Juan Pablo Zúñiga H.


La existencia de Chile dependía de la elección recién pasada y la orden era clara: defender la República. El llamado fue tal que la ciudadanía respondió como un solo bloque unido, como en los viejos tiempos, para recordarnos que, para un Chile unido, misión dada es misión cumplida. Este plebiscito histórico nos deja una serie de lecciones que analizo a continuación.

El que ahora será recordado en la historia como el “plebiscito de salida del 2022” o tal vez, “el plebiscito del 4 de septiembre” dejó un gran ganador: Chile. Si miramos en retrospectiva desde el 18 de octubre de 2019 hasta el 4 de septiembre del 2022, tenemos y debemos darnos cuenta de que no podemos dar por sentado que tenemos patria, una nación y con ello nuestra libertad. No podemos permitirnos una vez más dejarnos estar para luego esperar, literalmente, a que venga la caballería a salvarnos. Sí, las FFAA son garantes de la integridad de la República y han de entrar en acción en el día D, sin embargo, de nosotros depende defender a Chile cuando la patria nos llama y este 4 de septiembre demostramos que sí podemos sacar a Chile adelante.

Esta historia nos enseña que, como decía el Presidente de los EEUU, Ronald Reagan, la libertad es el bien más precioso y siempre se está a no más de una generación de ser perdida y, cuando se pierde, caramba que es difícil recuperarla. Reconozcámoslo: estuvimos a una elección -el plebiscito de salida- de la debacle total, de haber perdido nuestro país. Tenemos que tener claro que los mismos que casi revientan a Chile ya lo hicieron en el pasado al menos en 4 ocasiones en los últimos 100 años y no le quepa duda de que lo volverán a hacer. No podemos quedarnos dormidos en los laureles y esperar a que nos lleven otra vez al punto de quiebre donde podemos estar, nuevamente, a horas (sí, horas, porque eso es lo que fue el domingo 4 de Septiembre de 2022), de la destrucción.

Esta elección nos ha demostrado que cuando nos unimos como chilenos, podemos. El compromiso ahora es seguir adelante con este ímpetu. Cuando el rival está derrotado es cuando tenemos que sacar ventaja. En ese sentido, lo vivido en estos últimos meses quebró todos los paradigmas de la política tradicional de “derechas e izquierdas”. No por nada el rechazo -que fue marcado por la transversalidad y el carácter puramente ciudadano- fue caricaturizado por los anacrónicos movimientos radicales y el PC como “de derecha”. Pero cuidado. Este avance y gran cambio en el paradigma de la política nacional debe ser cuidado, reforzado y principalmente mantenido en estado de constante vigilancia y alerta.

Grandes comentaristas y teólogos del siglo XX y contemporáneos (J.K. Chesterton, C.S. Lewis, Peter Kreeft, John Pieper, etc.) coinciden en la misma advertencia: la gran trampa del demonio es hacer creer que él no existe. Lo mismo podemos decir del Partido Comunista y sus múltiples brazos de acción violenta urbana y rural junto con sus tentáculos en grupos anarquistas, cuya inspiración es intrínsecamente demoníaca: siempre nos han hecho creer que ya no existen y que están obsoletos, tiempo durante el cual fraguan el siguiente golpe. Vea la historia más reciente: a partir de 1990 parecían derrotados y en franca extinción. Volvieron al ataque para integrar la ex Nueva Mayoría; hicieron creer que su poder de influencia era bajo, pero capturaron y lideraron la ya extinta convención y el actual gobierno. Ahora aparecen ofreciendo diálogo. Es altamente probable que haya sectores que caigan en la tentación de dialogar con ellos, pero su objetivo será el mismo que el de su mentor espiritual: robar, matar y destruir. Puede parecer fuera de lugar y de contexto histórico, pero no seamos ingenuos pues volverán a atacar.

Esta elección nos demuestra que cuando Chile se moviliza, se consigue lo inimaginable. Esta es la unidad que tanto basurearon nuestros contrincantes y que tan preciosa es para nuestro pueblo. Mostramos al mundo que es posible vencer propuestas constitucionales populistas y traer una nación completa de vuelta al sentido común. Cuidemos a Chile: ¡a arremangarnos la camisa para reconstruir!, con un ojo en el horizonte que soñamos como país y el otro vigilante para la próxima agresión, pues la guerra aún no está ganada.

Fuente: https://viva-chile.cl/2022/09/victoria-tal-vez-alivio-definitivamente/

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