Cristián Warnken
“Sí, tiene razón el Presidente: el anticomunismo de muchos de nosotros a estas alturas es visceral: nace de una reacción muy íntima cuando los individuos sienten que puede estar en juego su sagrada libertad. Es casi un mecanismo de defensa a las pulsiones totalitarias, a las prácticas totalitarias (el asesinato por encargo, por ejemplo)”.
El Presidente de la República ha preferido centrar su atención -en uno de sus últimos posteos en X- en el anticomunismo visceral, que según él, hoy padecemos, a decir algo -un juicio moral, al menos, una señal de mínima empatía- sobre un crimen abyecto y siniestro a un disidente de la dictadura de Maduro, ocurrido en nuestro propio país.
Un asesinato precedido de una desaparición y cuyo móvil final está todavía lejos de ser esclarecido, pero que ha levantado voces de alerta, por el alto profesionalismo demostrado en el secuestro, sobre la posible presencia de la contrainteligencia venezolana en Chile.
Según nuestro Presidente, Chile no está enfermo de violencia, narcotráfico, ni está en riesgo su soberanía, no, el problema que de verdad le preocupa y desvela es el anticomunismo. Después de esa desafortunada declaración (una más a las que nos tiene ya acostumbrados), ni tonta ni perezosa, la vocera del Gobierno y militante del Partido Comunista ha acusado a quienes han osado criticar a su Partido, de “haberse quedado pegados en la Guerra Fría”.
Quienes -y somos muchos- vemos con preocupación los vínculos entre el Partido Comunista y Venezuela- seríamos anticomunistas viscerales pegados en la Guerra Fría: tomemos nota.
El Presidente se ha sumado a la vieja práctica del PC de hacerse la víctima, cuando es blanco de las legítimas críticas surgidas por sus acciones y gestos condescendientes con dictaduras de nuestro continente.
Y, como guinda de la torta, el embajador de Venezuela ha participado el pasado domingo en un acto conmemorativo del mismo Partido Comunista y sólo nos falta que este sea condecorado por un Partido que no ha dudado en hacerle venias a un régimen totalitario que ha provocado la peor catástrofe humanitaria de nuestro continente, con millones de venezolanos huyendo de la miseria y la tiranía.
Pero no, señores. Antes que preocuparse por la soberanía de Chile y de que en Chile se hagan desaparecer disidentes de dictaduras, lo que de verdad debe preocuparnos es el anticomunismo visceral. El Presidente debería saber que la inmensa mayoría de los chilenos padece hoy ese anticomunismo visceral y que ese anticomunismo visceral ayudó a que él mismo le ganara la primaria de su sector a un precandidato presidencial comunista. ¡Y hay que ver de lo que no hemos salvado gracias a ese anticomunismo visceral!
Qué bueno que un pueblo como el nuestro padezca de esa enfermedad contagiosa: si el pueblo venezolano o el pueblo cubano se hubieran enfermado de ella, no estarían hoy en el abismo en que están, reducidos a la indignidad, sin pan (en Cuba hoy día falta pan) y sin libertad. Porque el comunismo en nuestro continente ni siquiera ha podido ofrecer, al menos, el pan a cambio de la libertad, sino que le ha quitado ambas a los pueblos que, ilusos, se dejaron embrujar por las promesas de un paraíso en la tierra.
Cuesta creer que un Partido se enorgullezca de seguir llamándose Comunista, después de los millones de muertos, de los Gulags, después de Pol Pot, de Stalin, y también de Lenin y de Corea del Norte. Un Partido cuyos militantes gozan de todas las libertades y derechos propios de una democracia como la nuestra, derechos a los que no tienen derecho, en cambio, los ciudadanos que viven en Cuba, Nicaragua y Venezuela. No importa: ellos son ciudadanos de segunda.
Un Partido que enarbola la causa de los derechos humanos, pero para el cual no existen violaciones de derechos humanos en los países donde gobiernan sus dictadores “amigos”. No importa: las víctimas sólo están en un lado, el propio.
Cuando era niño, escuché este viejo dicho: “Cuando llueve en Moscú, los comunistas salen con paraguas a la calle”. Hoy debiera ser adaptado a los nuevos tiempos y decir: “Cuando el periódico Gramma (el único diario permitido en Cuba) da instrucciones estratégicas, el secretario general del Partido Comunista chileno sale a hacer declaraciones que riman con esas instrucciones estratégicas”.
Porque este es un Partido Comunista que se cubanizó y que también se chavizó. Y por eso la vulnerabilidad de Chile es hoy muy grande: tenemos un Partido de esas características, con fuerte presencia en el aparato del Estado, con cargos en el ministerio de Defensa, a cargo de la Educación, con asesores del Ministerio del Interior que viajan periódicamente a Cuba (¿de vacaciones o a reportarse al “Gran Hermano”?) o sea, al parecer: tenemos al enemigo adentro.
Este ha sido un Partido siempre dispuesto a tener un pie en la calle (y los dos si es necesario, como fue en octubre del 2019), un Partido para la cual la democracia no es el fin, sino el medio, un Partido que quiso deconstruir y refundar la nación chilena en una Convención en la que tuvo un rol protagónico, un Partido que privilegia sus intereses internacionales o bolivarianos por sobre los intereses de Chile, un Partido que tiene un ascendiente sobre el Presidente de la República que sorprende y preocupa (no sabemos bien si le teme o le admira), un Partido cuyo secretario general sale a decir “que no hay nada que diga que esto tiene que ver con una intromisión de Venezuela” cuando apenas se está en el comienzo de una investigación compleja. ¿No hay nada? ¿Acaso el dictador Maduro no ha ordenado ya antes secuestros a disidentes de su régimen, en otros países?
Como puede verse, este un Partido que sale a defender los intereses de Venezuela antes que el embajador de Venezuela. Un Partido que cultiva la impasividad y el desparpajo, según sea necesario a sus intereses. Que usa el lenguaje a su antojo como lo hacía Lenin, quien enseñó los secretos de la propaganda para instalar mentiras y ocultar verdades. Un Partido que funa y cancela a los que piensan distinto ahí donde tiene poder (universidades, sindicatos, etc.). Un Partido del que sabemos poco y debiéramos empezar a saber más, o caeremos en la ingenuidad de aquellas naciones que no estuvieron alerta cuando había que estarlo y se dieron cuenta de la trampa cuando ya era demasiado tarde.
Sí, tiene razón el Presidente: el anticomunismo de muchos de nosotros a estas alturas es visceral: nace de una reacción muy íntima cuando los individuos sienten que puede estar en juego su sagrada libertad. Es casi un mecanismo de defensa a las pulsiones totalitarias, a las prácticas totalitarias (el asesinato por encargo, por ejemplo), una reacción instintiva que surge en nosotros ante todo tipo de totalitarismos o fanatismos, fascistas, comunistas o de cualquier signo.
El asesinato del exteniente Ojeda ha levantado todas las alarmas y debiera activar nuestra inmunidad antitotalitaria. Eso es signo de sanidad republicana. El anticomunismo visceral tiene fundamentos en la realidad, no es una respuesta caprichosa y sectaria ante un Partido inocente, con impecables credenciales democráticas, no es una pataleta de derechistas intransigentes, significa que el país todavía guarda reservas morales y políticas.
¡Por eso, anticomunistas viscerales de Chile, uníos! Antes de que sea demasiado tarde.
Los saluda, Cristián Warnken.
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Freddy Blanc
Consejero Nacional PRCh
Son demasiadas las acciones truchas a nivel de instituciones nacionales. Al ciudadano no le alcanzan las neuronas como para lograr entender todo lo que está ocurriendo. Como un teléfono antiguo, no tenemos memoria suficiente para retener tanta brutalidad y con rincones tan intrincados. Es necesario eliminar los archivos más antiguos o los “no tan importantes”, para poder procesar, aunque sea a medias, la información del día cuando aún tratamos de digerir la de días anteriores. No hay forma de tener capacidad para retener todo y, menos aún, comprender lo que está ocurriendo, máxime si todo llega sesgado, desfigurado, modificado o, en el peor de los casos, declarado secreto de estado.
Pero vamos por parte.
Con el caso fundaciones comienza a diluirse la noticia y a modificarse el status de los involucrados. De hecho, quienes se encontraban con prisión preventiva ya se encuentran en casita, con arresto domiciliario total y, lo más importante (sarcasmo), con prohibición de salir al extranjero, como si viajar fuera para ellos una opción interesante sabiendo que no les saldrá ni por cura´o. Los únicos que ganarán plata serán los involucrados y sus abogados, mientras los trabajadores honestos ponen lucas tanto para el robo como para financiar con impuestos el Ministerio Público, Policías, Contraloría y demás estamentos. Un año se cumplirá muy pronto desde los primeros casos y ya quedaron en el olvido los dimes y diretes. Quizás lo único que perdure en el tiempo, la memoria y la retina es la compra de calzones por parte de una de las involucradas. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
Del caso Caval nunca más se supo, salvo las noticias que nos trae la prensa rosa, en que se ventilan temas familiares de la familia de la ex terrorista y ex Alta Comisionada de la ONU Michelle Bachelet y hoy pre candidata presidencial, su hijo Sebastián Dávalos y su nuera Natalia Compagnon, por la acusación de esta última por el no pago de pensiones de alimentos para los hijos de ambos. La verdad es que el caso Caval involucró también al gran empresario Andrónico Luksic y causó gran furor, pero será como siempre. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
A poco de iniciado el tema de los gigantescos robos a través de las fundaciones creadas para ese efecto por parte de Revolución Democrática, estalló con gran pompa el robo de los computadores desde el Ministerio de Desarrollo Social, liderado entonces por el protagonista menos protagonista de todos los tiempos, el ex Ministro y pareja, política, del Presidente de la República, Giorgio Jackson. Aparecieron los computadores en manos de una señora que no tenía idea de su origen, pero no aparecieron las boletas de garantía que, supuestamente, estaban en la caja de fondos del citado Ministerio, la cual apareció abierta y su interior absolutamente vacío. La investigación continúa, pero ya perdió presión y eso, a quienes investigan, les es extraordinariamente útil porque ya no es noticia. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
El escándalo paralelo desatado en la frustrada compra de la Clínica Sierra Bella por parte de la comunista Hirací Hassler, Alcaldesa de la comuna de Santiago, en cuyo proceso se descubrió una martingala que implicaba un sobreprecio de más del 300 por ciento en su costo, ha tenido tantas aristas como sean necesarias para entrampar todo, desde culpar a otros, desconocer firmas y negar hechos evidentes hasta encontrar la quinta pata del gato para frenar la investigación, dilatar y esperar otra noticia que deje esta atrás, muy conveniente para todos los involucrados. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
El caso Torrealba impactó a muchos ya que no todos los días se ve caer a un tronco. Aún con los hechos a la vista, el impacto mediático ocurre no tanto por el acto en sí, sino por la militancia del involucrado que, además, fue denunciado por su sucesor. Lo llamativo es que igual se encuentra en su casa luego de haber pagado una fianza al mejor estilo Trump, de más de 200 millones de pesos. En esa circunstancia el hombre permanecerá en su casa y la única consecuencia será que tiene algo menos de efectivo para sus gastos personales. Ya, convenientemente, bajó la presión de la noticia y hoy se suma a la larga lista de procesos abiertos. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
El caso de la transferencia multimillonaria del Gobernador Demócrata Cristiano Patricio Vallespín, en la región de Los Lagos, en el cual la citada autoridad transfirió la astronómica suma de 1.200 millones pesos a la Fundación Kimun, los que fueron desviados a otros fines relacionados con el Centro de Formación Técnica e Instituto Profesional Los Lagos, ha desembocado en que tanto Diego Ancalao como el Presidente de la Fundación se encontrarían en prisión preventiva por posible fraude. A pesar de todo el Gobernador Vallespín, responsable legal del destino de los recursos de todos, goza de excelente salud. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
El caso del juez comunista Urrutia y sus sonadas intervenciones tanto mediáticas como de hecho, tanto en el sistema judicial como en lo político, tanto en lo moral como en lo inmoral y en lo lógico como en lo ilógico, mantiene abierto el profundo rechazo que existe en la ciudadanía a confiar en el sistema judicial nacional. Son tantas las barbaridades, incomprensibles para nosotros el vulgo, que es difícil comprender cómo un poder del estado, destinado a aplicar justicia a través de lo correcto, cuyas resoluciones deben estar orientadas, básicamente, a satisfacer una verdadera necesidad ciudadana como lo es al menos la sensación de justicia y esperanza, mantenga impávido al citado personaje quien, además, se queja de haber sido víctima de amenazas que no avalo de ninguna manera pero, indudablemente, me lleva a pensar en las víctimas de esos narcoterroristas que él protege y que, a la luz de los acontecimientos, no tuvieron la oportunidad de que todo quedara en sólo una queja. Y pasan los días. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
Las 134 muertes confirmadas por el Instituto Médico Legal en el mega incendio de Viña del Mar, Quilpué y alrededores ha sido un trabajo arduo pero eficiente. En sólo unas semanas han identificado 127 cuerpos. Esa eficiencia se contrapone diametralmente con la identificación de las osamentas que desde hace décadas se encuentran en su poder. Hablamos de cuerpos de detenidos desaparecidos. Una tremenda incongruencia que resulta incomprensible si no se considera el oportunismo político, judicial y económico que diferencia un caso de otro. Los restos de muchos cuerpos yacen en diferentes dependencias y a nadie le importan. Lo claro es que cuando se quiere, se puede. En el caso de esos cuerpos sencillamente no se quiere, al menos por el momento. Los responsables de esa inacción, jueces, fiscales, parlamentarios, gobierno y un largo etcétera, esperan confiados en lo de siempre. Los hechos conocidos e investigados serán olvidados y archivados.
En resumen, las dantescas imágenes lograron opacar, y con razón, la relevante importancia de casos de corrupción en nuestro país. A los responsables les cayó como anillo al dedo ya que, de una u otra forma, logra desviar la atención a algo que, obviamente, causa mayor impacto emocional en los ciudadanos, por la empatía natural de la gente buena por los damnificados y que, indirectamente, los saca a ellos de las peligrosas pantallas mediáticas que los exponen.
Cuando para muchos un mega incendio resulta en una verdadera catástrofe, hay quienes no lo ven así. Corruptos, sinvergüenzas, fanáticos y descerebrados encuentran siempre la utilidad de un mega incendio.
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16 enero, 2024
por Mons. Fernando Chomali G.
El gran drama del siglo XXI es la pobreza espiritual de las personas, especialmente de los jóvenes y un gran sentimiento de soledad. Los jóvenes hoy se sienten solos, faltos de afectos y de oportunidades de sacar adelante una vida con dignidad.
El bullying pareciera ser una práctica más habitual de lo que creemos.
Se da en la escuela, se da en el trabajo, se da en la propia familia. Se da en la sociedad. Agobiados por el trato que le daban en el colegio, ha habido hasta suicidios. Ni hablar de las personas con depresión en los lugares de trabajo por este flagelo. Qué maldad, qué dolor, qué impotencia.
El bullying es un acto de cobardía dado que es una agresión de una o más persona en contra del más débil. Se le golpea y también se le humilla. Muchos jóvenes se avergüenzan de ser objeto de esta mala práctica y no lo rebelan. Lo que hace difícil a veces dimensionar el problema. En la empresa sucede lo mismo.
Es un acto de violencia, contrario a la razón y a las sanas normas de convivencia y que muchas veces se realiza a vista y paciencia de los mayores, que de cierta forma se hacen cómplices.
Quienes lo practican suelen tener una pobre imagen de sí mismos, muchas veces hasta odio, que lo proyectan en los más débiles, en los que no pueden defenderse.
Detrás de los actos de violencia se esconde una historia. Nadie es violento, agresivo, prepotente porque sí. Es tan fuerte el vínculo entre lo que somos y hacemos que agredir al otro es la muestra más patente del propio malestar que se experimenta.
(Lee también de monseñor Chomali: Del desarrollo económico al desarrollo integral)
En general, quienes abusan de los demás suelen ser personas, niños, jóvenes y adultos, faltos de amor, de comprensión y de sentirse parte de un proyecto social. Detrás de cada acto de violencia hay una gran desesperanza en cuanto a la posibilidad de salir de las frustraciones presentes.
Quienes practican el bullying no se sienten ni conformes ni felices consigo mismo; en el fondo es un acto no sólo de cobardía, sino que de rebeldía. Golpeando al otro, al más débil, con palabras y acciones en definitivo golpeo a la sociedad que rechazo.
El gran drama del siglo XXI es la pobreza espiritual de las personas, especialmente de los jóvenes y un gran sentimiento de soledad. Los jóvenes hoy se sienten solos, faltos de afectos y de oportunidades de sacar adelante una vida con dignidad, es decir una vida que les permita trabajar y formar una familia. Si miramos este siglo da la impresión que se acabaron los grandes relatos políticos que le den sentido a la vida de un joven y lo proyecte hacia un futuro mejor. Pareciera ser que el escepticismo frente a la vida y a un futuro mejor ha anestesiado el valor de la vida propia y ajena. La violencia se presenta como un escapismo o la triste manera de decirle a los demás que valgo, que soy alguien en la vida, que tengo poder.
Muchos golpeadores en el sentido amplio de la palabra han sido golpeados a su vez en algún momento de su vida.
Por otro lado, apreciamos un fenómeno nuevo y digno de estudiar. Son cada vez más las personas que sienten un gran desprecio por la autoridad, venga de donde venga, lo que hace poco creíble a quienes la ostentan, ya sea en el ámbito familiar, educacional, público, social y religioso. Este fenómeno empobrece la democracia. Muchos padres le temen a sus propios hijos y muchos profesores les temen a sus propios alumnos. Hoy, además, el personal de salud les teme a los pacientes.
Muchas veces la propia autoridad pública se siente amenazada por grupos que de múltiples formas ejercen violencia. Hemos visto cómo se ha increpado sin respeto alguno y públicamente a las más altas autoridades del país en actos oficiales.
No nos olvidemos que en Chile una joven fue felicitada por sus pares cuando le lanzó un jarro de agua a la ministra de Educación de entonces.
Lo que hasta hace poco era considerado una afrenta pública hoy para muchos es signo de valentía incluso digno de imitar.
El diálogo se ha empobrecido y la fuerza se ha convertido en el método de resolver los conflictos. La toma de la propiedad privada y pública se ha hecho habitual, así como la huelga de hambre como método de presión.
El valor de la vida y la dignidad de cada ser humano está cada vez más cuestionado.
Detrás de cada acto de violencia hay una historia, esa historia muchas veces proviene de una familia disarmónica dónde falta cariño, amor, comprensión y ternura. También es menester reconocer que genera mucha violencia interior las grandes diferencias sociales que aún persisten en nuestro país. Muchos jóvenes están desencantados de una sociedad que no logra generar las instancias que les permita mirar el futuro con optimismo.
¿Qué hacer? Sin duda alguna que la Iglesia tiene una gran responsabilidad a la hora de dar respuesta a esta pregunta. Y la respuesta es anunciar la verdad acerca del hombre revelada por quien es la Verdad, Jesucristo. Sólo él es capaz de convertir los corazones de piedra en corazones de carne. Y hacer que el odio, la violencia no sea la última palabra, sino que la vida, la vida verdadera que es amarse los unos a los otros como Él nos ha amado.
Dios es el fundamento de una conciencia recta que percibe con claridad que los conflictos, propios de la vida, se resuelven con el diálogo fecundo, con ser capaz de entregar lo mejor de sí y acoger lo mejor del otro. Y también lo es la familia. Ella es la gran educadora en los valores que animan una sociedad como el respeto por el otro, la auténtica tolerancia y sobre todo comprender la vida como un servicio.
El mismo Señor nos dijo que vino a servir y no a ser servido y eso vale para nosotros que hemos bebido de su enseñanza.
No sacamos nada con tener más inspectores, más tribunales, más castigos si no hay un proyecto de país que ayude a que el hombre le encuentre verdadero sentido a la vida y que tenga presente la dimensión trascendente de la existencia humana. Para ello, potenciar la presencia de Dios en la educación y en la familia es fundamental.
Creo, y lo digo con todo respeto, que el desarrollo económico sin la consideración del hombre como centro de éste nos puede llevar a tener calles iluminadas, parques hermosos, pero ciudadanos frustrados y carentes de lo único que nos importa y deseamos: amar y ser amados. Esta carencia se traduce tarde o temprano en actos de violencia, y cada vez a más temprana edad. Eso es lo que se ve. Y las encuestas lo confirman.
Fuente: https://ellibero.cl/tribuna/bullying/
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