Jorge Andrés Pérez


Hay sectores de la izquierda chilena que creen que tienen la superioridad moral suficiente para forzar a la sociedad chilena su versión del golpe de estado que derrocó el gobierno de la Unidad Popular. El problema es que lo hacen imponiendo un reduccionismo moral con el parámetro único de los derechos humanos, para relativizar las variables múltiples de los “errores” materiales de la Unidad Popular. Es decir, se esconden detrás de las violaciones a los derechos humanos después del golpe de estado, para no asumir las responsabilidades de la Unidad Popular antes del golpe de estado.

La verdad que buscan imponer los herederos políticos de la Unidad Popular es que nada hecho antes del golpe por la Unidad Popular justificaba el golpe de estado por las fuerzas armadas, y lo hecho después del golpe de estado por el gobierno (o dictadura) militar. Los que no comulgan con este dogma de fe son considerados negacionistas, buscando hacer una equivalencia entre la derecha chilena que apoya el golpe militar, y los alemanes de la posguerra que debían ser desnazificados. Ésta es una analogía muy deshonesta y mal intencionada, porque no hay una equivalencia moral entre apoyar el golpe y el gobierno militar chileno, y apoyar al gobierno de la Alemania nazi.

Los nazis llegaron al poder en Alemania de manera democrática, y sin embargo se justificaba que las fuerzas armadas alemanas hicieran un golpe de estado, porque los nazis estaban arriesgando el futuro del país como si estuvieran apostando una fortuna privada en un casino de alto nivel. No hacer oportunamente ese golpe de estado al gobierno nazi tuvo consecuencias devastadoras para Alemania, que fue destruida material y moralmente producto de su lógica irredentista de apostarlo al todo o nada, que la llevó a no valorar correctamente el precio real de cometer abusos de poder en las poblaciones y territorios invadidos.

De la misma manera, la Unidad Popular llegó al poder de manera democrática, siguiendo las reglas constitucionales del Estado chileno. Pero, con la lógica del todo o nada revolucionario, el gobierno de la Unidad Popular apostó en el casino geopolítico de la guerra fría el futuro del país, llevando a la sociedad chilena a un conflicto existencial, porque no había un consenso sobre los cambios revolucionarios. 

Ahora los herederos morales de la Unidad Popular buscan imponer un consenso a la sociedad chilena sobre un “nunca más” a un golpe de estado a un gobierno democráticamente elegido. Es más, creen que pueden acusar de “negacionistas” a los que no se someten al dogma de fe del “nunca más”, porque nunca se justifica un golpe de estado a un gobierno elegido democráticamente. Pero esto es muy deshonesto, porque esa izquierda dice no renunciar al proyecto de la Unidad Popular, que supuestamente sólo fue interrumpido temporalmente por el golpe de estado. Entonces uno no puede dejar de sospechar que ese “nunca más” es muy funcional a un proyecto político que no tiene apoyo transversal en la sociedad chilena, y que entonces depende de su capacidad para apoderarse mañosamente del Estado para imponer la revolución desde éste. 

Entonces, lo más sano para el país es negarle a esa izquierda la oportunidad de empezar un proceso social de cazar negacionistas (brujas), para impedir un golpe de estado cuando en el futuro logren apoderarse del aparato del Estado. Esto no es muy democrático, ya que implica llegar al poder con una agenda oculta, que luego se ejecuta con el poder del Estado sin un consenso transversal en la sociedad chilena. Eso es lo que hizo el partido nazi en Alemania, y lo que trató de hacer la Unidad Popular en Chile.

El golpe de estado fue el producto de la irresponsabilidad de la Unidad Popular que trató de cambiar radicalmente el país sin importarle el costo humano que eso habría significado por generaciones a la gran mayoría de los chilenos. El proyecto de la Unidad Popular habría condenado a la gran mayoría de los chilenos a la pobreza económica y a la vulnerabilidad geopolítica. Que la Unidad Popular no tuviera la oportunidad de desarrollar a plenitud su proyecto, no quiere decir que no fuera nefasto para el futuro del país. El régimen nazi y la Unidad Popular sólo iban a entregar el Estado por la fuerza. Estos no son regímenes que voluntariamente entregan el poder del Estado con elecciones libres y honestas. Son gobiernos totalitarios donde el fin del control del Estado justifica los medios de la criminalidad de éste, y no hay derecho al pataleo, para siempre.

La izquierda chilena cree que el golpe de estado se dio en un contexto de normalidad institucional. Pero eso no es así. El gobierno de la Unidad Popular llevaba a cabo un experimento revolucionario que buscaba refundar el país como una utopía marxista. Que esta revolución se vendiera como una revolución con empanadas y vino tinto es simplemente evidencia del complejo fraude perpetuado. La Unidad Popular buscaba consolidar su control del Estado, anestesiando temporalmente al pueblo chileno con una fiesta campesina que comprara tiempo para conseguir los objetivos políticos.

El objetivo de la Unidad Popular era redefinir lo chileno, primero escondiendo la revolución marxista en la chilenidad de una farra con empanadas y vino tinto, para luego eliminar esa chilenidad con una identidad marxista con chancho chino y agua sin flúor. Después de apoderarse del mercado, la Unidad Popular nunca iba a poder producir con el Estado marxista, de manera eficaz y eficiente, empanadas y vino tinto en la cantidad y calidad esperada por la población chilena en sus fiestas. Afortunadamente los chilenos no llegaron a tener que agradecer a Allende el pernil de pascua (como los venezolanos hacen con Maduro).Repiten el mantra de que el golpe era injustificable, y quieren que esto sea el consenso en la sociedad chilena. Es decir, que el consenso nacional sea que la Unidad Popular debió implementar su proyecto totalitario. El problema con la izquierda chilena no es solamente su expectativa de que la sociedad chilena renuncie al “negacionismo”, sino que busca con ello que la sociedad chilena comulgue con el contenido marxista oculto de este caballo de Troya que era la Unidad Popular.

Fuente: https://viva-chile.cl/2023/08/la-superioridad-moral-de-la-unidad-popular/

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