23 septiembre, 2025 

 

 

 

 

 

por Magdalena Merbilháa


Dicen “no a la violencia” usando violencia, ya que creen que “su violencia” está justificada. Quienes alentaron la violencia en España eran los mismos “sospechosos de siempre”.


La semana pasada, activistas de izquierda realizaron constantes sabotajes a “La Vuelta de España” impidiendo que, tras 21 días de esfuerzo de los participantes y sin ningún respeto por los mismos, la carrera tuviese que ser suspendida a 43 km de la meta. No hubo podio ni celebración, los activistas se “sentaron” sobre el esfuerzo de muchos y les “aguaron” la fiesta a los fanáticos en todo el mundo. No les importó, nunca les ha importado. Es ya común que las minorías aplasten a las mayorías y que, además, lo justifiquen. El propio gobierno español, que es de los mismos, respaldó a los activistas. Pedro Sánchez, quien para gobernar pactó con terroristas y sin mayoría se hizo del poder, dijo tener “respeto” por los deportistas (una contradicción en sí misma), ya que él justificó y alentó la violencia ejercida por los propios. Se trataba de una “supuesta causa justa”, “un grito de defensa a la causa palestina” ante el repudio por la participación del equipo Israel-Premier Tech en “La Vuelta”.

Ahora es la causa palestina, la verdad es que cualquier causa es usada por ellos para conveniencias políticas. Dicen “no a la violencia” usando violencia, ya que creen que “su violencia” está justificada. Es “justa y necesaria”. Es esa visión la que ha hecho que voces celebraran abiertamente el asesinato de Charlie Kirk, sólo por pensar distinto y argumentar bien, ya que eso dejaba en evidencia la falta de sustento de ellos mismos. En este caso, hubo presiones a la organización y abiertas amenazas al equipo en cuestión para que se retiraran, no lo hicieron. Como fascistas que son, validan la violencia y se imponen por la misma. Tras varios ataques en tramos de la etapa 12, 14 y 15, el remate final vino en la etapa de Madrid, la que fue interrumpida con violencia y repliegue policial. Los incidentes escalaron como siempre y obligaron a la organización a suspender la última etapa. Los manifestantes usaron la tradicional, y para ellos, “justificada violencia”, como lo hacen siempre para imponer sus objetivos, incluso lanzaron vidrio molido a los participantes, lo que puso en riesgo a los ciclistas. Los violentistas arremetieron contra la policía, como siempre y contra los empleados de “La Vuelta”.

Esta semana escuché un gran análisis, que decía que hay tres tipos de votantes de izquierda: “los vagos”, que no leen, ni piensan y creen ayudar a los desfavorecidos desde una supuesta moral superior. Están también los “formados”, que estudiaron, pero que no tienen capacidad de razonar, ya que están seguros de que si aplican bien el socialismo va a funcionar. Nunca ha funcionado, pero la evidencia no es algo importante para ellos, ya que el deseo hace la realidad. Por último están “los malos”, que saben que el socialismo no funciona y que lo más fácil es manipular a los vagos y a los tontos para su propio beneficio usando la violencia, levantando a los vagos y tontos. Quienes alentaron la violencia en España eran los mismos “sospechosos de siempre”, ahí estaba Irene Montero, señora del líder de Podemos, Pablo Iglesias, referentes del Frente Amplio y guaripola de todas las causas identitarias. Una leona de “la violencia justa”. También estaba Ione Belarra, también de Podemos, quien había llamado a boicotear la carrera convocando a “un desborde de miles y miles de personas que se sobreponga a la militarización policial de Madrid». Manipularon a “los vagos” y a “los tontos”, como siempre. Luego, Podemos celebró el triunfo de sus acciones e incluso hubo disputas con Sumar y los Socialistas por el “logro”.  

La violencia nunca trae paz y no es la forma. Lo supuestamente justo se torna injusto ya que no se puede lograr un bien desde un mal. Sabemos que la izquierda no cree en la democracia, ya que siempre y por cualquier causa, apelan a la violencia para lograr lo que no logran en las urnas. La democracia parte de la base de dejar fuera la violencia como un modo de hacer política, implica convencer desde las ideas. Como ellos no tienen buenas ideas, necesitan imponer por fuerza. No respetan el voto popular e imponen desde la minoría sus visiones a la mayoría. Es la cultura de “la toma”, en la que un grupo menor vota tomarse un establecimiento impidiéndole a la mayoría estudiar. Acá en Chile, igual que en España, toda acción de este tipo está rodeada por nuestros “sospechosos de siempre”. Los intolerantes absolutos, quienes en el nombre de la diversidad, quieren crear colectivos en el que las partes no deben ser más que versiones de un mismo individuo. Quieren imponer la igualdad a fuerza. Odian lo diverso, odian el pensamiento, odian el esfuerzo y buscan boicotear siempre la excelencia. Esta situación hoy, supuestamente pro Palestina, con “los sospechosos de siempre” nos debiera hacer pensar y entender que “cualquier micro les sirve” y que ni Palestina, ni los gazatíes les importan. No les importa nada, como tampoco les importan las minorías a quienes supuestamente defienden. Ellos solo buscan créditos políticos personales, sólo mire a Pedro Sánchez. A los “sospechosos de siempre” no les crea, a ellos solo les importan las cuotas de poder.

Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/los-sospechosos-de-siempre/

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