08 DE ENERO DEL 2020
Profundizar reformas o enrumbar hacia el colectivismo
El mundo se expandió económicamente en el 2019 en alrededor de 3%, mientras que América Latina y el Caribe apenas superaron el 0.1%. Las noticias sobre el pobre crecimiento en la región se agravan, se vuelven dramáticas, si consideramos los estallidos sociales que afectaron a Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia y especialmente Venezuela, sumida en una tragedia social sin precedentes: ha perdido casi la mitad de su PBI desde que Hugo Chávez llegara al poder.
Una mirada somera de la crisis de la región nos señala que el crecimiento económico casi inexistente es una de las principales explicaciones del problema. Y si consideramos que los precios de las materias primas seguirán estancados o con tendencia a la baja, entonces el 2020 no promete nada diferente para la región.
Las imágenes de Chile –destruido, arrasado, por la violencia de sectores ideologizados– golpean las retinas de los latinoamericanos de buena voluntad. ¿Cómo es posible que una sociedad con un ingreso per cápita superior a los US$ 15,000 y con solo 8% de la población en pobreza haya experimentado una oleada insurreccional que parece que acabará con el sistema constitucional que posibilitó el milagro económico y social chileno?
La respuesta es simple: las revoluciones no la hacen los pobres que sobreviven el día, sino las clases medias emergentes que abandonaron la pobreza y, de pronto, frente a la lentificación del crecimiento observan que el precario bienestar puede terminar. Esas mismas clases emergentes no aceptan la desigualdad de oportunidades que suelen reproducir ciertas sociedades latinoamericanas.
La pregunta entonces debería ser, ¿por qué se lentifica el crecimiento? Las sociedades de ingreso medio que, como Chile, luego de una primera generación de reformas multiplican el PBI y reducen la pobreza, de repente pierden su principal ventaja comparativa: en este tipo de países –como el Perú– ya no se puede seguir pagando salarios bajos a los ex pobres, pero tampoco se puede competir con los salarios de los países industrializados.
¿Qué pasó entonces en América Latina? El crecimiento demanda una constante voluntad reformistas de las élites y del Estado. En los países de América Latina no se lograron reformar los sistemas educativos para crear una fuerza laboral innovadora –tal como sucedió, por ejemplo, en Corea del Sur y Singapur– de cara a la IV Revolución Industrial, no se reformaron las instituciones para organizar un sistema de justicia predecible y un sistema de derechos propiedad confiable, no se resolvieron los problemas de infraestructuras para conectar los territorios de los mercados al interior de los países y en relación con el comercio mundial.
Pero lo más terrible es que las tareas y responsabilidades no asumidas son de directa responsabilidad del Estado, frente a un sector privado y un dinamismo de los mercados que explica el crecimiento y la impresionante reducción de pobreza en la región. Sin embargo, las izquierdas y las corrientes comunistas y colectivistas, de enorme influencia y preponderancia en América Latina, explican la crisis por el fracaso del sector privado y la economía capitalista. Paradójicamente exigen más Estado y proponen repetir las tragedias de los países colectivistas.
Por todas estas consideraciones en el 2020 parece que la región ingresará a su hora cero: o profundiza las reformas que consoliden economías abiertas, con predominio del sector privado, o definitivamente se enrumba hacia la tragedia colectivista que ha desatado la tragedia venezolana. En una crisis como la actual parecen difíciles los caminos intermedios. En cualquier caso, Chile es el espejo en el que todos debemos mirarnos.
Fuente: https://elmontonero.pe/globalizacion/america-latina-en-su-hora-cero
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