1 DE MARZO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Voy a comentar la alta traición de Aylwin, conocida como "Informe Rettig", con ocasión de su 30° aniversario, el 4 de marzo, aunque alguna prensa se ha adelantado ya a celebrar la vergonzosa efeméride. También el desenlace del "caso Frei" está dejando en evidencia lo que el derecho significa para la DC. Pero hoy no puedo dejar de referirme a un simpatizante del partido de Aylwin y ex juez de la Corte Suprema, Carlos Künsemüller, a quien "El Mercurio" le ha dado, con motivo de su retiro, una entrevista de casi una página con fecha 21 de febrero y un editorial de homenaje y lavado de imagen el día 23.

En la entrevista Künsemüller dice: "La Constitución consagra el principio de legalidad: no hay delito ni pena sin ley. También consagra el principio de irretroactividad: no hay delito ni pena sin ley previa, y el principio de tipicidad...la conducta, para poder ser penada, debe estar expresamente descrita en la ley". Pero nada de eso que dice profesar lo respetó él como integrante de la sala penal de la Corte Suprema, perseguidora implacable de militares a través del desconocimiento de leyes expresas que los favorecían. El posterior editorial en su homenaje, del mismo diario, completa el lavado de imagen de Künsemüller, sobre todo cuando menciona el "valioso aporte a la Corte Suprema de figuras como el ministro saliente". 

No es necesario probar la prevaricación (delito de desconocer leyes expresas) en que incurrió reiteradamente la Corte Suprema que él integraba, porque el pleno de la misma la confesó públicamente en su oficio 33-2015, al decir que "en Chile... la legislación sustantiva no contiene delitos adecuados a esa realidad (nota mía: la realidad de que era políticamente necesario condenar a los militares "a como diere lugar") pero por sobre todo, en lo procesal las instituciones tradicionales inhiben o impiden la investigación, como lo son, por ejemplo, la territorialidad y la retroactividad de la ley penal (nota mía: debió decir "irretroactividad", pero la sintaxis no es el fuerte de nuestros jueces rojos ni de los kerenskys que se les pliegan) como así también las disposiciones sobre amnistía".  

Es decir, el pleno de la Corte Suprema reconoció públicamente que prevaricaba. Pero en su entrevista de lavado de imagen Künsemüller, citando al penalista Carrara, nos explica: "Cuando la política entra por la puerta, la justicia sale huyendo por la ventana". Exactamente lo que sucedía cuando él estaba en la Corte Suprema y votaba políticamente, haciendo que "la justicia saliera por la ventana". 

Pues el distinguido jurisconsulto y catedrático firmó, siendo integrante de la segunda sala (sala penal) de dicha Corte Suprema, fallos como el que condenó a DOCE AÑOS de presidio al entonces (1973) joven teniente Hernán Ovalle Hidalgo, por sentencia de 22 de octubre de 2007, rol 506-2007, por haber leído en el mismo año 1973, en la industria intervenida Manufacturas Textil Sumar, una nómina de personas que iban a ser trasladadas, tres de las cuales con posterioridad fueron halladas muertas. Hasta hoy no se sabe quiénes les dieron muerte, luego no hay autores de los delitos. Ovalle no sabía adónde iban a ir las personas de la nómina, que no confeccionó; ni menos sabía la suerte que podían correr. No hay una sola prueba de que hubiera tenido algo que ver con su destino, pero el juez rojo de primera instancia le impuso cinco años por leer esa nómina, delito inexistente en nuestra legislación. Luego la Corte de Apelaciones roja le aumentó la pena a doce años y la sala penal rojo-kerensky de la Corte Suprema, contraviniendo todos los preceptos que dice respetar Künsemüller y con el voto de Künsemüller, le mantuvo los doce años, que íntegramente ya cumplió.

En otro caso la sala penal condenó a cinco años al coronel Carlos Massouh Mehech por haber estado en un recinto en que otro oficial ordenó la ejecución de tres personas. Jueces no-rojos de primera instancia y de la Corte de Apelaciones absolvieron, por supuesto, a Massouh, que nada había hecho. Pero la implacable sala penal de la Suprema, integrada por reconocidos jueces rojos como Milton Juica y Haroldo Brito, y también por Lamberto Cisternas, Rosa Etcheberry y Künsemüller, lo condenó a cinco años por un delito de su creación, "estar ahí".

Pero el ministro Cisternas, que había sido subsecretario del Gobierno Militar, no obstante lo cual después muchas veces "se dio vuelta la chaqueta" para condenar ilegalmente a militares, esta vez no pudo, ¡ya era demasiado!, y votó por absolver a Massouh diciendo: "No se logró demostrar de manera indubitada el reproche penal atribuido a la conducta desplegada por el acusado". Pero la mayoría rojo-DC prevaleció, creó el nuevo delito de "estar ahí" y mandó a Massouh a Punta Peuco. 

Todos estos antecedentes los obtuve del libro "Prevaricato" de Adolfo Paúl Latorre, páginas 20 y 21. 

Marche, pues, con la frente en alto Künsemüller, de vuelta a la cátedra y al ejercicio de la profesión, después de haber masacrado durante trece años todos los principios y preceptos jurídicos en los que dice creer y que afirma defender y respetar. ¡Loor a un jurista chileno de verdad!

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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