Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


La razón y el valor siempre se impondrán a la traición y la ingratitud.
Platón


¿Tú también, Brutus?

Siempre se ha dicho que una de las peores cosas que nos pueden pasar en la vida es que nos traicionen aquellos en los que un día confiamos, pues la traición comporta un sentimiento de angustia y desconfianza que hace que no podamos nunca más mirar a esa persona de la misma manera.

La historia universal está llena de ejemplos de traiciones, algunos de las cuales han pasado a ser elementos muy socorridos para poder ejemplificar el significado de esta conducta humana.

Dante Alighieri ubica a los traidores en el último círculo del infierno ya que considera a la traición como el peor de los pecados. La razón es que, a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima.

Relataré algunos ejemplos históricos: el más conocido de todos el de Judas Iscariote, descrito en los evangelios como codicioso y deshonesto, quien besando la mejilla de Jesús lo delata entregándolo al Sanedrin y a los pretorianos romanos. Fueron 30 monedas de plata el pago por su crimen. Pocas horas después el remordimiento lo llevó a ahorcarse en las afueras de Jerusalén.

Durante la segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia padecía la ocupación nazi bajo el despiadado gobierno de Reinhard Heydrich, conocido como el “carnicero de Praga”. Un grupo de comandos de la resistencia organizó exitosamente el asesinato del tirano y luego se ocultaron en las catacumbas de la Iglesia de San Cirilo.

Karen Čurda, soldado checo, delató la ubicación del comando y estos se suicidaron luego de dar una valiente batalla que quedó inmortalizada en las ráfagas de ametralladora que hasta hoy se pueden apreciar en los muros del templo. Finalizada la guerra, Čurda fue sentenciado a muerte.

El personaje histórico Efialtes de Tesalia debe, sin duda, resultarles especialmente despreciable. Cuando el valor y la hermandad de los espartanos parecía estar a punto de doblegar al ejército persa infinitamente superior, Efialtes llevó información a los persas sobre un paso entre las montañas que permitió a los invasores rodear a los guerreros de Leónidas y vencer en la batalla. Durante toda la época clásica Efialtes fue el nombre con que los escritores ejemplificaron la traición a la patria y a los camaradas.

Con toda intención he traído a colación estas historias porque en Chile se dan por matas estas conductas en la mayoría de las estructuras que conforman la urdimbre social.

Hace poco un militar de orígenes también militares, decidió dejar como testimonio de su paso por el alto cargo que ostentaba un relato plagado de imprecisiones históricas referidas a la institución y a los camaradas que en el pasado pasaron por los mismos espacios que él ocupó y que por cierto recibieron y reciben a la fecha infinita mayor gloria y agradecimiento de la patria que lo que este pobre militar alcanzará en la historia de su pobretona vida. Todo lo contrario, la conducta referida solo hace recordar a Efialtes y a los escritores clásicos o más recientemente a Čurda, quien con su acción pretendió salvar su pellejo y ser colaborador de los invasores. Algo parecido hay aquí, se quiso salvar el pellejo de malas acciones cometidas… se comenta que están en el ADN familiar y lanzó una “reflexión” de estilo cheyriana pero con mayor odio y resentimiento.

En el campo alguien sin mayor instrucción pero conocedor de la vida diría algo así “este fulano hizo lo del chancho embarrado: se refregó con los limpios para que fueran todos iguales “mintiendo y tergiversando la historia. No sé si su destino será el de los traidores históricos, pero de lo que no tengo duda es que tiene el desprecio de una nación completa.

Desde el lugar reservado a los héroes, alguien le debe estar apuntado con el dedo y preguntando: “¿Tú también, Brutus?“

¡Cobarde y mal nacido, de tal palo tal astilla!!!

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