Cristián Labbé Galilea


Después de tantas derrotas plebiscitarias -electorales y legislativas-, pifiadas públicas y toboganes fallidos, el gobierno no ha querido hacer una lectura correcta de tales acontecimientos; por eso insiste en la idea de instrumentalizar los 50 años del Pronunciamiento del 73, con la intención de reescribir la historia e instalar sus mensajes de odio, rencor y resentimiento. Asimismo, desconociendo que está sin piso político, el oficialismo ha convertido el “Día de los Patrimonios” (27 y 28 de Mayo) en una nutrida y sesgada agenda financiada con recursos públicos… lo que a varios pareciera importarles “un cuesco”.

Con esa misma orientación, los ministerios de Interior y de las Culturas han distribuido a todas las organizaciones públicas, nacionales y regionales, un documento fijando el relato oficial (léase verdad oficial) de lo sucedido el 73, con el explícito objetivo de “enmarcar y orientar el sentido de todas las actividades y proyectos que se desarrollen en el marco de esa conmemoración”… Increíble, por decir lo menos.

Para no ser menos, el Consejo de Monumentos Nacionales declaró (17 de mayo) “monumentos históricos” a ciertos lugares, como parte de “la memoria verdadera” de la intervención militar del 73, entre los cuales se encuentra el Regimiento N°23 del Ejercito (Copiapó, Región de Atacama) lo que, además de ser inaceptable, sorprendió a la Institución afectada, que se enteró de la decisión oficial por la prensa…

A decir verdad, se han venido sucediendo muchas situaciones con motivo de los 50 años del 73, inspiradas en el espíritu refundacional del gobierno, y que no han suscitado ninguna reacción contundente de parte de quienes tienen “el deber de representar” estas decisiones; ¿cómo pueden éstos no advertir que... “Perro que muerde una vez, vuelve a morder”?

Esa es la razón de porqué a la dignidad nacional “la han mordido tantas veces”, a vista y paciencia de las mismas instituciones políticas y civiles -empresarios, gremios, profesionales, intelectuales, periodistas, analistas- que, hace 50 años, pidieron la intervención de las Fuerzas Armadas, cuando el país estaba al borde de la guerra civil, porque la institucionalidad y el estado de derecho se habían desmoronado.

Para salir de este brete sólo hay un camino: hacerle saber al gobierno con valentía, firmeza y claridad que, si quiere rememorar esos infaustos días, debe hacerlo considerando causas y circunstancias, responsabilidades, acciones y omisiones… Sólo así la verdad histórica verá la luz, y aparecerán quienes fueron los responsables de arrastrar al país a tal encrucijada; así también saldrán de su “zona de confort” aquellos que, hasta ahora, se han hecho “los de las chacras”, en circunstancias que: “araron, sembraron y cosecharon” desde el 73 hasta ahora.

Por último, esta modesta pluma invita a sus adictos (por escasos que sean), y a todos aquellos que se han manifestado últimamente en las urnas, la calle y las redes sociales, a vencer la apatía vigorizando en sus corazones la verdad histórica, y celebrando sin temores, hipocresías ni disimulos, lo sucedido hace 50 años.

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