14 de julio, 2020
Vanessa Kaiser
Acádemica Universidad Autónoma
Cuando la sensibilidad ha reemplazado al bien común y los miembros de la nueva derecha participan de la creación de un proyecto político orwelliano que empobrece, destruye la infancia, ataca la familia y desfonda las instituciones de la República, la reacción del gobierno merece un apoyo contundente.
El apoyo de sectores de la derecha al plan político de la izquierda va desde el retiro de fondos de las AFP hasta la promoción de la Educación Sexual Integral (ESI) y el avance de proyectos inconstitucionales. Ante este escenario el gobierno ha decidido suspender “hasta nuevo aviso” el comité político ampliado que se realiza los lunes en La Moneda con presidentes y representantes de las bancadas parlamentarias del oficialismo. ¿Qué le sucede a la derecha? ¿A quién representa? ¿Para quién legisla?
Algunos opinólogos afirman que el problema radica en su entendimiento. Es cierto lo que me dijo un joven libertario: “En Chile ganan los que menos piensan”, de modo que nos queda la duda de si es tontera o interés personal. Me resisto a creer que la pandemia haya tenido efectos a nivel cognitivo en un grupo particular de la élite política. Aventuraré algunas tesis con el fin de buscar otras explicaciones posibles.
Lo primero que llama la atención es el daño que la acción de estos políticos provoca tanto a nivel familiar como económico e institucional. Para cualquiera de nosotros que haya leído o escuchado a técnicos y especialistas cuya fuente son estudios empíricos, y su norte, aportar al bien común, es evidente que el retiro de fondos sólo perjudicará a Chile, del mismo modo que la ESI daña a la infancia y los proyectos inconstitucionales horadan la República en que se sostiene nuestra democracia. Sin embargo, para los legisladores, parece que nada de eso fuera relevante o, planteado en otros términos, ya no observan en su quehacer político el bien común. Cabe preguntar entonces qué ha venido a ocupar su lugar y la respuesta la ha dado el mismo presidente de RN, Mario Desbordes. El bien común ha sido reemplazado por la “sensibilidad social”. Esa es la llave maestra de la nueva política y su éxito está asociado a los tres pilares del desfondamiento constitucional: la fantasía redistributiva basada en una oda a la igualdad que sólo conduce a más pobreza, un mensaje que lucra con la capacidad para emocionar y el resurgimiento de la práctica política fascista que amenaza la libertad de expresión y la integridad física y psíquica de las personas. Veamos algunos casos.
En una entrevista radial el diputado UDI Jaime Bellolio reconoció que la votación de varios parlamentarios en el retiro de fondos era resultado del miedo a las funas y que las capacidades de diálogo estaban absolutamente agotadas en el país. Cuando no hay diálogo es porque la palabra ha sido reemplazada por la violencia y la libertad por el miedo o sea que el fascismo se ha instalado en la esfera pública. En cuanto a la fantasía distributiva no es necesario profundizar, pero sí podemos vincularla al beneficio personal que perciben quienes explotan las emociones de los ciudadanos para obtener dividendos políticos. El problema es que, en los hechos, profitar de las emociones los arroja fuera de su habitáculo político original, situándolos en plena cancha opositora. En síntesis, quienes apoyan medidas que empobrecen a la gente bajo el manto de la bondad y las buenas intenciones han pasado a ampliar un frente cuyo proyecto puede usted revisar en los principios que sostienen los miembros de Pliego Popular.
Así, el reemplazo del bien común, cuya estructura es la institucionalidad republicana, por la sensibilidad social está dando una nueva forma al discurso, al Estado y sus instituciones. Es la forma orwelliana descrita en la obra en 1984: el Ministerio de la Abundancia produce inanición, el Ministerio de la Paz hace la guerra, el Ministerio de la Verdad sirve para fabricar mentiras y el del Amor, tortura.
Traducidos los códigos orwellianos a nuestra realidad, el retiro de fondos dejará a millones sin pensión y si la recuperan, será a costa de todos los chilenos; sí, también de los más pobres, de ahí su carácter regresivo. Pero, además, desvalorizará los fondos existentes y abre la puerta a su total destrucción y cambio por un fondo de reparto que, como vimos en el pasado, pagaba las mejores pensiones a los políticos. De ahí que el intelectual Armando Ribas dijera que los gobiernos no crean riquezas, pero tienen la capacidad para evitarla y, en este caso, destruirla. A lo que se suman sus dichos sobre que los únicos a quienes enriquece el discurso de la igualdad es a sus oradores. Así las cosas, en el nuevo Chile, los miembros de la derecha sensible promueven la pobreza al tiempo que cobran sendos sueldos y ocupan posiciones de poder desde las cuales difícilmente serán afectados por las consecuencias de sus actos.
El carácter orwelliano también lo encontramos en la ESI y la ley de Autonomía Progresiva. La ESI priva a los niños de su intimidad, con lo que normaliza aquellas conductas que permiten a un psicólogo clínico detectar el abuso infantil. Además, colectivizar la sexualidad e hípersexualizar a los niños refuerza la promiscuidad, causa directa del contagio de enfermedades de transmisión sexual. Pero lo que dice la ley es que sus objetivos son evitar ambas situaciones. ¿Qué debiera hacer un parlamentario preocupado por el bien común? Ir a la evidencia empírica. Pero como hoy se trata de sensibilidad social y el texto es coherente con ella, no es necesario. Se ve bien, se ve bonito y, por tanto, es bueno. En lo que respecta a la Autonomía Progresiva, ésta destruye la diversidad de vida cuyo origen es la familia en pos del fortalecimiento de un Estado que ha sido el principal violador de los derechos que hoy se dice querer garantizar. Son más de 1.300 niños muertos y otros tantos miles de torturados en el Sename que habrían tenido mejor vida sin la intervención del Estado hecha para «garantizar» sus derechos. Como si fuera poco, a la nueva derecha sensible no le importa que jueces activistas de izquierda gobiernen directamente a las personas destruyendo todos sus derechos individuales ni tienen en consideración la debilidad de nuestro estado de derecho y la captura del Poder Judicial. Si integraran dichas variables a su análisis serían conscientes de que en este escenario el apoyo a ESI y a la Autonomía Progresiva avanzan el modelo totalitario de la izquierda radical.
Así las cosas, cuando la sensibilidad ha reemplazado al bien común y los miembros de la nueva derecha participan de la creación de un proyecto político orwelliano que empobrece, destruye la infancia, ataca la familia y desfonda las instituciones de la República, la reacción del gobierno merece un apoyo contundente. “Hasta nuevo aviso” debiese de ser la máxima de quienes preferimos el bien común a la sensibilidad, la democracia constitucional y el respeto a los derechos individuales a la totalitaria democracia popular y una infancia sana con una educación que respete la madurez de los niños y su marco familiar antes que una hipersexualización colectivista forzada.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/vanessa-kaiser-hasta-nuevo-aviso/
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