Gonzalo Rojas
"Lo que más decisivamente explica la necesidad del PC de levantar una candidatura presidencial es la existencia del Frente Amplio".
En efecto, de Luis Emilio Recabarren a Ramona Parra, de ella a Gladys Marín y a los frentistas, y de quienes asesinaron a los escoltas del presidente Pinochet y a Guzmán, hasta Vallejo y Cariola, los comunistas han jugado en una cancha bien definida: partido de nicho, activa presencia visible, alianzas amplias (excepto durante unos pocos años de sus comienzos) y persistente eliminación de sus izquierdas.
Por eso, la más importante decisión del PC para los próximos años, anunciada por su presidente, el diputado Teillier, se inserta perfectamente en aquel cuadrado: llevarán candidato presidencial en primarias, sí o sí. "Queremos competir", ha dicho Teillier.
Hoy, los comunistas tienen un nicho de categoría: lograron en pocos años pasar de la nada en representación parlamentaria a tener ocho diputados; sus alcaldías son importantes (Recoleta, el ícono) y las presidencias gremiales que conservan potencian sus liderazgos. Se suma el último reducto conquistado por la Jota: el cargo de consejero superior estudiantil en la PUC. Para ampliar la representación municipal y parlamentaria (ya llegará el primer senador), un candidato presidencial en campaña recorriendo comuna por comuna, distrito por distrito, acompañado de todos los esbirros del PC, será un formidable tirabuzón.
La visibilidad, en parte perdida al no contar ya con Barraza y Pascual en cargos ministeriales, al difuminarse el halo de Vallejo y al haber perdido el parafernálico Colegio de Profesores y varias federaciones de estudiantes, puede ser también recuperada con una carismática candidatura femenina a la presidencia. Igual Pascual.
Y una vez derrotada la postulación comunista en primarias -vaya uno a saber qué otros competidores habrá en esa contienda, pero sin duda el eje PS-PPD llevará las de ganar-, el caudal de votos obtenidos en virtud de la disciplina que los caracteriza se pondrá sobre la mesa, se negociará el programa (¡cómo ama el PC los programas!), se transarán las listas de las candidaturas parlamentarias y, sobre todo, se recompondrá así, con vistas a la reconquista del poder, la añorada alianza que hoy los comunistas miran con nostalgia.
Pero lo que más decisivamente explica la necesidad del PC de levantar una candidatura presidencial es la existencia del Frente Amplio. A los miristas los combatieron "en la dura" a comienzos de los 70 -muertos incluidos-, pero con un conglomerado que hoy lo duplica largamente en diputados, el PC opta por jugársela "por la vía institucional", es decir, ofreciéndole a parte importante del electorado frenteamplista una candidatura de verdad -o sea, de alguien con real experiencia política y apoyado por una orgánica probadamente eficaz- que no solo atraiga votación popular, sino también respaldo de parlamentarios hoy incardinados en algunas de las infinitas agrupaciones y subdivisiones del Frente Amplio. "Antes estábamos solos, ahora no; creo que estamos más acompañados", ha dicho Teillier, refiriéndose a ellos. Vengan, niños; vengan donde papá.
Radicales y democristianos han reaccionado con molestia por el modo en que los trató Teillier. Eso no viene al caso. Y mucho menos que le recomienden al diputado comunista que se preocupe de su partido. Gracioso: si alguien sabe qué hacer con lo propio, son los comunistas.
Es justo al revés: opositores todos, preocúpense de verdad de lo que intentará el PC con ustedes: sabe más.
Lo que más decisivamente explica la necesidad del PC de levantar una candidatura presidencial es la existencia del Frente Amplio.
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