Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Dos rectores de universidades privadas, ambos con características similares en cuanto a su interés por mantenerse “figuronamente” en la primera línea, han expresado en medios de comunicación sus opiniones respecto al 11 de Septiembre de 1973 y al advenimiento del Gobierno Militar.

Uno de ellos, lo es de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cuna en los años 60 de los movimientos estudiantiles que fraguaron la izquierda cristiana, posteriormente Mapu , todos escindidos de la Democracia Cristiana que era gobierno en aquella época. No está de más recordarle al rector Sánchez que los alumnos de la época, ideologizados, soberbios y agresivos, sacaron a patadas al entonces rector monseñor Silva Santiago de la casa central. Hoy son otros jóvenes, amigos del rector, pero con  las mismas características, solo que han avanzado en un planteamiento progresista internacional. Este rector desde hace ya bastante tiempo que muestra la hilacha progresista. Es una imagen viralizada hasta la saciedad donde aparece en mangas de camisa sentado en el suelo en medio de la Alameda, en diálogo con las feministas que previamente habían hecho una performance grosera y pornográfica en la estatua homenaje a monseñor Crescente Errázuriz,  considerado el primer  historiador eclesiástico chileno.

Lejos del respeto a la insigne figura vandalizada, el rector cree que el diálogo con el demonio favorece la democracia .Así han sido todas sus políticas académicas llevadas a cabo durante su gestión, identidad de género, paridad, y toda la agenda 2030 relacionada con la ecología y el crecimiento sustentable, libertad progresiva y otras. Un ejemplo vivo y presente es la programación del Panorama Cultural de Radio Beethoven, de propiedad de la Universidad Católica, en que 4 veces al día se emite la agenda con las  principales actividades comunistas “culturales” dedicadas a la conmemoración del “golpe de estado del 73” y con el patrocinio y financiamiento de un importante banco, cuyos  dueños casi pierden la papelera durante el gobierno de la UP.

Pero como el rector parece desconocer la historia, se ha permitido indicar qué hay que condenar el golpe militar porque debieran haber operado los agentes del diálogo político y la defensa de la democracia. Olvida, naturalmente Sánchez, que fue la propia Escuela de Derecho de la Universidad Católica la que denunció el gigantesco fraude electoral de la elección del 4 de marzo de 1973, favoreciendo en más de 250.000 votos a la Unidad Popular, estudio respaldado en su rigurosa investigación por el entonces rector señor Castillo Velasco, agregando la urgente necesidad de cambiar la ley electoral para fortalecer la democracia. Como también olvida las palabras de Frei Montalva: “los militares salvaron Chile”

Si solo esos hechos tuviese presentes Sánchez, tendría que callar y ocultar su personal interés por el progresismo izquierdista. Esta es una de las tantas manifestaciones del quiebre institucional de la nación en esos años. Para que recodarle que el año 72 esa casa de estudios fue el bastión de la defensa que los estudiantes hicimos frente a la UP. De ahí salieron a la calle los primeros jóvenes a enfrentar al gobierno marxista y fue la Casa Central la que acogió a los mineros del Teniente que llegaron a Santiago a expresar su protesta y a solidarizar con el pueblo que gritaba en las calles ¡Que se vaya! exigiendo la renuncia de Allende.

Pero Sánchez, al igual que el comunismo quiere hacerse parte de la ‘historia oficial’, muy en sintonía con su jefe, el Papa Francisco, que condena la riqueza llamándola “el estiércol del diablo”

Sánchez como buen progre pero que vive bien, usa el estiércol para sustentar la UC, pero empuerca la historia de su propia casa de estudios.

El otro rector es más conocido porque oficia de redactor de un medio de comunicación, que por su tarea como académico o promotor de una vertiente docente para la excelencia de los alumnos que allí estudian. De más está decir que es una universidad privada fundada en 1982, gracias a la política de expansión universitaria creada por el gobierno militar, que el rector tanto denuesta, pero que a su vez lleva el nombre del insigne prohombre chileno Diego Portales Palazuelos, quien se distinguió por plantear como objetivo político central revertir la decadencia del principio de autoridad y crear una nueva fuente de legitimidad, consagrándose en su búsqueda para que la obediencia y lealtad fuesen  a una estructura abstracta y no a una persona… El Estado Nación y la Constitución, señor Peña y sobre todo la virtud en grado superlativo en el servicio público. Pero pareciera ser que en su permanente devaneo intelectual vacuo, se le olvidó por qué la Universidad que dirige se llama Diego Portales.

En fin, otro que debe responder a quien lo tiene en vitrina permanente para satisfacer su egolatría y así cumplir con los designios del globalismo al que el medio de comunicación se adscribe, que dicho sea de paso, también fue salvado por el Gobierno Militar.

Pero se trata de reescribir la historia y ambos rectores son útiles al propósito comunista, ya que bajo el manto de un pseudo intelectualismo pretenden transformar la mentira en verdad.

A estos nuevos genios del engaño la historia los aplasta y el presente los hace cómplices de los forajidos.

Aparece finalmente un hombre nacido en el año 1980 que fue presidente de la FEUC, más tarde director de la Fundación Jaime Guzmán, que comió de la mano de los adherentes más acérrimos al gobierno militar. Que tuvo como inspiración política los principios y valores defendidos y plasmados en la Declaración de Principios del Gobierno Militar y luego en la Constitución de 1980, cuyas normas legales democráticas le permitieron ser diputado de la República. Pues bien, este discípulo bebió de las fuentes del piñerismo y fue abducido a otra realidad prefiriendo lo falso sobre lo verdadero y ahí lo tienen, renegando de todo lo aprendido.

Como dice Eric Hoffer: “La gente que muerde la mano que los alimenta, normalmente lame la bota que los patea”

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