Cristián Labbé Galilea
Vistos los últimos acontecimientos, bien se podría pensar que: los estrategas políticos y los gurús de las comunicaciones del gobierno fueron visitados por “un espíritu celeste”, algo así como un “ángel redentor”, quien los iluminó y les abrió los ojos, recomendándoles venerar los 50 años del 73 como una forma de sacar al país de las tinieblas políticas...
Si el gobierno creyó que, con una parafernalia basada en verdades a medias, rebuscados mensajes emocionales, ceremoniales vergonzosos, ilegales condenas y torcidas acusaciones… iba a establecer “una verdad oficial”, e iba con ello a convocar la adhesión ciudadana… se equivocó: ¡Fue un rotundo fracaso! Contrariamente, lo que se logró fue que la opinión pública conociera mucho mejor las razones y los fundamentos del 11 de septiembre.
Paradojalmente, al intentar el oficialismo evadir y ocultar la responsabilidad que la izquierda tuvo en el quiebre democrático del 73, lo que verdaderamente consiguió fue fortalecer el respeto hacia las Fuerzas Armadas y Carabineros, además de robustecer la imagen de Pinochet… Situación que -esta avispada pluma sospecha-, nunca fue la intención.
Tan mal le ha resultado al gobierno su “iluminada estrategia”, que no sólo ha quedado de manifiesto la carencia de gestión, sino además ha quedado en evidencia la total división de sus fuerzas y la ostensible influencia comunista. Una demostración de ello ha sido el rechazo de ese partido a “la declaración transversal” suscrita por los Senadores, de allá y de acá, a raíz de los 50 años del 73.
Desde el punto de vista internacional, poco o nada sirvió a las intenciones del gobierno la visita de deslucidos mandatarios a los actos oficiales: “vinieron y se fueron”… sin dejar nada más que una secuela de complicaciones diplomáticas, entre otras cosas por la no invitación a los gobiernos afines de Cuba y Venezuela, y por los dimes y diretes con el mandatario de Nicaragua, quien trató al Presidente de “pinochetito”… epíteto que no debe haberle gustado mucho.
Tampoco faltaron, en estos días, actitudes y gestos vergonzosos para nuestra “austera república”. La participación del Presidente en una marcha callejera, a todas luces impresentable, toda vez que el propio gobierno había dado instrucciones de abstenerse de asistir a ese tipo de movilizaciones; escandalosas resultaron también las conductas parlamentarias en el Congreso… y, para qué decir, la vulgar cueca de una “senadora no vidente” con un “raro” personaje representando al huaso chileno.
Por último, esta sobria y parca pluma piensa que, sin ninguna duda, lo más extravagante que habrán visto en estos días mis leales contertulios, debe haber sido la inesperada muestra de sublime veneración a los zapatos de Allende, como si el mismo “ángel redentor”, ese que les recomendó sublimar el 11 de septiembre, les hubiera sugerido remembrar el culto que se profesaba en la edad media a las reliquias religiosas y objetos relacionados con los muertos en santidad…
Esperamos no tener que venerar en un futuro próximo…. el pijama del expresidente.
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