Gonzalo Ibáñez Santamaría


Chile vive su peor crisis política en décadas. El gobierno de la República es ocupado por una banda de personajes engreídos que se consideran moralmente superiores a los demás y, por lo tanto, autorizados a someter a Chile a los más extravagantes experimentos. En los hechos, simplemente una banda de ineptos.

¿Cómo llegaron al poder? Porque Sebastián Piñera, entre otros, se los entregó. Desde luego porque así fue en derecho cuando en la última trasmisión del mando él transfirió la piocha de O’Higgins a Gabriel Boric. Pero también porque durante los años precedentes él contribuyó a abrirles la puerta para que entraran en la política chilena y llegaran a conquistar el poder.

Todo comenzó el 11 de marzo de 1990, cuando Patricio Aylwin como abanderado de la Concertación de los Partidos por la Democracia (Concertación) asumió el poder político del país. A pesar de las duras críticas que ese conglomerado dirigía tanto al pronunciamiento militar como al gobierno que lo siguió, tuvo el buen cuidado de continuar, sin ninguna modificación, con el modelo de desarrollo instaurado por ese gobierno y que había llevado al país a ocupar el primer puesto en el continente.

Fueron años muy notables: se denostaba al gobierno militar, por una parte, pero por la otra, se continuaba disciplinadamente con su política. Con ese predicamento terminó por alinearse la derecha política, bajo la conducción de Sebastián Piñera, porque vio así una posibilidad de acceder al poder. Pero, al mismo tiempo, se formaba al interior del país, especialmente entre jóvenes que no vivieron la experiencia del régimen comunista de Allende, un movimiento destinado a exigir coherencia entre los que se predicaba y lo que se practicaba. Si el pronunciamiento militar y el régimen que lo siguió eran tan malos como estos políticos decían, ¿por qué entonces, continuaban con las mismas políticas?

Frente a este emplazamiento, las fuerzas políticas que habían gobernado el país desde 1990, incluyendo las que apoyaban a Piñera, quedaron sin respuesta. Entonces comenzó a ganar adeptos la idea de que el retorno a la democracia sólo se lograría si regresábamos al día anterior al del pronunciamiento militar, esto es, al día 10 de septiembre de 1973. Si fue grave la debilidad de la Concertación frente a este planteamiento, mucho más lo fue la de “la derecha”. Esta se había formado al alero del gobierno militar con el fin de defender su política y proyectar su legado al futuro. Sin embargo, renunció a ese propósito y se sumó a las fuerzas que renegaban de él.

Fue así como se abrió el camino para que estos subversivos del denominado Frente Amplio se acercaran al poder político, al cual llegarían con el triunfo de Boric. Pero, el primer paso en este descalabro fue el estallido de octubre de 2019. Nueve días antes, sin embargo, Sebastián Piñera, entonces presidente de la República, había proclamado que Chile era un oasis en América Latina y que había que cuidarlo. No tenía idea de lo que sucedía en el país cuyo gobierno encabezaba.

Al cumplirse un año de su fallecimiento no podemos dejar de recordar cuan terrible fue su accidente y de desearle paz en la vida eterna. Pero tampoco podemos dejar de reconocer su enorme responsabilidad y la de los partidos que lo seguían en la grave crisis que hoy enfrenta Chile.

Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm

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