8 enero, 2021
Patricio Navia
Sociólogo, cientista político, académico UDP
Cada sistema electoral inevitablemente distorsiona la voluntad popular en tanto millones de votos deben ser convertidos en un número reducido de escaños. Por eso, es responsabilidad de los partidos actuar estratégicamente para intentar maximizar la forma en que pueden lograrlo.
Aunque el año 2021 recién está empezando, se perfila una diferencia sustantiva en la política chilena respecto a lo que se vio en los últimos tres años. Mientras el desorden se apodera de la oposición centroizquierdista, la derecha chilena parece decidida a enfrentar este crucial año con unidad. Como las reglas del proceso constituyente castigan la división y la fragmentación y premian la unidad, la derecha bien pudiera aspirar a una mayoría de los escaños en la convención constitucional con un poco más del 40% de la votación el 11 de abril.
Los 155 escaños de la convención constitucional se elegirán con las mismas reglas que aplican para la elección de la Cámara de Diputados. Los electores escogen entre 3 y 8 convencionales en los 28 distritos del país para completar 138 escaños. Los otros 18 se eligen en 10 distritos nacionales para miembros de los 10 pueblos originarios. De ellos, 7 escaños van a representantes mapuche. En todos los distritos, el sistema electoral a aplicarse será de lista abierta con cifra repartidora D’Hondt. Los votantes escogen a una persona, pero los votos se cuentan por listas y los escaños se asignan por listas. La cifra repartidora D’Hondt tiende a premiar a la lista que recibe la votación más alta. Por eso, si la derecha llega unida a la elección del 11 de abril y la izquierda se presenta en varias listas, la derecha podría incluso aspirar a conseguir una mayoría de los miembros de la convención si supera un 40% de los votos en la mayoría de los distritos.
La lógica es bastante simple. En los 6 distritos que escogen 3 escaños, la derecha se quedará con dos escaños en cada distrito. En los 8 distritos que eligen 4 miembros para la convención, si la derecha alcanza un 40% de la votación y el otro 60% se divide entre tres listas de izquierda y dos de independientes (que reciban 18, 16, 14, 6 y 6% respectivamente), la cifra repartidora D’Hondt hará que la derecha se quede con 2 de los 4 escaños en ese distrito. Con el 40% de los votos, la derecha obtendrá el 50% de la representación. En los 3 distritos que eligen 5 convencionales, la derecha obtendrá solo 2 escaños (los otros irán a las listas que recibieron 18, 16 y 14% respectivamente). En los 5 distritos que escogen 7 escaños, la derecha obtendrá 4 curules. En el único distrito que escoge 8 escaños, la derecha se quedará con la mitad de los cupos. En total, la derecha podría tener 73 de los 138 escaños electos en distritos no indígenas. A la derecha le bastaría sumar 5 de los 17 representantes indígenas para lograr la mayoría en la convención.
Por cierto, con esa forma de distribución de las preferencias, ningún independiente lograría ganar un escaño. Naturalmente, cualquier cambio menor en la forma como se distribuya la votación en cada distrito alterará sustancialmente la forma en que se asignen los escaños. Pero el sistema D’Hondt premia con escaños extra a la primera mayoría relativa. Al ir en al menos dos listas, la oposición centroizquierdista está prácticamente renunciando a alcanzar la primera mayoría relativa en la gran mayoría de los 28 distritos en que se divide el país.
Es cierto que, dado que nunca hemos tenido una elección de miembros a una convención constituyente, es un error simular los resultados a partir de lo que ocurrió en la contienda de elecciones parlamentarias de 2017 o en cualquier otra contienda. Pero es innegable que las reglas del juego importan y que los incentivos de esas reglas ya son conocidos. El sistema electoral de lista abierta (se vota por personas y no por partidos) y de asignación de escaños por pacto electoral usando la cifra repartidora D’Hondt genera fuertes incentivos para que los partidos se agrupen en coaliciones amplias que aspiren a ser la primera mayoría. Los partidos de derecha se están comportando de forma estratégicamente consistente con los incentivos del sistema. En cambio, los partidos de centro e izquierda —y en particular aquellos candidatos que buscan presentarse como independientes fuera de lista— están actuando de una forma suicida. Su comportamiento hará que cualquier apoyo mayoritario que tengan se disperse de forma tal que pudieran incluso llegar a convertir un 60% de la votación en menos de un 50% de los escaños en la convención constitucional.
Cada sistema electoral inevitablemente distorsiona la voluntad popular en tanto millones de votos deben ser convertidos en un número reducido de escaños. Por eso, es responsabilidad de los partidos actuar estratégicamente para intentar maximizar la forma en que pueden convertir votos en escaños. Hasta ahora, tres días antes de que se cierren los plazos para inscribir candidatos el 11 de enero, los partidos de derecha parecen mejor posicionados para usar las reglas del juego a su favor y optimizar así la forma en que los votos por esa coalición se transformen en escaños en la elección de miembros a la convención constitucional el 11 de abril de 2021.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/patricio-navia-la-derecha-ordenada/
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