Cristián Labbé Galilea


La Parada Militar cerró un ciclo dominado por una planificada campaña gubernamental destinada a: instalar la “versión oficial” de lo ocurrido hace 50 años; revertir la falta de adhesión ciudadana, y; de paso, acertarle un golpe mortal a la oposición…

Pero el oficialismo no consideró que, por mucho empeño que se ponga, los resultados no siempre son los esperados…

Al gobierno no se le dieron las cosas, “la izquierda propone y… la chilenidad dispone”. El discurso de odiosidad y los intentos por reescribir la historia, después de medio siglo, no pudo con las tradiciones y costumbres que han sido siempre los factores de unidad e identificación del ciudadano común y corriente.

El país real es el que hemos visto en las ramadas, desfiles, y asados con chicha, cueca y el infaltable “terremoto”. Estas fiestas han sido una verdadera “transfusión de chilenidad” que ha eliminado “por vía venosa” los gérmenes de resentimiento, rencor, encono y división con que nos ha querido “inocular” el gobierno.

Es tan real el efecto de esta reacción que quien un día quiso “mear en el casco de un general” (sic) terminó en la Parada Militar tarareando el himno del Ejército… Vaya transformación.

De poco o nada le sirvieron al Presidente los homenajes y las emulaciones a Allende. Han sido tan magros sus resultados que ni siquiera pudo conseguir una declaración conjunta de los sectores políticos sobre los 50 años del 73. Quien sí lo consiguió fue la ciudadanía, la que, a través de múltiples señales, ha confirmado que su máxima aspiración es…  fortalecer la unidad y los valores que dan sentido a la identidad nacional.

La sintonía que tuvo la Parada Militar, y las reacciones a los múltiples desfiles en regiones, confirman el reconocimiento, respeto y cariño de la ciudadanía a sus Fuerzas Armadas, y lo mucho que le molestan los intentos por menoscabar su honor y su aporte a la marcha institucional del país… Con qué respeto y admiración se vio desfilar a los soldados, marinos aviadores y carabineros… “la nación de uniforme”.

De lo ocurrido, son muchas las conjeturas que se pueden hacer en relación a: lo que dijo el Pastor Evangélico; la homilía del Obispo de Santiago; el abrigo que se puso del Presidente; la llegada de la “Primera Dama”; las pifias espontaneas del público; las declaraciones de la vocera de gobierno… etc., etc.

Sin embargo, de lo visto y oído en estos días, esta pluma “marca sus tintas” en los crespones negros que llevaban los estandartes de Carabineros en la Parada Militar, porque, si bien mis ilustrados contertulios saben que los crespones, desde la Europa medieval y hasta el día de hoy son señal de duelo y de luto, en esta oportunidad -para este “estilete de papel”- la presencia de los crespones fue algo más que un homenaje de Carabineros a sus mártires, fue una clara denuncia al país ante la inacción del gobierno frente a los asesinatos de sus hombres… ¡Chapeau por los Crespones Negros!

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