Gonzalo Rojas S.
La situación de los últimos días ha consolidado la impresión que tantos teníamos: desde el 18 de octubre de 2019, Chile ha sido atacado por una combinación comunista-frenteamplista-anarquista que está decidida a no soltar su presa y que va consolidando la revolución, usando todos los medios disponibles. (Después, por supuesto, los comunistas sabrán deshacerse de frenteamplistas y anarquistas).
Los papasnatas que votaron Apruebo pensando que colaboraban con la pacificación de Chile, tienen ahora la cabeza tomada a dos manos. Les dijimos con toda claridad y fuerza que estaban contribuyendo a la destrucción de la Patria; pero no, ellos siempre tan sutiles y profundos, sabían más, creían que primaría la racionalidad y la buena fe. Por haberse dado el gusto de votar Apruebo, hoy muchos demócratas debieran hacer actos públicos de desagravio a su propio sector, aislado, perseguido, funado, y casi condenado a la aniquilación.
Y en esa situación se encuentran los cuatro precandidatos de Chile Vamos. Sí, Lavín, Desbordes, Sichel y Briones simplemente no merecen ni un gramo de confianza después de haber colaborado decisivamente a conducir al país al desastre final en que nos encontramos. La escasa votación que arrojarán las primarias de ese sector, demostrará el repudio generalizado a su gravísimo error histórico. Uno de ellos seguirá en carrera, pero sea quien sea, su capacidad de generar adhesión está definitivamente perdida.
Hoy, en medio del caos disfrazado de poder constituyente, son otros los que tienen que asumir las tareas de salvación nacional.
En primer lugar, el Presidente de la República, quien de no sacar a su gobierno de la posición minimalista que ha declarado como criterio frente a la Convención, se consolidará como el auténtico cómplice pasivo de la revolución en curso. Ha llegado el momento en el que Piñera podría rehabilitarse de tantísimos y enormes errores, poniendo de nuevo a la Presidencia en la conducción de Chile… aunque sólo sea en los próximos 8 meses… que es lo que le queda.
A continuación, el Congreso de Chile, en el que aún quedan restos de dignidad encarnados en un puñado de parlamentarios sensatos y patriotas. No solo se trata de que resistan a las presiones vociferantes de la mesa convencional y de sus integrantes más subversivos, sino de reafirmar el contenido de las reformas constitucionales que impulsaron y en las que está comprometida la dignidad histórica de todos los que las votaron favorablemente (por dañinas que se estén demostrando).
Por supuesto, corresponde que jueguen un papel de extrema e inteligente fortaleza, los convencionales de Vamos por Chile, encabezados por Marcela Cubillos, Rodrigo Álvarez y Tere Marinovic. A ellos tres ya se les vio actuar -cada uno en sus registros comunicacionales complementarios- con decidida eficacia en el escándalo del domingo 4, y lo que se espera es que nieguen toda colaboración a quienes van poniéndose al margen de las normas fundamentales del derecho público: sólo puede hacerse lo expresamente autorizado y nadie puede atribuirse derechos que no le han sido conferidos. El país puede ilusionarse de nuevo con superar este desastre si ellos logran resistir.
¿Queda, por lo tanto, una remota esperanza?
Sí, cuando las fuerzas del mal se muestran de modo tan evidente y determinado, las fuerzas del bien se activan y crecen.
Y que nadie piense que estamos exagerando: ya muchas veces antes nos dijeron lo mismo, y miren dónde estamos.
Fuente: https://viva-chile.cl/2021/07/chile-con-dolor/
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