Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional
En días pasados algunos televidentes fueron testigos de un programa de conversación política donde tenían como invitado al candidato a alcalde de Viña del Mar, el arquitecto Iván Poduje.
El candidato demostró dominio escénico y sin titubeos de ninguna especie contestó con claridad, franqueza y profundo conocimiento de la realidad política y social del país y particularmente de la comuna que desea dirigir.
Es un profesional destacado que se ha preocupado por las condiciones urbanísticas de distintas ciudades siendo reconocido por su gran calidad humana.
Ha generado la unidad de un vasto sector político ya que ha demostrado con creces lo que el país necesita, generando la adhesión de miles de personas en la Ciudad Jardín como en el resto del país.
Poduje ha roto los esquemas tradicionales del mainstream, lo cual no ha sido tolerado por las élites que no han dudado en ponerse de acuerdo para intentar destruirlo.
Pero ha sido imposible, el entrevistado barrió con los peones puestos para ejecutar el encargo, saliendo trasquilados y entre ellos una mujer de oficio periodista cuyo rostro expresa una profunda amargura con la vida y que pretende defender la “democracia” cómodamente sentada detrás de un micrófono, tal como lo hizo agitando las masas en el intento de golpe de estado del 2019 para la asonada delictual y cuando desde los mismos micrófonos expulsaba toda su amarga bilis frente-amplista.
Para mejor ilustrar a quien me refiero y como dato botánico su apellido significa bosque de avellanos.
Parece que entre otras muchas consideraciones se ha vuelto a los 1.000 días del gobierno marxista en que periodistas y medios de comunicación de la época, adeptos al gobierno, no trepidaban en roer como ratas hambrientas la imagen de los opositores. ¿Qué diferencia hay entre el titular y foto de un medio de media tarde al día siguiente del programa televisivo y lo que hacía el diario comunista Puro Chile para referirse a los miembros de la Corte Suprema?
¿Qué diferencia hay entre la amarga y delirante periodista y el famoso periodista muerto en la guerrilla boliviana, Elmo Catalán?
Dos personas que usan sus espacios profesionales para manifestar sus preferencias políticas. Una la guerrilla comunicacional y el otro la guerrilla con las armas. El fin perseguido es el mismo, destruir la sociedad y las personas intentando refundar la nación para sus propósitos progresistas.
El fin de Catalán fue la muerte física en una cueva en Cochabamba en compañía de otra guerrillera que oficiaba de su pareja y su nombre fue reivindicado por las brigadas del partido socialista, de triste recuerdo.
Es de esperar que en el bosque de avellanos, cuando se tale el árbol enfermo el Frente Amplio, la homenajeen por los servicios prestados a la causa, sindicando con su nombre alguna brigada, al menos muralista, a las que son tan aficionados.
Como conclusión y humilde recomendación, es bueno que en cualquier plantación se tale el árbol que no sirve, ya que pudre el entorno.
.