Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Desde que comenzó este ilegal proceso constituyente fuimos sistemáticamente advirtiendo los candados que dicho acuerdo le impuso a sus nuevos deseos refundacionales para conquistar el poder total e instaurar la partitocracia, que no es otra cosa que la dictadura de los partidos políticos

Con los resultados obtenidos en la elección de consejeros constitucionales y la mayoría obtenida de más de los 3/5 para hacer las modificaciones y cambios necesarios al borrador que presentará la Comisión de Expertos, salta sin duda el candado de los bordes impuestos por el parlamento.

Si el consejo constitucional no puede eliminar los bordes quiere decir que nos están imponiendo una camisa de fuerza y a decir del presidente del comunismo chileno Teillier, se presentaría en diciembre una constitución “habilitante” para lograr un país progresista y socialista.

En estos términos estamos advertidos nuevamente por la izquierda y sin duda que no habría más opción que Rechazar en el plebiscito de salida.

La responsabilidad que le cabe al Partido Republicano es enorme si quiere responder a la confianza recibida por el pueblo y hablarle al país con la verdad .Si por mandato parlamentario se impone ese criterio, deben más allá de toda modificación específica que logren establecer en la deliberación del consejo constituyente llamar a votar en contra.

Es de claridad meridiana que los candados impuestos por la derrotada coalición de Chile Seguro y el fracaso estrepitoso del gobierno deben ser reestudiados y modificados en una nueva reforma constitucional, si de verdad quieren darle estabilidad institucional a la Nación. Si de nuevo, de espaldas al pueblo insisten en su descriterio, tendremos aciagos días ya que el Pueblo se hastió de tanta sinvergüenzura y la próxima derrota no será con el lápiz. Así ha sido históricamente con estos intentos constitucionales. El más conocido es el resultado de la Revolución  Francesa que terminó por llevar a la guillotina a quienes quisieron refundar la Nación por imperio del terror y la violencia.

Chile en su historia no ha estado exento de duros momentos por culpa de los políticos que han sido cómplices activos del reguero de sangre que han significado sus ambiciones. Ninguna de las tres más importantes constituciones que ha tenido Chile ha estado exenta de un manto de dolor. Así, la del 33 se consolida después de la batalla de Lircay. La guerra civil del 91, promovida íntegramente por el parlamentarismo, derivó en la constitución del 25, la que luego  de varios golpes de estado recién se impuso en 1932.

La constitución de 1980 necesitó de un gobierno autoritario que destronara  los males partidistas y llevara al país por la senda del desarrollo reconocido por todos sin distinción.

Sin embargo la ceguera y la torpeza de Piñera, en su ególatra afán por salvar el pellejo, hipotecó al país en un pacto con la izquierda llevándolo por casi 5 años a un proceso de inestabilidad política que ha derivado en que el pueblo hastiado, en dos  plebiscitos, en menos de un año, rechazara estas propuestas que han polarizado peligrosamente al país.

Por eso es muy importante que las fuerzas electorales que hoy son mayoría contundente estén alerta y en esto el partido republicano debe dar la pauta y no transar para entregar al país una constitución “habilitante”. Si lo hiciera, recuerden qué hay 21,5 % de votos nulos y blancos del padrón obligatorio de piso para un voto de rechazo, ténganlo presente y no caigan en la tentación del buenísimo y de renunciar a la defensa de los principios y valores que el pueblo claramente les manifestó al darles su apoyo.

No a un proyecto  constitucional habilitante, como lo preconiza  el partido comunista y cuya presión al interior de gobierno se hará sentir, ya que con sus 700 mil votos son la fuerza más grande con la que cuenta Boric en su coalición.

A su vez, el partido republicano debe liderar la lucha constituyente, desplazando a los políticos tradicionales que ya hablan del triunfo del sentido común. Son increíbles, una maleza porfiada y difícil de extinguir. Son como las lagartijas, se les corta la cola y sacan otra y otra. Razón concluyente por la cual su erradicación debe ser definitiva.

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