08 septiembre 2020 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


 

El "bien común", esa cosa que no existe, es la que permite que el estado reprima la libertad de las personas usando la "legítima fuerza". Todos los estados son esencialmente represivos, su primera obligación es reprimir y se supone que por solo el hecho de haber nacido en un lugar se "pertenece" a esa nación, lo que trae aparejada la obligación de obedecer sin chistar cada una de las leyes y decretos. Y si no lo hacemos los organismos del estado nos meten en la jaula.

Esto no es tan terrible como suena porque ya estamos acostumbrados a esa idea y -aparte de unos cuantos antisociales- aguantamos someternos a leyes en las que jamás tuvimos posibilidad de opinar, pensando que ese es el precio que hay que pagar por vivir en sociedad. Pocos o nadie reclamará porque el estado reprime el asesinato, el robo y otros crímenes y faltas por el estilo, pero existen otras leyes que nos obligan aunque no hayamos cometido ningún delito como es el pago de impuestos, o que nos castigan aunque no hayamos victimizado a nadie, como las leyes antidrogas.

En esos casos es donde "obedecer la ley" puede dejar de ser algo que aceptamos como necesario y se convierte en una imposición muchas veces violenta y abusiva, en beneficio de otros. Así es como empezamos a perder el respeto por las leyes, y esos ejemplos son solo dos de las muchas formas en que el estado puede abusar de sus súbditos.

El hecho de que algo sea legal no lo hace bueno,  las leyes raciales del Tercer Reich Alemán; los delitos de opinión, en prácticamente todas las dictaduras comunistas que han existido; los impuestos desmesurados a cambio de pocos y malos servicios públicos, para enriquecer a la camarilla que gobierna, en fin, existen muchos ejemplos de cómo el estado puede abusar y tomar provecho a costa de sus subordinados.

No es raro que una camarilla gobernante se tome el poder para el beneficio propio, eso puede pasar de igual manera en dictaduras como en democracias y algo que está claro desde los tiempos antiguos es que  una democracia puede ser tan abusiva como una dictadura, o más. Las democracias -en su versión más perfecta- no son otra cosa que los gobiernos de la mayoría, aunque en las democracias reales normalmente estas mayorías son burladas con diferentes chanchullos. Pero incluso cuando un gobierno es mayoritario, la "tiranía de las mayorías" puede ser la peor de todas, eso creo que lo escribió J. Stuart Mill. Y también tenemos esto otro:

"Esta es quizá, la única ley económica que nunca ha sido discutida, y ello por la razón que nunca ha tenido una excepción importante: La naturaleza humana puede ser una cosa infinitamente variable. Pero tiene constantes. Una de ellas es que, ante una alternativa, cada cual guarda lo mejor para si mismo, y también para aquellos a quienes quiere más".

Eso lo escribió J.K. Galbraith en su libro "El Dinero", y la sabiduría popular lo corrobora "el que reparte, se queda siempre con la mejor parte". El estado, por tener la fuerza y las leyes de su lado, es siempre el Gran Repartidor, por eso estamos repletos de servidores públicos ansiosos de ayudar al pueblo y por eso nos embaucan con la idea que el gobierno debe repartir más, quitando a los ricos para dar a los pobres.Es impresionante que en más de 30 siglos de experiencia todavía existe mucha gente que cree en ese cuento.

Porque la realidad es que los abnegados servidores públicos, lo primero que buscan es poder repartir y  "guarda lo mejor para si mismo, y también para aquellos a quienes quiere más", eso es obvio, hay muchísima experiencia que el beneficio personal está en la esencia del poder político. Los pobres tontos creen que se verán beneficiados con el despojo, sin darse cuenta que no serán ellos los beneficiados y que cuando los ricos se larguen ellos quedarán mucho peor que antes.

Un gobierno, si así lo decide, podría ponernos un impuesto del 100% de nuestros ingresos y darnos a cambio lo que estimen necesario para mantenernos vivos produciendo. Esa era la idea básica de la esclavitud, y aunque ha sido abolida en casi todo el mundo, no es raro que los gobiernos impongan cargas tributarias totales que nos lleven la mitad o más de nuestros ingresos.

La justificación para esclavizarnos sin que una explosión de furia popular los bote, es que se trata de hacer una sociedad "más solidaria" donde los más ricos ayuden a los más pobres. Esa solidaridad obviamente será forzada por leyes e impuestos y lo que se recauda será repartido por la camarilla gobernante de la manera que estime conveniente, es decir siguiendo el principio de Galbraith de quedarse con la mejor parte,

Tal vez la democracia se está agotando y está siendo asaltada por grupos que tratan de llegar al poder para entronizarse convenciendo a la gente que es por su propio bien, de manera parecida a como aceptamos que el estado reprima los crímenes están tratando que aceptemos como deseable que gente como Florcita Motuda, Jaime Quintana o Sebastian Piñera lleguen a los más altos cargos del poder y que es por nuestro propio bien. Yo creo que esa debe ser la idea que estuvo detrás del plebiscito para hacer una nueva constitución: entronizar el engaño.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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