Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Sin duda alguna que la historia está llena de historias reales y ficticias de ladrones famosos Algunos criminales consumados otros idealizados ficticiamente como preocupados de la pobreza y mendicidad y por tanto robando o asaltando a los ricos para repartir a los necesitados Hoy es más sibilino pero es igual ,con impuestos, expropiaciones a la propiedad privada, estafas al estado mediante fundaciones , el dinero de sus pensiones etc. pero que tales fechorías… en el lenguaje inclusivo que usan lo llaman “solidaridad”. Así están actuando los criminales del gobierno del frente amplio y partido comunista, usando la técnica del raterismo para vulnerar la dignidad de nuestro pueblo.

El caso de Moll Cutpurse es interesante; nació  bajo el nombre de Mary Frith y fue una carterista famosa en el siglo XVII. Comenzó su dedicación como ratera, luego se convierte en ladrona de caminos y finalmente abrió una tienda donde vendía los objetos robados.

Si bien es cierto ninguna de las Allende ha abierto un boliche para vender nada, si han tenido participación directa en la estafa monumental al Estado de Chile con los falsos exonerados, como a su vez con los falsos perseguidos y atormentados comunistas a quienes con sus credenciales de un suicida corrupto entregaron certificados que acreditaban la veracidad de “supuesto perseguido” para lograr pensiones vitalicias amén de indemnizaciones millonarias.

Con la aureola que ha llevado al altar marxista al expresidente Allende, cuya máxima obra de su nefasto gobierno de 1.000 días fue la destrucción total de Chile moral, política y económicamente. Hoy la débil memoria permite que la derecha cobarde y mentirosa también se incline ante el altar marxista y morigerando su responsabilidad histórica y, más encima, permitiendo que sus vástagos usufructúen del Estado de Chile, intentan minimizar la historia y decorarla con el término democracia, término que en boca de los políticos actuales, del signo que sea, exuda olor a pozo séptico.

Lo ocurrido con la casita de Guardia Vieja, que valor como casa habitación no tiene ninguno en términos estéticos o arquitectónico y menos de su contenido o historia, es una estafa al Estado de Chile propiciada por el señor Boric a lo cual se presta su ministra de defensa (ex diputada) y la senadora en ejercicio Isabel Allende como dueñas de inmueble.

El propósito manifestado es crear un museo. La pregunta es ¿para qué?, ¿para una apología de la historia de un dirigente político socialista que arruinó a Chile, o sobre la historia del Presidente de OLAS (organización latinoamericana de solidaridad) que nació a finales de los años sesenta con el objetivo de la liberación de los pueblos del continente y la superación del subdesarrollo económico, social y cultural, enarbolando para ello la lucha armada y el antiimperialismo para revertir tal situación? Allende fue ese, el Presidente de esa organización de fachada de la guerrilla insurreccional.
 ¿O será tal vez para develar las continuas visitas que realizaba Allende a la casa aledaña, donde vivía la que después se convertiría en su secretaria personal… muy personal?

Entonces, con el dinero de todos los chilenos se intentan pagar $1.000 millones por el inmueble con un decreto firmado por Boric y su ministra de bienes nacionales y escriturados bajo la firma de las hijas y nietas herederas de Allende a través de un representante. Las normas de la administración pública consagradas en la constitución prohíben expresamente que un senador, diputado o ministro de estado pueda celebrar contratos con el Estado y quien lo haga cesa automáticamente en su cargo. La evidencia es que las involucradas celebraron el contrato y está registrado en escritura pública, encontrándose protocolizado el 30 de diciembre bajo el registro 95512. Demás está decir que el código Civil establece que  los actos del representante producen respecto del representado “iguales efectos que si lo hubiesen contratado el mismo”

En estos términos estas mujeres, funcionarias públicas de alto rango, atropellaron flagrantemente las normas constitucionales vigentes y por lo tanto deben cesar en sus cargos y no pueden argumentar ignorancia de la ley. (Prohibición de “celebrar o caucionar contratos con el Estado” Arts. 37 bis y 60, inciso segundo de la Constitución Política.)

Antes estos hechos, frente a un delito consumado, es el Tribunal Constitucional el que velando por el cumplimiento del Estado de Derecho, debe cesar ipso facto a ambas funcionarias públicas.

Basta que con ideologismos emocionales se permitan que dos rateras metan la mano al bolsillo del estado con la complicidad de quien tiene el deber de resguardar los bienes públicos.

Es hora que la ciudadanía no solo tome nota de esta situación que se suma a miles de otras consideraciones del mismo tipo, como el Museo de la Solidaridad que alberga los mamarrachos supuestamente artísticos realizados por sirvientes mundiales del comunismo, aprovechando el arte como vehículo de concientización.

Ahí tienen el Museo de la Memoria, afrenta a la historia de Chile y que hierve en cada muro el caldero del odio y la división. Lugares que fueron campos de entrenamiento guerrillero declarados monumentos nacionales y así suma y sigue el robo; el raterismo ya es sin vergüenza.

¿No será hora de que reaccione? recuerde que los amigos de la primera línea del gobierno hacen y deshacen en los territorios comunales asesinando, asaltando, robando y cubriendo nuestra tierra con la droga que liquida a los jóvenes. Piense, usted no está exento. Organícese y apunte donde encontrará refugio seguro. Jamás  eliminará el crimen organizado pensando que el mal menor lo salvará. Reaccione: ¡mañana puede ser tarde!

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