11 noviembre, 2023 

 

 

 

 

 

Pilar Molina


Esta derecha purista parece olvidar que recién el año pasado Chile se estaba jugando su subsistencia como república democrática con una opción nacida al amparo de la violencia.


No se ve fácil el plebiscito del próximo 17 de diciembre para la derecha. Se rompió el frente del Rechazo que en septiembre del año pasado cosechó el 62% de los votos en contra de la propuesta constitucional que elaboró la polémica Convención. No se fracturó porque haya algún cambio en el oficialismo. Los mismos que votaron por aprobar el denominado “mamarracho” están ahora unidos en la vereda contraria, por rechazar el texto del Consejo Constitucional. La misma izquierda, la misma posición, incluida la DC o lo que queda de ese partido. Los mismos que perdieron estrepitosamente el anterior plebiscito.

En esa elección, nadie duda que el voto obligatorio fue fundamental. Pero era fácil rechazar un texto refundacional y revolucionario, cuando además se votaba en contra del gobierno de Gabriel Boric y sus aliados comunistas, del Frente Amplio y el Socialismo Democrático. Ahora, esa masa de 5 millones de electores que entraron a la urna obligados a votar, que no quiere saber nada de los políticos ni de ajustes constitucionales que no les cambian su situación, enfrentará un panorama mucho más confuso.

A pesar del amplio rechazo a Boric y su gobierno, tiene que votar “a favor” del texto, cuando su inclinación natural sería marcar la opción “en contra” de este mal Gobierno que no ha sido capaz de enfrentar la escalada delincuencial ni el deterioro económico. Además, no menor, le va a contrapelo aprobar un texto cuando la bandera tradicional de la derecha fue que no era necesario reemplazar la Carta Fundamental que permitió a Chile crecer y convertirse en modelo entre sus pares continentales, a pesar de la majadera demanda de la izquierda por una asamblea constituyente que ya marcaba con una AC en los sufragios en 2010.

Esa masa, desconfiada de los políticos y sus divisiones, que definirá de nuevo la elección, deberá enfrentar otra confusión: que la derecha está dividida. No sólo machacan mitos desde la izquierda ahora, como que la propuesta pone en riesgo el derecho a abortar por tres causales o que impedirá la solidaridad en materia de seguridad social. Actualmente, el mensaje viene con ruido también desde la derecha porque una parte de ella está en su propia cruzada levantando argumentos que, en su mayor parte, son falsos. Sea por buscar liderazgos, diferenciándose, o por convicción, ensucian aún más el mensaje para lograr aprobar la nueva Constitución.

Esta derecha purista parece olvidar que recién el año pasado Chile se estaba jugando su subsistencia como república democrática con una opción nacida al amparo de la violencia y la destrucción que han hecho retroceder a Chile desde octubre de 2019. Tenían la mayoría y es posible que vuelvan a tenerla, momento en que desafiarán nuevamente el orden público y las instituciones democráticas para volver a tomar ellos el lápiz y escribir un texto al estilo latinoamericano. Con mucha poesía y derechos, que nos asegurarán el camino de pobreza y corrupción que transita sin traspié en el continente.

Olvida esta derecha purista, que las constituciones perfectas no existen, y pretende pasar por alto que nuestros políticos jamás aceptarán modificar el sistema electoral que nos impusieron y les asegura, sobre todo a la izquierda, hacer ingobernable Chile con los 21 partidos que se pelean en el Congreso.

Olvida también esta vertiente de derecha que si no terminamos con la incertidumbre constitucional, seguirá cayendo la inversión y empobreciéndose el país. Nadie que busca retornos para sus dineros invierte en un país que no sabe a dónde va y oscila como un péndulo. Mantener la actual Constitución no es una alternativa. Aunque la izquierda simule conformarse con lo que antes era el origen de todos los males, sigue abominándola. La usará como un puente de mecano para retomar fuerzas y volver a la batalla revolucionaria.

Aunque fuera por esas dos razones solamente -la reforma al sistema político y despejar la incertidumbre constitucional- vale la pena cerrar la brecha y apoyar con un mensaje unívoco el “a favor”.  Más si consideramos otras tantas propuestas, en materia de seguridad, derechos sociales o primacía de la libertad, que traerán de vuelta, después de muchos años, la estabilidad. Sin ésta no hay progreso y eso nos estamos jugando, una vez más, en un contexto de cada vez mayor deterioro. O ¿alguien cree que Chile está mejor que en 2019?

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/el-ruido-de-la-derecha-purista/

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