11 noviembre, 2020 

 

 

 

 

Francisco Orrego
Abogado


En ChileVamos, la delantera parece tenerla el plato llamado “El Socialdemócrata”, una suerte de jugosa chorrillana que lleva de todo un poco.


 “Los apetitos del estómago y del paladar, lejos de disminuir a medida que los hombres envejecen, van en aumento con la edad”.
(Cicerón)

Leo con preocupación que los banqueteros y productores de eventos, sector que reúne a más de 9.000 emprendedores, se lamentan por la discriminación frente a los restaurantes en materia de exigencias sanitarias. Cuesta entender las diferencias de criterio entre un restaurante fijo y uno “móvil” como sería un evento; parece más bien un asunto de ignorancia o de simple equivocación.

Junto con solidarizar con tan noble y apetitoso gremio, me resulta imposible resistirme a compararlo con la gastronomía y fauna política local. En Chile, no estamos precisamente viviendo una “fiesta de Babette”, notable película danesa que reproduce uno de los menús cinematográficos más suculentos de la historia. Un placer para los sentidos. Muy lejos del menú diario en nuestro ambiente político criollo. Veamos cómo anda su refinado paladar.

Comencemos por el restaurante “Los populares del litoral”, nuestro nunca bien ponderado Congreso. En este local, donde no necesitará reservar con anticipación (basta que asome un flash para encontrar mesa), hay toda clase de menús. Su especialidad es la cocina “underground” o subterránea, donde uno de sus principales “maître” o jefe de garzones es el Secretario del Senado, cuyo fino paladar y preferencia por los menús clandestinos lo hizo acreedor de una simple suspensión del cargo. El jurado gastronómico optó por no arriesgarse a revelar el secreto de la receta.

Por otra parte, en el comedor de la Cámara Baja destaca el mozo Hugo Gutiérrez, quien en la última maratón de garzones llegó ultimo, pues se quedó pegado en el camino insultando a personal de la Armada. La especialidad del mozo Gutiérrez es el “choro bototo” (por su obsesión con las FF.AA. y Carabineros), pero le aseguro que ni siquiera con limón se lo traga. Su trago predilecto es el “Miguelito”, un cocktail de clavos que se empina todas las mañanas. Ante todo, pido perdón al gremio de garzones por la odiosa comparación.

Luego encontramos las preferencias gastronómicas del Frente Amplio y el PC. Ellos están a cargo del “Menú Infantil, donde destacan su apetito inmaduro e irresponsable por los platos populistas. Aunque hasta el día de hoy me declaro asiduo al “Salchipap”, no me trago ninguna de sus recetas. Ni el “Jornada de 40 horas”, ni el “Primer Retiro del 10%” ni ninguna de sus variantes de comida chatarra. Acostumbrados a quedarse afuera, disfrazados en los juegos infantiles, no se hacen responsables de pagar la cuenta de sus farras políticas. Son los reyes del “perro muerto. Su mejor chef es el “Padrino de Recoleta”, que causa indigestión en amplios sectores del país, y cuyo plato recomendado es la “voltereta”, a raíz de su vuelta de carnero frente al proceso constituyente.

La ex Nueva Mayoría es un caso especial. Ni siquiera han sido capaces de ponerse de acuerdo en el nombre de su menú principal. Pero yo los puedo ayudar, porque tratándose de comida chilena, no hay izquierdas ni derechas. Bautizaría su plato favorito como “La Acusación Constitucional”. Aunque no es tan ingenioso el nombre, no les ha ido mal en la promoción. A través de sucesivos intentos, han logrado “servirse” a dos ministros del Interior, con cubiertos y servilletas, y se afilan los bigotes con el de Hacienda. Se excitan al ver sus cabezas en un plato frio y su mayor debilidad viene después del festín: les encanta bailar, pero al ritmo del Frente Amplio y el PC.

En Chile Vamos, por su lado, donde todos quieren ser el Chef Mayor, la cosa no huele bien tampoco. Muchos de ellos cayeron en la tentación de probar algunos de los menús o bocados de la competencia, sin remordimiento ni menos indisposición. A esos mismos les gusta bailar la zamacueca “Las AFP en pelotas”. Otros siguen tratando de digerir el famoso “Apruebo”, trago popular que no estaba en el menú de esta administración y que aún tiene a algunos con resaca, hachazo o caña. En este sector, la delantera parece tenerla el plato llamado “El Socialdemócrata”, una suerte de jugosa chorrillana que lleva de todo un poco. Hasta ahora nunca se ha llevado la medalla de honor del mundo gastronómico criollo, pero nadie puede dudar de su capacidad de reinventarse. Más atrás le siguen, desde la mesa del pellejo, algunos canapés presidenciables de dudosos e insípidos ingredientes. Ya conocen el dicho: “Más ordinario que canapés de lentejas”.

Finalmente, nos queda el restaurante de La Moneda. Tradicional establecimiento céntrico frecuentado por lo más graneado de la fauna política local, recientemente rebautizado después del plebiscito como “Adonde el pato cojo. Este es un espacio culinario de alta rotación de chefs, donde el último duró 98 días. Veremos cuánto dura el nuevo yogur. Considerando la dificultad de encontrar buenos chefs, ya casi no van quedando menús disponibles. En la terraza del segundo piso, bajo la suave melodía del tema “No está en mis planes un tercer gobierno”, y mientras disfruta de un suave “Marepoto”, un combinado de Martini y terremoto, podrá pedir el plato favorito: los “porotos con riendas”, a cargo de la policía uniformada, que le lleva muchas riendas y pocos porotos.

Mientras termino un “café con pierna” en mi casa, admito que mi único interés ha sido abrirle los ojos frente a la variedad de ofertas gastronómicas que habrán en las próximas elecciones. Si no quiere verse intoxicado o con una interminable -y poco distinguida- churretera, lo animo a escoger bien su próximo restaurante, chef y menú. Confío, por último, en no haberle matado su voraz apetito culinario ni su fino olfato político. ¡Bon appétit!

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/francisco-orrego-gastronomia-politica-criolla-bon-appetit/

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