5 de enero de 2020

 

 

 

Tomas Bradanovic


Mi impresión es que se está terminando un ciclo en todo el mundo, el consenso social demócrata que se estableó a partir de la Segunda Guerra Mundial y se fortaleció en la post guerra, se ha venido derrumbando lentamente desde el año 2000 más o menos.

Yo me crie leyendo su propaganda en las Selecciones del Readers, la revista Life, Mecánica Popular y otras de origen Americano que de manera inconsciente nos iban infiltrando la idea del "Sueño Americano", una sociedad más segura, justa y confortable para todos donde cada uno de nosotros tendría sus necesidades básicas aseguradas desde la cuna hasta la tumba.

La antigua propaganda del Lincoln Continental es del año 1955, tengo varias revistas Life de esos años y me encanta su propaganda, algún día me dedicaré a escanear y comentar esos maravillosos anuncios donde nos vendían el Sueño Americano, que ciertamente era social demócrata y se enfrentaba a la tiranía  comunista, que también era social pero no demócrata, el socialismo puro murió antes pero ahora lo está siguiendo la social democracia, creo que vivimos tiempos maravillosos.

Crítica a la Social Democracia
(28 septiembre 2011)

En varias entradas anteriores he colocado resúmenes de lo que he leído sobre justicia redistributiva y libertad. Claro que todo eso es en el plano teórico, los problemas reales se deciden en otro plano que es la política, bien diferente de la teoría, pero siempre está basada en una de las dos teorías principales: liberalismo o igualitarismo. En esta entrada opinaré de política y como veo yo los problemas de la aplicación práctica del igualitarismo que es la social democracia. La lectura popular de los social demócratas sobre los problemas del mundo es más o menos así:

"Vivimos en un mundo altamente competitivo y excluyente que acentúa las desigualdades. Mientras los ricos se hacen cada vez más ricos los pobres bajan y bajan hasta llegar a los peores niveles de degradación. Al idolatrar la meritocracia, los que van quedando atrás no tienen manera de mejorar su vida y -al contrario- van creando una pobreza acumulativa y hereditaria.

Los hijos de los pobres van a colegios de pobres que no solo son de menor calidad sino que no cuentan con las redes sociales indispensables para tener éxito profesional y económico. El hijo de un pobre no puede soñar en mejorar su situación porque aunque se eduque, no tendrá las mismas oportunidades que el que fue a un buen colegio y que, aunque sea menos capaz, tiene amigos mejor ubicados que le ayudarán a colocarse. La sociedad competitiva produce segregación, inequidad, aumento de la miseria y un enriquecimiento obsceno de los más ricos".

La solución estándar de los social demócratas consiste en poner handicaps para emparejar hacia abajo: Si alguien gana plata hay que quitarle, mientras más gane más le quitamos (en eso consiste un sistema progresivo) para -al menos en teoría- darle a los que ganan menos. La social democracia rechaza la competencia y por eso mismo rechaza el mercado, aunque lo tiene que aceptar de mala gana, porque competir significa diferenciarse. Toda diferenciación es mala para ellos, una diferenciación grande pasa a ser obscena según el lenguaje colectivista.

A eso le llaman "emparejar la cancha" o "igualdad de oportunidades". Como la cancha no es pareja y los que tienen más están en mejores condiciones que los que tienen menos hay que quitarle a los primeros y regalarle a los segundos. Los alumnos más pobres deben tener pruebas más fáciles, las mujeres y minorías deben tener cupos especiales independientemente de su rendimiento, se les deben asegurar sus necesidades básicas a todo evento, etc.

Los que tienen éxito en cambio deben ser castigados y obligados a entregar una porción mayor de lo que han ganado por dos razones: primero porque están socialmente obligados a ser solidarios y segundo porque se presume que si han ganado más que el resto lo hicieron por medio de explotación, o sea es ganancia mal habida.

El pobre en cambio es digno de toda lástima y ayuda porque es explotado y víctima de una situación injusta, por eso el estado debe dedicar los recursos que le quita a los ricos (handicap) a ayudar a los pobres regalándoles salud, vivienda, educación y dinero en efectivo, entre otras cosas.

Esta manera de pensar contiene muchos errores y consecuencias sociales que llegan a ser desastrosas y perjudican a los mismos pobres. Los errores más básicos son:

Pensar que puede existir la competencia estableciendo handicaps: si castigamos al que tiene éxito y premiamos al que fracasa se destruye el incentivo por competir, la mayoría prefiere vivir al borde del fracaso porque recibe ayudas sin necesidad de hacer esfuerzo ni tomar riesgos. Solo los tontos emprenden, o los muy pocos que tienen algún arreglo especial con el estado para no ser tocados. Mientras existan los handicap y el progresivismo, la mayoría rehusará competir y todos querrán vivir de la ayuda del estado, es lo racional.

Creer que la plata que recauda el estado es eficientemente transferida a los más pobres: como las decisiones sobre la repartición de los recursos que se redistribuyen es tomada por empleados públicos, hay tres factores que contribuyen a que esta plata se pierda y no llegue a los más pobres. El primero -y más evidente- es la corrupción, el empleado público se puede robar la plata para si, para su familia o amigos; luego es el criterio político con que se reparte, donde el objetivo no son los más necesitados sino los que pueden conseguir más votos y finalmente está la ineficiencia, porque el funcionario público nunca tiene suficiente información para repartir de manera eficiente.

Hay muchos otros errores pero los anteriores son los principales que muestran por que los socialismos reales terminaron en sociedades opresoras, económicamente quebradas y por qué las social democracias de bienestar también terminaron quebrando, pese a que les duró un poco más la fiesta.

La competencia y el capitalismo salvaje no son "justos" en el caso a caso, porque ningún sistema puede serlo, la social democracia solo da una apariencia de justicia, una especie de lotería justiciera donde los ganadores son muy pocos y el sistema completo tiende naturalmente a la ruina después de cierto plazo. Sin embargo la competencia es el único sistema justo pues está -al menos en parte- basado en el mérito y en los resultados. Si desvinculamos los resultados de las recompensas solo podemos llegar a un sistema injusto y ruinoso.

En fin, hay muchas más críticas a la social democracia pero por mientras me quedo en estas que creo que son las más básicas.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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