KARIN EBENSPERGER AHRENS
El 2018 fue el año en que se concretó el derrumbe de muchas certezas. Y no solo en Chile, con la crisis en Carabineros, en las FF.AA., en la Iglesia, y el desprestigio de diversos referentes políticos e institucionales. También en el mundo: EE.UU., antes líder indiscutido de Occidente, hoy genera más interrogantes que claridad sobre su rol internacional. Y la Unión Europea enfrenta desunión y el Brexit.
Las migraciones masivas muestran lo inestable que está el mundo: por una parte, representan el drama de muchísimos Estados fallidos en África y el Medio Oriente, cuyas poblaciones emigran en las peores condiciones; y por otra, han llevado al colapso de los sistemas de bienestar europeos, que no dan abasto. Sobre todo surge el problema cultural de asimilar e integrar a millones de seres humanos en sociedades que no tienen nada que ver con sus orígenes y creencias. Las migraciones han existido siempre, pero lo que impacta es su masividad en corto tiempo.
Todo esto, sumado a la creciente influencia de China y al nuevo rol de la Rusia de Putin en Eurasia, constituye un escenario internacional tensionado y muy diferente al que existía hace pocos años.
Para mí la principal pregunta, la gran interrogante, es qué pasará en el futuro con ciertos conceptos occidentales que creíamos intocables. Pensemos que solo en Occidente (es decir, en Europa y sus derivados en América), y desde hace solamente unos dos siglos, existen Estado de Derecho (Rule of Law), democracia, separación de poderes, derechos personales inalienables anteriores al Estado. La historia de la humanidad es el relato de esclavitud, teocracias, absolutismos, masas humanas muy pobres sometidas a pequeñas élites o castas o sacerdotes o reyezuelos. Y esa es la realidad aún en este siglo XXI en gran parte del mundo, en Arabia, en África, en el Medio Oriente; incluso China, con todo su avance comercial, es regida por un partido comunista único y no tenemos idea de lo que ocurre en su trastienda.
Vale la pena hacer patente los grados de libertad y derechos personales que se han logrado en Occidente, conceptos que creemos garantizados y por lo tanto no valoramos. Hay que recalcar que estos no se dan igual en otras culturas. El hecho de que gocemos de ciertos derechos desde que nacemos es fruto de un largo proceso, con muchos retrocesos, que condujo a lo que hoy llamamos Estado de Derecho: una gran excepción en la historia de la humanidad. Las instituciones que lo hacen posible son un tesoro invaluable que debemos reforzar todos los días. Velar por su buen funcionamiento depende de una sociedad civil atenta, porque las instituciones se anquilosan y corrompen. Pero por sobre todo se requiere una toma de conciencia de todos, para defenderlas con sabiduría.
Fuente: http://www.karinebensperger.com/category/publicaciones/
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