Gonzalo Rojas
"A Evópoli se le presentará ese tan antiguo dilema: si me quitan a Lavín, me matan y si me lo dejan, me muero".
Son múltiples las razones por las que ha sido lenta la evolución hacia esas tres clarificadoras referencias: los personalismos; las historias ya consolidadas de liberales en RN y la UDI; la insuficiente organización de quienes han abandonado la DC; la decisión pendiente del kastismo para transformar Acción Republicana en partido político; la atomización de los liberales en más de tres grupos distintos, etcétera.
Pero todo indica que las próximas presidenciales harán decantar las posiciones como nunca antes.
RN podría tener que aceptar que Ossandón -autoproclamado socialcristiano- fuese su mejor carta, lo que quizás implicaría la salida de sus liberales (ya lo hicieron antes, a través de Amplitud), y un acercamiento de Renovación con tantos ex DC. En paralelo, una u otra UDI (dependiendo de su nueva presidencia) sufrirá durante todo 2019 fugas hacia Acción Republicana o hacia Evópoli, pero sobre todo esa decantación se producirá si Joaquín Lavín es su candidato presidencial en 2021 (la CEP sigue cautivando y encumbrando nombres, a pesar de sus errores garrafales de hace apenas un año). En efecto, la percepción que muchísimos votantes UDI tienen del alcalde de Las Condes es hoy muy distinta de la que los llevó a apoyarlo 20 años atrás.
La situación de Evópoli es paradojal. Por una parte, juega con la bien ganada ventaja de ser la cabeza de ese polo liberal que aún está en formación y que todavía no cuenta con unidad. Esa circunstancia le sirve a su favor: puede conducir. Pero, por otra parte, Evópoli verá cómo, el mismísimo Joaquín Lavín, el "más Evópoli de todos los evópolis", pasa por encima de la candidatura presidencial de su senador por La Araucanía, sin que el joven partido pueda hacer nada para detener el triunfo lavinista en la primaria del sector. Lavín contará con el apoyo del Gobierno si se mantiene como el mejor evaluado, una vez más la UDI institucional creerá en él -perdón, hará como que cree en él- y los mismos partidarios de Evópoli lo reconocerán como un peso pesado para enfrentar a la izquierda en la primera vuelta.
Lavín: nadie como él encarna el concepto de "evolución política"; nadie como él puede lograr que por fin los liberales tengan capacidad de atraer a ciertas izquierdas a las que les importa mucho más la autonomía personal que la igualdad diseñada por el Estado. Bien los ha descrito el presidente de Evópoli: "aquellos que son socialdemócratas, esos liberales de centroizquierda, aquellos que creyeron profundamente en la obra de la Concertación...". El bacheletismo aliancista, en otras palabras.
A Evópoli se le presentará, por lo tanto, ese tan antiguo dilema: si me quitan a Lavín, me matan (es quien mejor encarna el estilo de los jóvenes liberales y quien mejor los puede llevar al gobierno) y si me lo dejan, me muero (el alcalde de Las Condes derrotará sin problemas al senador por La Araucanía en las primarias, postergando por segunda vez su opción).
En el medio de esa disyuntiva sin solución para el partido de los liberales suenan algo extrañas las palabras de su presidente: "Para Evópoli, la política es un espacio democrático y no un ejercicio mesiánico".
Ténganlo presente los liberales: la encuesta CEP les seguirá mostrando al mesías; en ese sondeo, el mesías es liberal, pero de la UDI; y les dirán que el mesías existe, pero que no es de Evópoli.
.