Cristián Valenzuela


Si fuera un abusador, ojalá las feministas me traten como Motuda” comienza un twitter que se viralizó en las últimas horas y que refleja, de cierta manera, los fanatismos que predominan en la izquierda. Curiosamente, al mismo tiempo que también se difundía masivamente una declaración del periodista Fernando Paulsen que calificaba al Partido Republicano como una secta.

La inusitada reflexión de Paulsen se fundaba en la comparación entre las alianzas que hizo la centroizquierda con el Partido Comunista, con aquellas que unieron a Chilevamos con el Partido Republicano. Para el periodista, en el primer caso, se trata de una alianza de partidos cuyas diferencias son exclusivamente de poder; mientras, en el segundo caso, se trataría del pacto con una secta, compuesta por personas marginadas de cualquier consideración democrática, que tendrían una visión única de la vida y donde no existiría, a su juicio, ninguna diferencia entre ellas.

Si fuera un asesino, ojalá la izquierda me trate como a Teillier”, decía otra frase del mismo mensaje de twitter, para reforzar el doble estándar de los verdaderos fanáticos y que devela quienes son los que pertenecen realmente a una secta, de la cual varios políticos, periodistas y comunicadores son representantes destacados.

Porque a diferencia de lo que seguramente cree el señor Paulsen, en la derecha y en el Partido Republicano en particular, se condenan los abusos, la degeneración, las mentiras, los asesinatos y la corrupción. Cuando alguien del sector comete un delito, un error o una irregularidad, la derecha los condena y los sanciona, a diferencia del sector al que el periodista pertenece.

¿Cuántos corruptos de izquierda están en la cárcel? ¿Cuántos degenerados de izquierda han sido funados por sus dichos? ¿Cuántos asesinos de izquierda han sido excluidos de la participación en lo público? Más allá de contadas excepciones, mientras un sector condena duramente a los suyos, el otro los premia.

Es cosa de revisar la lista de constituyentes: en la derecha, no encontrarán a ningún degenerado, mentiroso, asesino o corrupto como candidato. La izquierda se indigna con los mal llamados “fanáticos” que, por decir las cosas de frente e incomodar a otros con sus verdades, son discriminados y caricaturizados, buscando excluirlos del proceso constituyente.

En las listas de izquierda, entre otros, si encontrará a un degenerado, como el pseudo escritor que evitó las funas diciendo que hace 10 años el lenguaje era diferente; a un asesino como el ex frentista que dejó la lucha armada para escribir la nueva Constitución; a un corrupto, como el ex senador que financió ilegalmente en campañas políticas y que ahora da consejos de cómo evitar esas malas prácticas.

Cada uno tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios datos. Si vamos a hablar de sectas y líderes carismáticos, pensamientos uniformes y visiones unívocas que solo distinguen entre buenos y malos; hablemos de la secta progresista que permea a una parte de la sociedad y que se escandaliza cada vez que alguien los apunta con el dedo y le enrostra sus inconsistencias. Esos, y no otros, son los verdaderos fanáticos que minimizan los abusos, ocultan las degeneraciones, relativizan la muerte y normalizan la corrupción cuando las comete un miembro de su tribu. Esas son, y no otras, las verdaderas sectas.

Fuente: https://www.latercera.com/opinion/noticia/la-verdadera-secta/342KN2SFNZANJONEJD5YOEGJF4/

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