Cristián Labbé Galilea


La instalación del Consejo Constitucional fue todo un acto republicano: se cuidaron las formas y los detalles, asistieron las principales autoridades del país, se respetaron los símbolos patrios, se entonó con respeto el himno nacional, y tanto los discursos como las declaraciones fueron extraordinariamente prudentes… Daba la impresión de estar en otro país, otro planeta, otra galaxia… ¿Será cierta tanta maravilla?

El deseo íntimo del ciudadano común es que así sea, y no se trate de un destello de republicanismo fugaz esfumado a la primera de cambios. La duda es natural, porque son muchas las señales advirtiendo que: nada ha cambiado en la mente y en las motivaciones de las elites nacionales (políticas, económicas, gremiales…), y que se trataría sólo de un “gatopardismo criollo de supervivencia”… que cambia la forma para que en el fondo todo siga igual.

Las pruebas están a la vista. El Presidente en su “encantador” discurso dijo: “Quienes pensamos distinto podemos ponernos de acuerdo… la ciudadanía espera que (los Consejeros) sean capaces de ceder cuando sea necesario… que piensen en esas personas que se han comprometido a representar, en sus necesidades, en sus sueños, en sus angustias y esperanzas…”.

¿Cómo se le puede creer a quien, hace pocas horas en su Cuenta Pública”, no anunció ninguna medida concreta para morigerar las angustias de un país que se desangra (literalmente) en seguridad, salud, educación…?

Por su parte, las elites políticas no lo han hecho muy distinto. En sus intervenciones post instalación, han advertido que los Consejeros Constitucionales deben garantizar que respetarán las proposiciones hechas por la Comisión de Expertos -esos “connotados personajes” que los partidos designaron “a dedo”- por sobre la voluntad popular, expresada mayoritariamente en dos oportunidades, el rechazo y la elección de consejeros.

Es más, las cúpulas partidistas -incluidos algunos dirigentes de Chile Vamos- han manifestado, con no poca soberbia y mucho espíritu inquisidor, que esperan que las mayorías elegidas para integrar el Consejo Constitucional -léase Republicanos- estén “a la altura” y demuestren su voluntad democrática; algo así como: “ojo… nosotros somos los que damos certificados de demócratas”.

En materias económicas la situación parece seguir el mismo derrotero… Lo confirman las últimas reuniones entre gobierno y dirigentes empresariales para lograr un “pacto fiscal” que les permita acordar una reforma tributaria, útil a los intereses de ambas partes… Qué fácil parece un “arreglo” entre poderosos, pero ¿qué pasa con el resto del país, las Pymes y el ciudadano corriente, que son al final quienes pagan “las habas que se comió el burro”?

La situación que vive el país en estos días es compleja, y dista mucho de ser tranquilizadora. Pero, como la esperanza es lo último que se pierde, esta optimista pluma espera que quienes han sido elegidos mayoritariamente para redactar una nueva constitución, incluyendo sus sectores afines (léase Republicanos y Chile Vamos), tengan claro el mandato popular, y no se dejen “encantar” por cantos de sirenas que más parecen “aullidos políticos de supervivencia”.

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