Publicada en El Mercurio, 28.10.2023
Gerardo Varela
Invitado por Picton y el Mercurio, nos visitó el ex presidente de Argentina Mauricio Macri. En su entrevista contó que,siendo gobernador de Buenos Aires, le tocaron grandes inundaciones que él decidió enfrentar invirtiendo en alcantarillas que evitaran su repetición. Mucha fue su sorpresa cuando unos políticos con oficio le dijeron que era una muy mala idea invertir en soluciones de infraestructura que no se ven y que nadie agradece. Y que era políticamente mejor esperar las próximas inundaciones y llegar rápido con colchones y bidones de regalo, que salen mucho más barato que las alcantarillas, se entregan con prensa y la gente las agradece, generando lealtades políticas indestructibles.
La historia de Macri resume el debate político en estas latitudes. Hay quienes creemos que la verdadera política tiene mucho de sudor, poco de glamour y que se debe empoderar a la gente para abrirse paso por sí sola. Y no impedirles progresar para que no tengan que mendigarles a los políticos de turno que les presten ayuda social. Esta división en Chile se da entre los que prefieren invertir en colegios bicentenarios y los que prefieren gastar en gratuidad; entre los que creen en el ahorro para la jubilación y los que apoyan los retiros; entre los que creen en las concesiones de autopistas y los que apoyan el «no más tag»
La antigua Atenas nos legó dos aportes fundamentales a la cultura occidental. El primero fue la democracia. Pero el otro y más importante fue el concepto de ciudadano. Un hombre libre, propietario de su tierra, que paga impuestos, sirve en el ejército, delibera en el ágora y comercia sus productos en un mercado. Ese ciudadano se para solo, orgulloso y empoderado frente el Estado porque tiene derechos que éste debe respetar. Mientras todo el mundo tenía súbditos Atenas tenía ciudadanos. Hoy son pocos los países del mundo que los tienen y en ellos se sustenta la fortaleza de una democracia. La izquierda que nos gobierna quiere destruir a ese ciudadano libre y cuando lo haga, con ello se irá la democracia.
Hoy nos lidera una coalición que no cree en el progreso ni en los ciudadanos empoderados. Todo pasa por el Estado y los políticos que prometen salud, educación jubilaciones y colchones gratis a cambio de votos y lealtades. Por eso, conlas más diversas excusas, quieren estatizar todo desde la educación hasta la salud, pasando por las pensiones, las aguas y el litio. Por ello no quieren crecimiento que genera empleo y da independencia a los ciudadanos y prefieren impuestos altos para financiar el gasto fiscal que crea pobreza, sometimiento y dependencia. Controlando el Estado controlan a las personas que no tienen otra opción que resignarse y someterse. Porque no hay vida oponiéndose al Estado, como se ve en Cuba donde no hay ciudadanos sino súbditos y no hay opositores sino disidentes.
La elección argentina muestra que la política de los colchones nunca está muerta. No importa la inflación, la inseguridad, el desempleo o el decrecimiento económico. Cuando una parte importante del país vive del Estado es imposible decirle que se va a acabar la agencia de empleo o la caja de los subsidios sin que esa parte se defienda. Todos saben que, a la larga, igual pagan la cuenta, pero piensan que ellos pagan menos que el resto o que la pagan último. Hoy en Chile, con un millón de empleados fiscales, ¿quién se va a atrever a hablar de reducir su número arriesgando a perder esos votos? El proyecto de Constitución aprobado tiene la virtud de mirar la política desde la sociedad civil y, entre otros, asegura nuestros derechos, disciplina la política y ordena el Estado.
En Chile enfrentaremos varias elecciones, partiendo por la nueva constitución. Nunca ha estado más clara la disyuntiva entre los que creemos en los ciudadanos y los que creen en los súbditos, entre los que creemos en construir infraestructura y los que creen en regalar colchones. Yo espero que los que estamos de este lado se unan, desde amarillos y demócratas hasta republicanos, para que primero aprueben el proyecto de constitución y después lleven a uno de los nuestros a la Moneda. Aprendamos de lo que pasó en Argentina o en España que, por dividirse para ser puristas, terminaron con colchones en vez de alcantarillas.
Fuente: Alcantarillas o colchones - Fundación para el Progreso (fppchile.org)
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