por Remigio de Mileto


Los DDHH, es una doctrina mesiánica, generada mediante un persistente y constante discurso, que la ha llevado a convertirse en una "doctrina ideológica".

La doctrina de DDHH desde sus inicios a mediados del siglo XX, fue promulgada dictando y creando ambiguas normas. Normas que como "Tablas de la ley" deben acatarse. Normas que con el correr del tiempo se han teñido ideológicamente.

Hoy los DDHH ya son una doctrina que ordena a los Estados miembros que penalicen conductas que en materia legal son absolutamente ambiguas y subjetivas. Un ejemplo, para la doctrina de DDHH se prohíbe el "trato degradante a cualquier persona". Pero, cual es la situación ante la detención  de un individuo que ha cometido un acto que viola la ley... aquí se genera una incongruencia ya que el sólo hecho de ser detenido conlleva un trato degradante. Y entonces, ¿Qué debe hacer un agente de orden y seguridad para detener (medida esencialmente de fuerza) a un delincuente o un violentista durante la ejecución de un acto ilegal, sin que la detención y el trato sean degradantes?

Este es un asunto "NO" trivial, porque esta misma vaguedad e indefinición tienen como resultado el paralizar el sistema punitivo, tanto de orden como de seguridad.

Son tan ambiguos y subjetivos los criterios "no" jurídicos que existen en la doctrina de DDHH, que algunos principios que por "no" ser funcionales a las políticas de estos mismos organismos, simplemente terminan ignorándose o haciendo como que "no" existiesen. Por ejemplo, en la génesis de los DDHH se postula que "toda persona tiene derecho a que se respete su vida", y este derecho estará protegido por ley a partir del momento de la concepción. Sin embargo, en la Convención de Derechos Sexuales y Reproductivos de los DDHH, se promueve el "aborto", acto que viola el derecho a la vida del que está por nacer… Una obvia ambivalencia e indefinición.

Por ello los sistemas constitucionales en el mundo deben ser precisos y claros, porque ellos se sustentan en consensos morales y las Cartas Constitucionales de cada país  no pueden ser interpretativas por tener valores que no pueden ser alterados. Pero aun así, por la vía de la interpretación abusiva de ciertos jueces que manipulan la ley según sus propios intereses ideológicos, esto se repite recurrentemente.

Preocupante situación, ya que de hecho imponen por la vía jurisprudencial, determinadas cosmovisiones ideológicas particulares de los DDHH, y es ésta subjetividad la que lleva implícita la crisis terminal de la justicia. Acusaciones imbuidas en la doctrina de DDHH, que son finalmente utilizadas "como arma ideológica" en el mundo.

La ideologización comenzó a mediados del siglo pasado en occidente, y sus influencias las vemos en la actualidad. Por ejemplo en Europa, donde el estado socialista prohibió la Titulación a aquellos estudiantes, que objetaron un programa educacional denominado "Educación para los DDHH y la ciudadanía” que impuso el gobierno socialista a toda la educación escolar. Programa obligatorio que ha provocado un gran conflicto social. Al día de hoy se han documentado más de 55.000 objeciones de conciencia presentadas por aquellos padres que se han negado a que sus hijos asistan a esos cursos. Conflictos por "objeción de conciencia" que algunas Cortes de Justicia de España han dicho que: “Dada su intensa carga ideológica, este programa está dirigido a lograr el adoctrinamiento, con el fin de captar las voluntades de los alumnos", en cuestiones sobre las que no existe un generalizado consenso en la sociedad española. Subterfugio del socialismo español, que bajo el concepto “de los derechos humanos”,  impone un programa ideológico que de hecho viola la "libertad de conciencia",  y en donde se esgrime la defensa de los Derechos Humanos y  cuyo objetivo final va en contra de la célula primaria de nuestra sociedad: La Familia.

Estos son los temas que el progresismo difunde en el mundo, en donde la mujer y el hombre se conciben sólo bajo una pretendida guerra de género. La misma contracultura que promueve el derecho universal al "aborto" a menores de edad, sin la autorización de los padres. Corriente cultural hedonista que amenaza nuevamente la vida y la familia.

Algo similar sufrió Costa Rica con la acusación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la que a fines del 2012 condenó a ese país por prohibir la práctica de la fertilización in vitro. Condena producto de un debate tan inconcluso e incierto como el de la vida humana en su etapa inicial: la de embrión. Resolución claramente imbuida ideológicamente, cuya acción fue sustentada por los criterios de sesgados funcionarios internacionales, funcionarios no electos popularmente, y cuyos dictámenes de escritorio, amenazan la soberanía jurídica y constitucional de los países miembros.

En Europa, en Alemania, en un gobierno democrático (2013), se promueve en aras de la "libertad de conciencia", la educación sexual para toda la educación.  Ante esta imposición, aquellos padres que pretendan impedir que sus hijos asistan a dichos cursos pueden ir a la cárcel.

La educación sexual a niñas y niños no es sólo de la familia, argumentaron, sino un deber del Estado, entonces partir de la educación básica los alumnos comienzan a recibir información sobre sexualidad. Muchos padres se opusieron, como el caso de "Irene Wiens", a quien los jueces condenaron a prisión por el hecho de "ejercer su derecho de objeción de conciencia"  al negarse a aceptar la orientación de la educación sexual que el Estado imponía a sus hijos.  Ella sostuvo que "el contenido entregado en la asignatura no está de acuerdo con la visión de sexualidad que queremos para nuestros hijos". Debemos mencionar que la asignatura de educación sexual en Alemania incluye escenas de sexo explícito. Cientos de casos similares se han registrado en sentencias judiciales contra padres, por el “delito” de plantear objeciones de conciencia.

Políticas de DDHH como estas u otras, vemos cómo se expanden en el mundo...cual "virus ideólogo". Políticas dogmáticas que en nuestro país, hemos presenciado como han llegado, se implantan y se extienden sin el más mínimo control.

Por ejemplo, la doctrina de DDHH ha proporcionado el soporte ideológico para corromper el derecho penal, al posibilitar que se apliquen penas gravísimas a personas a quienes se les han imputado conductas que no han sido debidamente acreditadas en juicio y con la aplicación de esta doctrina se han violado principios fundamentales del derecho penal, como son la prescriptibilidad de los delitos y de las penas, de las leyes reguladoras de la prueba, el principio de inocencia, el principio que postula que "no" puede existir condena si a la fecha de la conducta esa conducta no era delito etc. etc. Todo ello por esta doctrina mesiánica, que pasa sobre todos aquellos principios jurídicos básicos, que permiten la paz social.

Otra forma de interferir en las políticas internas de los países ha sido creando organismos dependientes de la "doctrina" de DDHH.

Es lo que ocurrió en Chile en el año 2009, cuando es creado tímidamente el INDH bajo el gobierno socialista de Lagos. Y a partir de esa fecha se ha ido ampliando y extendiendo, cual pandemia ideológica.  Creciendo día a día y ampliando la red de funcionarios y sedes a través de todo el país. Hasta que bajo la administración de Bachelet, quien para facilitar su agenda personal que la llevaría a ser nombrada Alta Comisionada de DDHH de la ONU, genera en aras de los DDHH un ingreso masivo e indiscriminado de inmigrantes a nuestro país, sin el más mínimo control o regulación, gracias a lo cual hoy sufrimos sus consecuencias.

Por otro lado y en paralelo, el INDH ya con una amplia red y sedes a lo largo del país, es un poderoso ente jurídico de derecho público y amplió su patrimonio, financiado con el impuesto de todos los  chilenos e incluso con aportes internacionales (lo que facilita las influencias foráneas).

El INDH está hoy cooptado por burócratas generosamente remunerados, quienes han actuado desembozadamente y con torcidos argumentos jurídicos, potenciando una severa crisis social que se originó en la segunda quincena de octubre de 2019, y que está aún en estado de latencia. (Lo que veíamos al inicio como no trivial, ya que coarta el actuar de los agentes del orden).

Un INDH, que sólo atiende las transgresiones del Estado y que afectan a quienes les son políticamente afectos, teniendo en su proceder un quehacer totalmente discrecional y arbitrario que viola el artículo 7 de la Constitución, negando toda intervención cuando las transgresiones afectan a víctimas que no comparten su agenda política, por evidentes que ellas sean.

Este organismo dotado de enormes medios económicos, ha demostrado que es capaz de neutralizar el rol de las fuerzas de orden, haciéndolas completamente estériles para controlar el orden público. (Con el claro testimonio de todos y cada uno de los ciudadanos a finales del 2019)

He aquí, el motivo y causa del descontrol absoluto que ha destruido la convivencia en Chile desde los inicios de la crisis de octubre y en donde funcionarios del INDH observan y se involucran en reventones de violencia criminal en las calles, ocupados en verificar las conductas de los policías que resisten la violencia criminal y protegen la paz social. Hemos visto, hordas de delincuentes transgresores atacando violentamente a la policía y buscando destruir la integridad física de los agentes de orden, pero estas violaciones de derechos humanos no son objeto de denuncias o interés de estos burócratas, ya que la violencia que ellos ven es sólo de aquellos que controlan y se defienden, y a estos los acusan y condenan.

Cómo sumatoria, y como caja de resonancia para remachar y dar respaldo a este sinsentido, periodistas ideologizados martillan el cerebro de los telespectadores, repitiendo reiterada e incansablemente escenas donde policías atacados se defienden de una violenta turba. Una escena surrealista que insulta la racionalidad de los ciudadanos y es promesa del caos.

Tan absolutos y dogmáticos son los principios, que cuando el director del INDH-Sergio Micco, a quien pareciera que algo de cristiano le queda, afirmó en una entrevista que "no hay derechos sin deberes"; la ola de insultos y descalificaciones de los consejeros y medios sociales de marcado tinte ideológico de izquierda se le vino encima. Lo acusaron de relativizar los DDHH y desconocer fundamentos básicos de su doctrina. (¡Sin comentarios!!!)

En resumen, los DDHH elevados a la altura de dogma sacrosanto no son más que un código jurídico deliberadamente impreciso y vago, destinado a ser usado por las potencias y por burócratas “progres” para desarrollar agendas políticas antidemocráticas. Los criterios para ignorar, condenar o culpar en materia de DDHH, están discrecionalmente en manos de políticos y/o funcionarios que están prontos para enjuiciar o condenar a naciones menores como la nuestra, con claros fines ideológicos.

Los resultados están a la vista, la adhesión a estas normas ideologizadas cuyas fuentes doctrinarias son mandatadas por organismos internacionales, apunta tanto en su horizonte como en sus fines a demoler los conceptos de familia, de propiedad, cultura y patria. Fines que en última instancia atentan contra La Libertad de todos y cada uno de nosotros.

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