Mayo 14, 2020 

 

 

 

 

 

Sebastián Cristi


Quienes tuvimos la oportunidad de conocer el trabajo y el honor de algunos políticos del pasado, como Sergio Onofre Jarpa o Juan Gabriel Valdés -quien llevaba como apodo orgullosamente la estampa de “El Conde”- hemos sido testigos de la degradación paulatina y constante de los políticos desde aquellos a quienes respetábamos y mantenían en alto la política chilena hasta una cantidad no menos importante de personajes que han llegado a ocupar los escaños del Senado y la Cámara Baja para saciar sus bolsillos y los intereses de sus partidos, pasando por encima de toda la ciudadanía, nuestros valores, tradiciones y, más importante aún, para defraudar a todo el electorado que confió en ellos.

La decadencia en el Congreso ha sido constante. Sin embargo ésta ha arreciado durante la última década. Hace 30 años, de haber tenido diputados y senadores como muchos de los que hoy pretenden llevar al despeñadero a Chile, las reglas de nuestra Constitución hubieran permitido desalojarlos y en muchos casos encarcelarlos por fraude, traición a la Patria y varios otros delitos que cometen casi a diario. Hoy ellos son mayoría, y gracias a esa situación circunstancial  no es posible enjuiciarlos, ya que son ellos mismos quienes finalmente deciden sobre… ellos mismos.

Comprendiendo entonces quiénes son las personas que “guían los destinos del país”, entender por qué Chile está como está no es asunto difícil. Se trata de partidos políticos dirigidos por auténticos “chantas”. Diputados y senadores que declaran abiertamente su adoración por sistemas políticos empobrecedores de naciones y, al mismo tiempo de suculentas riquezas para sus cúpulas a costa de exprimir “al pueblo” para el que dicen trabajar.

La izquierda chilena es un calco de la izquierda que vemos en países como Cuba y Venezuela: Crean un escenario de caos, de “abuso de la derecha y los empresarios sobre el pueblo”, y muchos caen ante el encanto de esta hipnotizante serpiente que, con su cascabel atrae a los incautos, engaña a las mentes jóvenes profundamente idealistas, y los utiliza para, con sus votos o por medio de la “revolución”, secuestrar el poder.

Como muchos, cuando joven también fui idealista y creí en las utopías ofrecidas románticamente por el pensamiento de izquierda. Me duró poco, en realidad caí estrepitosamente a la realidad cuando fui testigo de cómo esta ideología era utilizada por tránsfugas que utilizando su flauta llevaban a todos los habitantes de nuestro propio Hamelin hacia el conflicto y la división. Su único objetivo, obtener el poder y hundir en la miseria a Chile.

Camila Vallejo, cuando el 28 de Octubre de 2018 declaró sin pudor desde su trono de 9 millones de pesos mensuales que “prefiero que todos seamos pobres pero iguales”, es el fiel retrato de ese flautista. Y ella no es más que la cara bonita de una ideología que cada día se muestra más ambiciosa y perversa.

La semana pasada los senadores de oposición Ximena Órdenes (PPD), Yasna Provoste (DC), Alejandro Navarro (PRO), Juan Ignacio Latorre (RD) y Alfonso de Urresti (PS), introdujeron un proyecto de Ley para “nacionalizar” los fondos de pensiones, eufenismo utilizado para apropiarse de los ahorros de los trabajadores que han juntado en su cuenta personal los dineros para su pensión futura. Se trata de senadores con diferentes casas políticas, sin embargo los une un mismo deseo: apropiarse de lo que no es de ellos.

Los chilenos respiramos tranquilos cuando, por un voto, esa moción fue declarada inadmisible. Pero no duraría mucho.

El jueves por la tarde el grupo de ambiciosos honorables, decidió utilizar una trampa para reintroducir el proyecto. Esta vez decidieron presentarlo como reforma constitucional, lo que les permite sortear cualquier intento de inadmisibilidad y pasarlo directo a discusión.

Estos senadores son los actuales flautistas de Hamelin, quienes en concomitancia con sus súbditos de movimientos como No+AFP han urdido una retorcida trama para buscar el apoyo de los ratones que los siguen incluso al abismo, sin preguntas, sin cuestionamientos, sin proyecto alguno. Sólo los siguen.

De Navarro se podría esperar cualquier cosa, es el bufón de la corte. Los otros senadores son los que sorprenden, representan a sectores que no consiguen más del 3% de aprobación ciudadana pero se sienten con la potestad para disponer de los ahorros de las personas, de millones de chilenos.

Los cotizantes tienen ahorrados casi 220 mil millones de dólares. Todos corresponden a ahorros personales. Es decir que, aunque ese dinero se entregará dividiendo el capital por la cantidad de meses de sobrevida una vez cumplida la edad de jubilación, pertenece a las personas y no al Gobierno de turno, al Estado, ni menos a los diputados o senadores.

Disponer de dineros que no son propios ni expropiables es simplemente un robo, y en este caso no de menor cuantía. 220 mil millones de dólares equivalen al 83% del PIB de Chile. Es sin duda un botín muy apetitoso para quienes han llegado a la política para exprimir al país, y ese perro no quiere soltar el hueso.

Que el sistema de AFP requiere cambios, no hay duda. Deberíamos comenzar por revertir los cambios efectuados por Lagos y Bachelet que han perjudicado sin duda los montos de las pensiones en base a “pequeños cambios” que producen grandes diferencias. Quedarse con esos dineros que no les pertenecen,  ingresándolos a un gran saco en el que podrán introducir sus sucias manos políticas cada vez que necesiten financiar algún proyecto progresista o pagar favores políticos, con la excusa de construir un gran fondo “más justo” para mejorar el pilar solidario, es abrir la puerta al fraude a niveles jamás conocidos en nuestro país.

De aprobarse un proyecto de reforma constitucional como este, el Congreso habrá despojado de todos sus ahorros a más de 10 millones de personas, y esos fondos no los volverán a ver jamás colocando en serio riesgo todo el sistema de pensiones en el futuro.

Sin embargo confío en la sensatez de la mayoría del Senado y espero que tomen este proyecto para introducirlo suavemente dentro del triturador de papeles que tienen en sus oficinas.

Si ya no existe honorabilidad en los flautistas, apelemos a la sensatez de los cortesanos.

Fuente: https://lavereda.cl/fondos-de-las-afp-el-botin-mas-apetecido-por-los-politicos/

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