Gonzalo Ibáñez Santamaría
Como es bien sabido, la Convención Constituyente, después de maratónicas sesiones y múltiples votaciones eligió una nueva presidenta y un nuevo vicepresidente: ella, María Elisa Quinteros, odontóloga y epidemióloga; y él, Gaspar Domínguez, médico cirujano. Como en el ejercicio de sus nuevos cargos ellos, sin duda, deberán destinar buena parte del tiempo que hasta ahora ocupaban en el cumplimiento de sus tareas profesionales, lo mejor, pienso yo, es que en estas últimas entren a ser reemplazados, por ejemplo, por dos abogados. . .o abogadas. Los mismos que eventualmente disponían de tiempo para hacerse cargo de la dirección de la mencionada Comisión.
Una Constitución Política cuya redacción es dirigida por una dentista y por un cirujano es tan “chancho en Misa” como una operación quirúrgica realizada por un flamante abogado. ¿Cuáles creen ustedes que pueden ser los resultados? ¿Qué dirá un paciente cuando aprecie que va a ser intervenido no por un cirujano sino por un abogado? Personalmente, disparates como éstos me traen a la memoria el viejo refrán popular: “pastelero a tus pasteles”. Es esta la sabiduría que requerimos recuperar en Chile si de verdad queremos que la sensatez prime entre nosotros. Sobre todo, cuando se trata de redactar nuestro principal cuerpo legal, la constitución política.
La política en Chile va de bote en bote y, con ella, el país entero. Todos nos creemos capaces de redactar constituciones y todos creemos que podemos ser buenos empresarios. Si no, pregúntenle a los jóvenes del denominado Frente Amplio que amenazan con echar a patadas a los empresarios de sus empresas para tomar ellos su control. ¿Cuál será el resultado? Algo de esto ya lo vivimos hace 50 años cuando, por disposición del gobierno de la época, los “interventores” se hicieron cargo de las empresas del país, expulsando a sus mandos hasta entonces vigentes. Por supuesto, el desplome de esas empresas fue inmediato conduciendo a todo el país a una situación de parálisis casi total. Por supuesto, los más perjudicados fueron aquellos cuyo nombre se utilizó para proceder a esa maniobra: los pobres.
Hoy, sin duda, hemos emprendido un camino similar y ya los pobres están comenzando a pagar la cuenta: el desempleo, la inflación, el deterioro de nuestras ciudades, la delincuencia, el narco tráfico, todas son realidades que crecen, pagando ellos los costos principales.
Por amor a los pobres, terminemos con la chacota: ¡pastelero a tus pasteles!
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
.