Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Como la mayoría, muchos usamos el WhatsApp para enviar mensajes o establecer una conversación de pocas palabras. Sin embargo hay oportunidades en que el aporte de uno moviliza el interés de otro para investigar, profundizar, en definitiva para ampliar el conocimiento. Fue el caso de un amigo diplomático que respondiendo a mi comentario sobre la educación y cultura del pueblo, hoy empobrecida por el empeño ideológico de destruir toda tradición, todo fundamento de la vida, toda concepción de la naturaleza del Ser y el rompimiento con la triada de la búsqueda de la belleza el bien y la verdad.

Tres conceptos odiados por la izquierda que los califica “como alineación fundamental de las tradiciones añejas del catolicismo”. Con lo cual, en su ignorancia, reniegan de Aristóteles y por cierto de Santo Tomás.

Pero volvamos al inicio, este amigo diplomático para reforzar las ideas que se cruzaban en el chat recomendó leer un interesante libro titulado “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine, quien a su vez aclara el oximorón del nombre  “la paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficio…”

Sin duda su planteamiento apunta a poner en el centro de la atención reflexiones que defiendan todos los saberes, cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista.

Existen saberes que son fines por sí mismos y que, precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial, pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. Continúa el autor: “en este contexto considero útil todo aquello que nos ayude a hacernos mejores.”

Hoy vemos que escuelas, universidades, centros de investigación bibliotecas, archivos o museos están minadas en su base con la lógica del beneficio; producir ganancia rápida, no importa despreciar las humanidades. Hoy se escucha decir con frecuencia que el país ha exagerado por comercio el número de profesionales independientes y faltan técnicos. La pregunta que asoma a la razón ¿Y qué diferencia habría entre uno y otro, si la formación en cualquier centro técnico profesional será la misma, carente de humanismo y con desprecio a la historia, a la filosofía, teología, estética, moral y muchas otras que, encerradas en bibliotecas, archivos o museos constituyen la riqueza de la sociedad y que se deben preservar a toda costa?

El mundo se ha trasformado en un escenario donde solo actúan deudores y acreedores y existe una catedral mundial llamada Foro de Davos donde se discuten presupuestos y finalidades de cómo aumentar la riqueza de las élites dominantes. En su afán de controlar el mundo por medio del dinero han puesto en práctica, con los serviles de gobiernos progresistas, mecanismos contrarios a la naturaleza con el propósito mentiroso de salvarla.

El caso de Valencia y Granada es un ejemplo de estupidez humana. La lógica del beneficio y disminución del “calentamiento global” ha permitido que gobiernos progresistas fanáticos destruyeran más de 125 represas o murallas contenedoras de aguas lluvias, provocando un desastre social y ecológico de magnitud inimaginable, donde la muerte ha cobrado el precio de la ignorancia con la cual soberbiamente quieren aniquilar la razón.

Esto ocurre porque la “dinamitación” que han hecho de la enseñanza humanista hace ver a los que llegan al poder al hombre como utilitario, como simple elemento de consumo, no importando la naturaleza y su dinámica. El objetivo es poder controlar y sojuzgar toda posibilidad de tener pensamiento propio. Ya lo decía en otra columna “el hombre es el propio lobo del hombre” tomando a Thomas Hobbes como referencia.

Y que quiere decir esta frase famosa que en latín se expresa “homo homine lupus” y se cita con frecuencia hoy más que nunca, cuando se hace referencia al origen individual, egoísta y violento del hombre en nuestra sociedad.

En este punto me quiero detener para hacer una reflexión necesaria, ya que vivimos tiempos de crisis en toda la extensión de su significado. Se busca superarla y en esto la política mal entendida y los políticos comprometidos en la lucha por el poder esgrimen que hay que salir de la crisis con “austeridad”, como si ello fuese la palabra mágica que abre la farmacia y aparece ese frasco de remedio que en su etiqueta dice “dura austeridad” recomendado por los políticos ECONOMISTAS y con cuyo remedio están debilitando al enfermo de manera inexorable. Sin un asomo de vergüenza, no se han preguntado por qué razón las empresas y el estado han contraído tales deudas. El rigor extrañamente no hace mella en la rampante corrupción y en las fabulosas retribuciones a fachadas políticas, desde fundaciones dedicadas a pintar fachadas o al financiamiento “legal” de la política. A estos economistas políticos, carentes de conocimiento humanista les da lo mismo que el precio lo pague la clase media y los más débiles. Sin ir más lejos, derecha e izquierda aprobaron una ley impositiva aberrante que obliga a los emprendedores, trabajadores de pymes, por ejemplo en ferias libres, que venden su propia producción trabajada  en huertos o pequeñas parcelas a pagar impuesto por su trabajo. Ya lo hicieron, pagaron al comprar los insumos para producir, ahora pagarán por venderle la verdura o fruta a la sociedad. Todos seres más débiles y humildes, desposeídos de su dignidad.

Así trabaja hoy el mercado y así los dioses de la economía quieren dirigir el país.  Evítelos, impida su avance, es su obligación por mucho que le baile con un animador o le presente sus blusita de manufactura casera.

No se trata de eludir pagar las cuentas que no cuadran y que tanto daño han hecho por nuestra irresponsabilidad cívica. Pero tampoco es posible olvidar la sistemática destrucción de toda forma de humanidad y solidaridad. No permitamos, como en el Mercader de Venecia, la libra de carne viva de quien no puede restituir la deuda.

Con crueldad política sus huestes destruyeron fuentes de trabajo privados y públicos. Las empresas despidieron trabajadores para equilibrar el daño causado y el gobierno aumenta los empleos estatales sin sentido y a altos costos. Se destruye la enseñanza, los colegios convertidos en núcleos de guerrilleros o terroristas, los jardines infantiles con políticas horrorizantes  creando una confusión psicológica en los niños que vuelvan a su casa sin distinguir si son  hombres o mujeres. Los defensores del feminismo convertidos en sus verdugos violadores.

La autoproclamada candidata de la pseudo derecha izando la bandera de la diversidad y destruyendo el patrimonio artístico cultural de la comuna. Que sepa a los cuatro vientos: destruyó  14 esculturas de mármol que representaban los bustos de los  grandes compositores de la música clásica y como si fuera poco agarró una pala mecánica y  tapó con tierra el museo de los tajamares, lugar donde se encuentra el muro histórico mejor conservado de las defensas del río Mapocho, construidas por el virrey del Perú  y gobernador de Chile Ambrosio O’Higgins y por el arquitecto Joaquín Toesca.

Dos ejemplos elocuentes que gritan al cielo y que reciben, de alguien que desea la presidencia de Chile, solo humillación y desprecio por la historia y su arte.

Mientras esta mujer tapa con tierra la historia para “no tener problemas de delincuencia”, en España existe un museo formidable dedicado a las obras hidráulicas de la colonia española en las américas. Ahí están diseños y mapas del trazado de los tajamares y su maqueta, así como también la más grande obra de ingeniería hidráulica de la época que fue el unir el río Maipo con el Mapocho a través del canal San Carlos.

¿Qué hizo en 8 años de alcaldesa para recuperar tan rico patrimonio histórico? NADA absolutamente NADA.

¿Que hizo para devolver a su sitio al héroe de la guerra del Pacífico el General Baquedano?   NADA  . Hacerlo le habría restado votos de la izquierda para su ambición.

Medite señor, señora, está en peligro no solo el país. Está en riesgo la cultura occidental.

Hay contadores de votos a los que solo les interesa ganar y sobre falsas alianzas solo ven el enemigo en la vereda del frente, sin darse cuenta que el demonio y el mal se ha instalado en su propia casa. En la calle Suecia y en Antonio Varas están las catedrales del mal donde se adora la utilidad del mercado y la riqueza material, despreciando el cultivo del alma del pueblo. Es ahí donde van a orar las cúpulas empresariales que tienen a su vez la academia del mal en calle Sotero Sanz.

Son ellos los que empujan hoy día a una de sus sacerdotisas a liderar la matanza de los valores de occidente.

Así se presenta el panorama.

Entonces Ud. y yo reclamamos “el derecho a tener derechos” para así retomar una idea de Hannah Arendt donde el ser humano  queda de hecho sometido a la hegemonía del mercado con el riesgo progresivo de negar todo respeto a la persona y transformando a los hombres solo en mercancías y dinero .Este perverso mecanismo económico ha dado vida a un monstruo sin patria y sin piedad, que acabará negando a las futuras generaciones toda posibilidad de esperanza.

En este brutal contexto, la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el horizonte civil que debiera inspirar toda vida humana. En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo, más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro  porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio, mientras que resulta más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte.

Esta es la encrucijada que no se resuelve con el mal menor ni con la madre de las batallas en la región metropolitana. Se resuelve solo con la firme convicción de quienes fuimos votos nulos, blancos y abstenciones, por sobre derechas e izquierdas, que somos un tercio del padrón electoral y por tanto exigimos ser escuchados. Llegará, así lo espero, el capitán general que lidere esta batalla de la verdad sobre la mentira, del bien sobre la maldad, de lo bello por sobre la fealdad y volvamos a poner en el lugar de la vida de todos a Dios, cualquiera sea su religión. Lo necesitamos más que nunca, solo con fe, paciencia y convicción se abrirán de verdad las alamedas de la seguridad y tranquilidad, del trabajo y bienestar, de la identidad y soberanía de un Chile grande y libre.

 

Nota :artículo basado en el Manifiesto de Nuccio Ordine y ensayo de Abraham Flexner

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