida que va pasando el tiempo, se puede interpretar usando la parábola del filósofo danés, un medio directo de pérdida de la confianza en la fe por parte de la humanidad especialmente por la juventud. Se ha perdido el mensajero y por tanto el mensaje.
Con su meridiana claridad conceptual, Ratzinger nos entrega un ejemplo elocuente de lo que hoy ocurre en el mundo político y particularmente aplicado al conglomerado político que nos gobierna y especialmente a Boric, presidente, se le aplica sin duda la famosa parábola danesa.
Para que todos entiendan el significado de dicha creación literaria expresada en una parábola, contaré de que se trata y de seguro Ud. estimado lector no demorará ni un segundo en hacer la asociación correspondiente: Trata de un circo ambulante que sufre un incendio. El director, en pánico, ordena a su empleado más veloz que vaya a pedir auxilio. El empleado resulta ser un payaso, vestido para salir a escena. El payaso llega al pueblo más cercano grita, ruega, implora: solo consigue carcajadas. Los vecinos ven a un payaso, no a un hombre desesperado. Nadie consigue superar la incongruencia entre el mensaje y el emisor. Y el circo arde por completo.
Así está Chile, esta parábola representa fielmente el grado de credibilidad del pueblo con el gobierno que ha elegido. Al Payaso, por mucho que grite y se enoje, nadie le cree. No es el indicado para solucionar los problemas, él solo tiene credibilidad cuando sus disparates hacen reír o llorar a la gente.
En nuestro patético caso, el circo que se está incendiando tiene abundancia de payasos, un par de contorsionistas y sobre todo hay magos, mimos, equilibristas, incluso malabaristas y una domadora que por medio de la cancelación pretende tener dominio escénico. Todos sin talento, quedando el circo convertido no en un espectáculo integrado, sino en una chapuza pobre que intentan llevarla al pináculo de los espectáculos de calidad, llamado refundación circense.
Durante el año transcurrido desde la puesta en escena del circo en cuestión, el Toni es el que más números ha realizado y cada vez con más rechazo del público. Es que su mensaje no es un acierto comunicacional, lleno de frases hechas y poses de intelectual de pacotilla, no ha pasado de ser un paradigma teórico/ideológico, en que insiste en lo que persigue y es tal su desenfoque que incluso se pierde en el libreto, quedando espacios en blanco, mirando con los ojos vacíos en la desesperación de su incapacidad.
Razón tenía el danés cuando escribió esta parábola sin saber siquiera que un famoso Papa la utilizaría para explicar la pérdida de la fe por los errores de la estructura o cuando ella se asienta en ideologías perversas que pretenden refundar un país con historia y valores arraigados en un pueblo valiente y honesto, trabajador y serio
La credibilidad está en crisis y mal podremos volver a creer si quienes la pretenden devolver han sido toda la vida payasos de la política, representando no más del 3% de la población que se siente identificada con los 16 circos que compiten.
Conquistar la credibilidad del 97% del país no será posible, ya que esta enorme población electoral sabrá usar la oportunidad rechazando todo lo que los payasos intentan comunicar y hacer con el ilegal proceso constitucional.
Aunque grite, llore e implore, al Payaso nadie le creerá.
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