Cristián Labbé Galilea
La política insiste en sorprendernos. Después de las elecciones, los perdedores -de gobierno y oposición- “no han terminado su duelo” y ya están buscándole la quinta pata al gato, a una situación súper clara: “son cuatro patas y una gran cola”; ellos deben “hacerse cargo de la cola” y renunciar al papel de consejeros de ganadores… Dice el refrán: “quien da consejo no pedido, pierde el consejo y el amigo”.
Prensa, politólogos y opinólogos, no lo hacen nada mal… sobran sus interpretaciones y recomendaciones “políticamente correctas”: que la ley del péndulo; que hay que privilegiar los diálogos; que no se puede despilfarrar el camino recorrido; que hay que blindar los bordes, etc., etc... Qué péndulo ni ocho cuartos, es algo mucho más profundo: desde hace tiempo el país reclama orden, seguridad, solución a los problemas reales… y no más “política de matinales”.
Para verdades el tiempo, y puede que no sea bella ni buena, sino tal vez dolorosa y fea. … pero debe estar siempre presente… En esta jornada electoral la verdad ha quedado “a ojos vistas”; los grandes perdedores fueron políticos -especialmente de oposición- que, desde hace un tiempo, vienen manteniendo posiciones ambiguas: el electorado los castigó por su actitud pusilánime y su poca consecuencia.
Quienes dicen representar a la Sociedad Libre y defender sus valores y principios (en jerga simple: derecha, centro derecha, derecha liberal o como quieran llamarse), pagaron el precio de haber renunciado por décadas a sus convicciones creyendo que, por ese camino, ganarían reconocimiento de sus adversarios y adhesiones de sus bases… “crassus errare” (craso error).
Lo que para los partidos de oposición parecía transable, por oportunidad y realismo político, para sus bases sólo fue oportunismo, ingenuidad o búsqueda de algún beneficio; fue simplemente… traición. No se puede estar de acuerdo con quienes buscan aprobación, si sus conductas pusilánimes, reiteradas, sólo consiguieron hacerle daño al sector.
Quienes verdaderamente creemos en la libertad, (en toda su dimensión política, económica, social, personal), asumimos desde hace tiempo, que el país venía en “caída libre”; quisimos corregir ese derrotero, en dos oportunidades, eligiendo un gobierno que decía representar dichos valores pero que, sin razón alguna, abrió compuertas para que entrara sin obstáculos la izquierda refundacional… Y, en esta elección, el titular de aquella felonía pretendió lo mismo.
Ahora es el turno de la consecuencia: los Republicanos lograron una hazaña política encomiable a través de una intensa travesía sin traicionar principios ni buscar atajos fáciles; ellos son expresión de una sociedad cansada de cocinerías y políticos de poco fuste. Por lo mismo, esta pluma rechaza decididamente “la tesis del péndulo”.
Es de esperar que elites políticas, opinólogos, politólogos y prensa, resistan a esa costumbre que les es tan propia: dar consejos, hacer recomendaciones o sugerir acciones sin que se los pidan, porque más de algún contertulio irónicamente les recordará la incongruencia que reza el viejo refrán: “consejos vendo… para mí no tengo”.
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