lunes 28 de octubre, 2019
Pilar Molina
Algo tenemos que hacer distinto si queremos salir de la actual situación de crisis. La pregunta es de qué lado vamos a estar.
Es obvio que llegamos a un punto de inflexión. Que algo tenemos que hacer distinto si queremos salir de la actual situación de crisis que se patentizó con el millón 200 mil personas en la Alameda de Santiago y otros tantos en regiones. Sin bandera común (salvo la chilena), sin políticos, sin un programa compartido, sin un líder. Pero ahí estaban todos pidiendo un cambio.
En los próximos días hay muchas cosas por hacer y uno puede estar del lado de la solución (que es el bien común) o ser parte del problema. Veamos algunas que te dejan del lado del problema:
- Continuar normalizando la violencia, pensando que un país se puede construir y que puede desarrollarse sin asegurar el orden público.
- Que la Fiscalía no encuentre culpables y queden sin sancion quienes han saqueado un tercio de los supermercados y destruido gran parte de nuestro Metro y otra valiosa infraestructura que afecta, sobretodo, a los más vulnerables.
- Pretender arrogarse una interpretación única sobre las causas de la protesta pacífica (la violenta está en el punto anterior).
- Pretender sacar ventajas de la grave situación para satisfacer a grupos de interés que pueden ser los camioneros, pidiendo no pagar el tag, o los que continúan batallando por la asamblea constituyente y una nueva Constitución.
- Sostener que el malestar se funda exclusivamente en el modelo de desarrollo, omitiendo que es ese modelo (corregible, por cierto) el que puso a Chile a la cabeza de Latinoamérica en materia social.
- Proponer desmantelar el modelo económico, sin tener una alternativa que asegure mayor creación de riqueza para poder satisfacer las mayores demandas de un país de clase media.
- Replantear la discusión sobre la desigualdad que ya zanjó la última elección presidencial, cuando se jugaba si seguíamos buscando mayor igualdad o girábamos a mayor crecimiento para asegurar más consumo y mejor calidad de vida.
- Buscar provecho propio generando mayor caos pidiendo la renuncia del Presidente y amenazando con acusaciones constitucionales al mismo y a su ministro del Interior.
- Creer que esta crisis es exclusivamente del Presidente y que solicitando su renuncia todo se resuelve.
- Restarse de colaborar con el Gobierno para construir un acuerdo social, pensando que ello redituará a los partidos políticos que lo hacen, sin entender que ellos y el Congreso focalizan la rabia social.
- Ilusionar a los chilenos que hay una salida al margen de la democracia representativa y sus instituciones con movimientos sociales u otros derivados, arrogándose la representación.
- Continuar chuteando legislar la agenda social que tenía este Gobierno y que ahora busca reforzar en materia de pensiones, salud y oportunidades para la clase media.
- Seguir depreciando el “acuerdo político” como fórmula civilizada de sortear conflictos en países civilizados.
- Asegurar que todo se arregla con más impuestos y un Estado de bienestar, ignorando que nada reemplaza la dignidad y el ingreso de un empleo propio.
- Ignorar que la agenda corta social que se emprenda no puede hipotecar la capacidad de la economía de aumentar la riqueza porque generará mayor frustración.
- Compatibilizar la urgente satisfacción de las demandas (en materia de pensiones, salud, costo servicios públicos y otros) con la solvencia fiscal y la estabilidad económica.
- Dejar de alimentar expectativas que no se pueden cumplir sin echar el futuro por la borda.
- Pensar que podemos salvar el estallido social sin cambiar el modo en que veníamos haciendo las políticas públicas y atendiendo a los problemas de la población.
- No entender que los países no se administran como empresas. Son otros oídos, otros instrumentos propios de la política.
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