08 de junio, 2019
Manuel Bengolea
Economista
Cómo hacer para que los políticos sean más responsables con el dinero de los contribuyentes es el problema que debemos solucionar, y que la reducción del número de parlamentarios no resolvería.
Tal como se esperaba de la cuenta pública, los políticos de oposición opinaron que fue mala y el oficialismo que fue maciza. Sin embargo, aunque no está claro el porqué, el “rating” aumentó a 27%. ¿Fue el horario o a los chilenos les comienza a preocupar la falta de progreso? Es más, según encuesta Cadem, un 61% de sus encuestados evaluó positivamente el discurso del Presidente Piñera. Y si nos basamos en esa misma encuesta y los resultados de los dos gobiernos anteriores, entonces el usual y significativo bajón no existió en esta ocasión.
La pregunta del millón es qué causó que la evaluación ciudadana de la cuenta pública no cambiara respecto de la del año anterior. ¿Será que la decisión sobre quién administre el 4% de aumento en el ahorro previsional recaerá en nosotros, y no en el ente estatal que podría ser capturado por los políticos? ¿O será que reducir el número de parlamentarios, que prometería poner fin a esos que ganaron con el 1% de votos, es un néctar para nuestra fantasía de querer tener parlamentarios que se preocupen de la gente y sus problemas, y deshacernos de los censores de la moralidad y el comportamiento, de los bufones que quieren entretener a todo evento, y/o de los que empuñan la justicia social como objetivo primordial, pero la olvidan convenientemente cuando son gobierno?
Los chilenos hemos gastado, por cuenta de los políticos, cerca de US$2.500 por persona en los últimos 5 años. Le aseguro que las familias no entienden qué hicieron con ese dinero.
La posibilidad de que alguien con autoridad, como es el caso del Presidente Piñera, quiera despojar algo del poder de los políticos, reduciendo la cantidad de representantes tanto en el Senado como en la Cámara, satisface a la gran mayoría de los chilenos. Pero reducir el número de parlamentarios no resolverá el problema, y esa es mi inquietud. La política hoy es un trabajo de cómo lograr ser electo, por lo que el aspirante se concentra en conseguir la mayor cantidad de votos posibles, y luego de ganar se enfoca en cómo transferir los recursos que administra para que sus partisanos estén contentos. Hasta aquí todo tiene su lógica; el problema es que el traspaso de recursos tiene sus límites. Por una parte, la transferencia sin la lista de deberes crea dependientes del Estado, no ciudadanos responsables que exigen derechos, pero están conscientes de sus deberes. Por otra, la escasez de recursos es un tema que todos conocen a la perfección, pero insisten en olvidar, y quienes pagan son todos los contribuyentes.
Simplemente es inconcebible que el costo del mal gobierno lo pague sólo el contribuyente, y el que lo propuso e implementó sale como Pedro por su casa.
Cómo hacer para que los políticos sean más responsables con el dinero de los contribuyentes es el problema que debemos solucionar, y que la reducción del número de parlamentarios no resolvería. Tampoco se resuelve exigiendo preparación previa en economía básica; cualquier persona con dos dedos de frente sabe que no debe gastar más de lo que gana, excepto los políticos con el dinero de los contribuyentes. Una solución sería que las asesorías parlamentarias pudieran ser otorgadas sólo por entidades competentes y registradas, con financiamiento estatal directo y no controladas por partidos políticos. Tal como ahora existe un Consejo Fiscal autónomo, podríamos tener un evaluador independiente que calificará el mérito ex-post de las políticas públicas. Y tal como nos sucede a la mayoría de los chilenos, el que la embarra, paga. Así, quienes las propusieron e implementaron tendrán castigo si no funcionan. Simplemente es inconcebible que el costo del mal gobierno lo pague sólo el contribuyente, y el que lo propuso e implementó sale como Pedro por su casa. Muchos de nuestros políticos, de todos los sectores, han demostrado total irreverencia por el costo de mantenerlos ejerciendo su función en el Estado y lo que es aún peor, no existe tan solo una multa por los desaguisados que sus acciones dejan.
Es importante recordar que en los últimos cinco años, los ingresos fiscales por concepto de alza de impuestos aumentaron desde los US$43 billones a US$54 billones. La deuda pública, en igual período, subió en términos netos US$34 billones. Es decir, los políticos han conseguido gastar en los últimos cinco años cerca de US$45 billones adicionales, y no sé si la gente lo ha notado. En números redondos, los chilenos hemos gastado, por cuenta de los políticos, cerca de US$2.500 por persona en los últimos 5 años. Le aseguro que las familias no entienden qué hicieron con ese dinero.
Creo que llegó la hora de exigir a los políticos que nos rindan cuentas, como por lo demás lo hacen en países desarrollados. Esto requiere un cambio que obviamente no puede venir desde ellos mismos -eso sería como dejar el ratón cuidando el queso-, sino más bien de un cambio de actitud de quienes los financiamos, los contribuyentes y un cambio en la institucionalidad que los regula. Nuestros políticos saben cómo gastar, pero deben aprender a hacerlo eficientemente y responsablemente. Como dijo Mark Twain: los políticos y los pañales se tienen que cambiar a menudo, y por la misma razón.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/manuel-bengolea-politicos-en-panales/
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