13 de abril de 2020 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Tengo la suerte que por mi edad- 65 añitos- tuve el privilegio de conocer la política chilena de los años 60, 70, 90 y lo que vino después hasta ahora, también conocí la política durante el Gobierno Militar, pero no participé en nada, a diferencia de los otros períodos donde si estuve metido, desde chico, en campañas electorales o como simpatizante de algún sector político. En base a estos recuerdos se me ocurrió escribir como era la política de "antes" y como se compara con la de "ahora", al menos en mi opinión. Mi intención es escribir tres entradas, ojala cortas, con los períodos 60-70, 1973-1998 y 2000-2020. Aquí va la primera:

Años 60-70

En 1964, cuando yo tenía 9 años tuve el privilegio de subirme al "Carro de la Victoria" de Eduardo Frei Montalva, porque mi mamá era militante de la Democracia Cristiana y los niños de esa época éramos mucho más precoces que los de ahora. Recuerdo muy bien esos años porque entre 1964 y 1970 -si la memoria no me falla- "éramos gobierno" y en mi casa de la Población Santiago pasaban metidos las grandes figuras como Bernardo Leigthon, Rafael Agustín Gumucio y varios otros, que llegaban con cosas para "tomar once" como llamamos en Chile al té con sandwiches que se prepara en la tarde.

Esos eran los años de la política de los banquetes, completamente distinta de la de hoy, donde los políticos simplemente reclutan a gomas asalariados -"territoriales" les llaman- para que le hagan el trabajo sucio y les eviten la necesidad de juntarse con el rotaje. Los partidos políticos de esos años eran totalmente diferentes, aunque tenían en común  el clientelismo, las falsas promesas, el reparto de favores y todas esas malas prácticas, más viejas que sentarse en el poto, que persisten hasta nuestros días.

La diferencia de fondo era que los partidos eran una especie de club social, donde se juntaban los amigos a conversar, jugar al cacho o los naipes y principalmente a comer y tomar. Eran los años de la "Política de los Banquetes" sobre la cual ya escribí hace un tiempo, siendo los Radicales quienes llevaron esta costumbre a su nivel más elevado en sus famosos clubes.

Otra diferencia es que en esos años las "figuras" políticas tenían interacción directa y muy frecuente con los militantes, no tenía nada de raro que un zapatero, un obreros de la construcción o una familia en la peor población de Chile, como era nuestro caso, conociera personalmente e los peces gordos de los partidos, porque estos se tomaban su trabajo muy en serio y pasaban todos los días preocupados de atender bien a sus clientes. Recuerdo que la relación entre jerarcas y humildes militantes, en todos los partidos, era amistosa y muy horizontal. Un político "echado para atrás" como los actuales, no duraba nada en el partido, no servían.

Habían entonces, tal como hoy después del desastroso cambio de binominal a sistema proporcional, partidos minúsculos, algunos formados por una persona y sus amigos, en broma se decía que solo tenían la campanilla y el timbre, eran más o menos equivalentes a los actuales Humanistas en cuanto a irrelevancia, pero como habían conseguido colarse al poder y tener uno o dos votos en el parlamento, muchas veces se convertían en importantes porque daban el voto de desempate.

No quiero alargarme ni entrar en detalles porque no terminaría nunca, mi impresión sobre esa época podría resumirse en una pocas palabras: la política era una porquería antes como ahora, estaba llena de corrupción, engaños, demagogia y todo eso que la hace despreciable, pero la actividad política, partidista era infinitamente más divertida, hasta los niños participábamos, los políticos tradicionales se preocupaban de hacer bien su trabajo, metían las patitas al barro y se mezclaban con la chusma, conscientes que eran los que les daban de comer. Como dije al principio, para los militantes, que eran muchos, era como un club social, muy divertido por lo que recuerdo…

P.D. Recuerdo una anécdota que siempre cuenta Daniel Viera sobre como era la política a principios de los años sesenta y ellos estudiaban y vivían al tres y al cuatro en el pensionado de la Universidad del Norte. Cuando llegaba un pez gordo de Santiago, organizaba un banquete y fuera del partido que fuera iban los mismos estudiantes del pensionado a remojar la garganta y llenar las tripas, haciéndose pasar por la "juventud radical", "juventud conservadora", "juventud demócrata cristiana" o lo que fuera, eran siempre los mismos y como los tipos venía de Santiago jamás se daban cuenta. Entonces, en mitad del regado banquete se paraba el joven Julio Gaete, que cuando niño iba a escuchar los discursos del congreso y hablando a nombre de la juventud de lo que correspondiera, proclamaba al político candidato a presidente de la república, algo así era la política antigua.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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