Gerardo Varela


"Cada vez que los Estados se han separado en pequeñas naciones o tribus, empiezan las peleas internas, campea la intolerancia y se acaba la paz."


Sería trágico que Chile terminara reemplazando la mal llamada Constitución de Pinochet (hoy de Lagos) por la de Evo Morales. La Convención parece que entendió que en vez de construir la casa de todos tenía que construir un chalet orilla de playa para Evo, Loncon y sus amigotes.

Abraham Lincoln, parafraseando a San Mateo (12:25), decía que una casa dividida contra sí misma no podría sobrevivir. Lincoln estuvo dispuesto a ir a la Guerra Civil para mantener la Unión y evitar la secesión del Sur esclavista. Detrás de su decisión estaba evitar que EE.UU. se desintegrara en pequeños estados/naciones que terminaran en guerras permanentes como habían visto en Europa y cuya repetición en EE.UU. quería evitar.

Cada vez que los estados se han separado en pequeñas naciones o tribus, empiezan las peleas internas, campea la intolerancia y se acaba la paz. Lo vimos en la ex-Yugoslavia. El año 1984 en la apacible Sarajevo se realizaron los juegos Olímpicos de Invierno, donde todo el mundo admiró la convivencia civilizada de distintas culturas bajo un mismo país. Tan sólo 8 años después, tras el desmembramiento de Yugoslavia, estalló en ese mismo lugar la guerra civil produciéndose un estallido de violencia que transformó a Sarajevo en un campo de la muerte.

Este fenómeno de fragmentación acaba de provocar otra guerra más. Mientras la URSS se mantuvo unida, preservó la paz entre las distintas naciones que la formaban y desde que se dividió (plurinacional) no ha dejado de hacer noticia por sus guerras internas en que los rusos más poderosos agreden y amenazan al resto (Ucrania, Osetia del Sur, Chechenia, etc.).

La izquierda radical siempre ha visto en el Estado nación un enemigo del socialismo internacionalista y con conciencia de clase. Nunca se ha reconciliado con la idea de que los chilenos antes que ideologizados o pertenecientes a una clase social somos patriotas y por eso la Sra. Juanita, Pepe Pato; Hermosilla y Quintanilla y la Vicky y la Gaby se sienten igualmente chilenos, aman su bandera y se emocionan con el himno. Ahora esa izquierda radical y antipatriota cree que tiene la oportunidad de una vez por toda de destruir nuestra alma nacional, dividiéndola en pequeñas tribus y fragmentándonos en un estado plurinacional tan artificial como arbitrario y tan difícil de definir como fácil de someter.

Chile se ha formado con la herencia cultural y la mezcla de sangres de mapuches, españoles, croatas, alemanes, palestinos, italianos y de muchos otros orígenes. No existen chilenos de primera y segunda clase, ni existe diferencia entre los chilenos de hoy porque unos antecesores llegaron antes que otros. Somos una sociedad multicultural en que cada inmigrante nos ha enriquecido con su cultura, su música y su comida pero todos integrándose bajo un idioma, una ciudadanía, un Ejército, una historia y un territorio.

No somos Bolivia, en que la mayoría de la población se reconoce y vive como indígena. No existe un Chile plurinacional, donde cada pequeño colectivo se quiera dar un gobierno, un territorio y una justicia distinta. Ese sería el origen de nuestra pérdida de paz y libertad y el inicio de eternas rivalidades. No se construye un país inclusivo segregando. No se construye un país integrado dividiendo. Separados pero iguales fue la doctrina que amparó el “apartheid” en Sudáfrica y la segregación racial en EE.UU. No copiemos los malos ejemplos en un Chile que no nació ayer.

Chile se construyó en Rancagua y Chacabuco; en Yungay y en Iquique; en los campos de Chorrillos y Miraflores. Muchos patriotas dieron la vida para formar y legarnos un Chile libre y democrático donde se respeten y toleren todos los credos, culturas y tradiciones, pero bajo una sola nación que comparte una historia, un territorio y una raza mestiza. Somos administradores transitorios de un país. Ningún grupo de chilenos tiene derecho a destruir la obra de O'Higgins y Prat, de Portales y Balmaceda, de Frei y Alessandri. Si la Convención no lo entiende así, se enfrentará con un rechazo mayor que el apoyo que la eligió. Churchill declaró alguna vez que no lo habían elegido Primer Ministro para presidir la destrucción del imperio británico. Sería bueno saber si don Gabriel cree que lo eligieron para presidir el desmembramiento de Chile.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2022/03/04/96105/un-chalet-para-evo.aspx

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