Cristián Labbé Galilea


En estos días se escucha con frecuencia el criollo modismo “Nos habrán visto las canillas”, como una reacción instantánea al tratar de descifrar -o calificar- las últimas iniciativas con las que el gobierno ha buscado “embolinarle la perdiz” a la opinión pública, para distraerla de la escandalosa corruptela oficialista, y del malogrado escenario político y económico que estamos viviendo.

Todos los días aparecen montajes odiosos y rebuscados para: instalar el tema de los 50 años del 73 -tema que a muy pocos le interesa-; dar señales de gobernabilidad y de responsabilidad económica -aspectos sobre los cuales ya nadie les cree-, o; simplemente para copar los medios de comunicación, evitando que los titulares den cuenta de nuestra preocupante realidad.

Un buen ejemplo es la forzada parafernalia que montó el gobierno para anunciar el “Pacto Fiscal”, con el que intenta reactivar la economía y recaudar recursos para llenar las arcas fiscales.

¿Creyeron “los creativos” que un punto de prensa en un cité sería un golpe a la sensibilidad del ciudadano común? “Crassus errare” (craso error) -imperdonable y grave-: la reacción fue instantánea. Si lo que se buscaba era impactar, ¿por qué no se hizo donde la noche anterior habían sido quemadas una iglesia, una escuela y una ambulancia, o en un escenario que tuviera como fondo una toma o un campamento…?

Todo fingido; el cité es una hipocresía, y el “pacto fiscal” una falsedad. Un pacto es un convenio entre dos o más partes que “se comprometen a ejecutar ciertas acciones”; en este caso, fuera del oficialismo no existe otro actor … y si algo se puede decir al respecto es que, por parte del empresariado y la oposición, no se vislumbra intención alguna de suscribir dicho pacto.

Es razonable entonces que los políticos (esos que representan los principios y valores de la Sociedad Libre) y el sector privado -grandes y chicos- se pregunten si, con este pacto unilateral, “no les estarán viendo las canillas”, toda vez que ellos -políticos y empresarios- han mostrado reiteradamente su preocupación por el estancamiento que presenta la economía, y por las erráticas señales que ha dado el gobierno en cuanto a sus reales intenciones de “cambiar de raíz” el actual sistema económico.

Las casi nulas medidas destinadas a incentivar el crecimiento, y un marcado sesgo por aumentar los recursos fiscales agudizando las medidas recaudadoras, no son señales de una real intención por hacer más eficiente el uso de los recursos públicos, aspecto muy sensible en estos días en que se conocen transferencias “truchas” que se apartan de todo sentido social y de cualquier agenda procrecimiento económico.

Tal como le advirtió a esta observadora pluma un campechano contertulio… “lo que estamos viviendo es, además de odioso… absurdo, es como querer ’tomar chicha en una flauta‘: mientras no se le tapen los ’orificios‘ a tan noble instrumento, usted puede seguir intentando indefinidamente llenar la cánula, y nunca será suficiente “el líquido” (léase recursos públicos) porque este se escabullirá… por todas partes”.

.