Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Ha llegado a mis manos una de las últimas obras del filósofo francés Alain de Benoist titulada “Los  demonios del bien” y basado en su lectura he escrito esta columna para referirme a los 50 años que pretende celebrar el actual gobierno y cuyo objetivo ha sido como un tiro salido por la culata.

Sin duda alguna que no es menor en la historia de un pueblo con poco más de 200 años de independencia y 500 en la historia de la cultura occidental, un periodo de 50 de su propio pasado, en el cual se vivió la más dura lucha ideológica y partidista encabezada por un revolucionario de salón llamado Salvador  Allende.

Quizás como nunca se han escrito todo tipo de documentos, ya sean artículos, comentarios, crónicas, incluso libros para relatar y analizar ese negro periodo de la vida nacional en que una minoría quiso imponer por la fuerza un proceso revolucionario comunista como los que imperaban en algunas naciones. Y en américa latina, Cuba era la pila bautismal  de ese proceso que se quiso imponer en Chile y que da cuenta de la necesidad que el pueblo tuvo de pedir a través de sus instituciones que se respetara  el clamor popular y así intervinieran las FFAA y de Orden, para devolver al país la tranquilidad necesaria restableciendo el estado de derecho y luego un progreso material y económico sostenido.

Contar la historia desde una mirada oficialista, es decir bajo el prisma del actual gobierno, no sólo es burlar el sentido común sino toda estructura ética y moral y es aquí donde radica el problema fundamental, queriendo  imponernos un nuevo orden moral.

Siguiendo con la lectura de De Benoist, él refresca la cita de  Tocqueville, quien indicaba “en los siglos democráticos, los hombres raramente se sacrifican unos a otros, sino que muestran una compasión general por todos los miembros de la especie humana“  Lo indicado es del todo exacto, aunque no sé si está tendencia deba anotarse a cuenta de la democracia, ni siquiera al proceso de “igualación de condiciones“ que el mencionado autor hacía ir a la par., comenta el importante filósofo francés afirmando; “Es el papel de la burguesía, cuyo advenimiento al poder marginó los valores aristocráticos y los valores populares sustituyéndolos por las “pasiones debilitantes” y que son las responsables del característico aumento del egoísmo y preocupación por el bienestar, como por el deseo de seguridad”…

El hecho es que estas pasiones debilitantes en las últimas décadas no han dejado de inflarse y sobresale en ellas  la creciente moda de la ideología de los derechos humanos, la cual hace la contribución principal para toda esta nueva forma de enfrentar el desarrollo material y espiritual de la sociedad. El egoísmo no está menos presente pero está vestido con trajes humanitarios, rebosante en un discurso lleno de ñoñerías, un verdadero discurso de la tontería, evocando la dictadura de los buenos sentimientos que como una catarata de agua tibia se vierte diariamente sobre las masas a través de los medios de comunicación y redes sociales afines a sus objetivos.

En esto último y aunque parezca mentira la U. Católica  lleva el pandero hasta con el sagrario de la vicaría de la solidaridad a cuestas para impactar con su performance celebratoria.

Esta doctrina de los derechos humanos que hoy permea a las izquierdas y a las derechas es la nueva beatería, llena de un moralismo plagado de vicios y mentiras.

Esta beatificación contemporánea tiene múltiples fuentes, siendo una de ellas la incultura grande y creciente que se despliega en todos los niveles y en todos los medios. La razón de muerte en la izquierda está siempre operando  en contra de la razón mercantil y capitalista, pero aquí es la muerte del espíritu de lo que habría que preocuparse.

Si los hijos de las familias del 73 eran de una media más cultivada que sus padres, hoy es a la inversa. La crisis de la institución escolar es más que conocida. La escuela desde hace mucho tiempo ha dejado de educar y cada vez tiene peor su tarea de instruir. Para que hablar de las Universidades en su conjunto, que renunciando a la formación humanista fabrican profesionales a destajo pero vacíos de espíritu como de pensamiento crítico, tan pronto como se extienda la idea de que es básicamente inútil aprender otra cosa que no sea lo que se puede poner en práctica inmediatamente.

Más curiosidad y más interés por lo que pasaba “cuando aún no se había nacido” ¿Qué sentido tiene saber, por cierto, ya que todo está ahora en internet? Semejante actitud no es una prerrogativa de los jóvenes de hoy. Cuando en el pasado se escuchaba a un líder político, uno se podía dar cuenta del contenido del discurso por la cualidad del lenguaje y su manejo, donde habían  grandes oradores que manejaban más de 4.000 mil palabras  y una mística que hacia vibrar los espíritus en la defensa de cada una de sus convicciones. Hoy escucho hablar a Piñera, Bachelet, al actual presidente y a los políticos que están en la cartelera del show business y francamente es penoso, no dominan más de 400 palabras, carentes de mística y pobres de un altruismo elocuente. Para que hablar de la mayoría de sus secuaces, no saben articular una idea congruente para que siga el hilo conductor de un pensamiento coherente.

Es la ruina cultural la que hoy se ha hecho del poder.

De Benoist cita al filósofo  Gilles Deleuze quien denunciaba en su tiempo la “nulidad de los nuevos filósofos” y señala que en nuestra época “mientras más débil es el contenido del pensamiento, más importancia tiene el pensador; cuanta más importancia tiene el tema tratado más importancia tienen los enunciados vacíos”. De paso, criticaba también las lecciones de adiestramiento que los entrevistadores hacían sufrir a los autores, obligados por el marketing intelectual: los periodistas se convierten en los nuevos autores y los escritores que todavía deseen ser autores deben pasar por los periodistas, o convertirse en sus propios periodistas más bien llamados falsarios de la pluma, quienes por su mediocridad y vacuidad deslizan la literatura hacia la prensa del escándalo o los programas de variedades. Existe una vieja tradición del terror intelectual que no se basa en ningún fundamento ideológico serio, pero sirve de garantía y alivio a una casta de privilegio. Así que nada de atacar a ciertos artistas o intelectuales sino Ud. corre el riesgo de ser “fascista”

Es lo que está pasando con la gran mayoría que habla de la verdad histórica.

Por otra parte, las encuestas de opinión ciudadana dan menos de un 1% de importancia a la celebración que comento, donde una danza de millones robadas al estado se ha puesto al servicio de un proyecto político que afirme lo sustentado por Boric. El cual, en su delirio, no cambiará nada de su proyecto político y solo estratégicamente juega con las comunicaciones.

La derecha, estúpidamente, cae en el juego por ignorancia, cobardía y empujando  a Piñera a subirse al avión con Boric quedan felices al decir que fue un diálogo franco: sin duda que de sordos.

Por otro lado  se enaltece a aquellos acogidos en los principales medios y de ellos se habla con propiedad en círculos de la derechita, por cierto  vacíos, donde mueven las plumas como una gallina vieja que de tanto renguear acarreando a cuestas los derechos humanos, ya nadie le cree, pero para ese círculo es lo políticamente correcto.

En esos coloquios se aplauden a semi incultos que hablan de todo pero que no saben de nada.

También se presentan los libros edificantes, los artículos lacrimógenos, los discursos bien pensantes que seriamente solo servirían para folletones parroquiales.

En una oportunidad hablando de mensajes, Marais le dijo a Luis  XIV “hay dos cosas en su oficio a las que no podría acomodarme… comer solo y cagar en compañía”.

Podría verse aquí una prefiguración metafórica del político o periodista como del intelectual ideológicamente comprometido: se vacían fácilmente en compañía pero siguen solos masticando su miseria.

Eso es lo que está pasando con la celebración de los 50 años en que el comunismo cayó estrepitosamente en Chile, adelantándose en 16 años a la caída del muro de Berlín y al fin de la era marxista en occidente como estructura política gobernante a quien Allende llamó el hermano mayor: la URSS.

Aquellos que mastican su miseria día a día son precisamente quienes siembran el odio  y la división entre chilenos. Los que claman por la verdad oficialista son los que niegan la historia y se revelan ante la lectura de un oficio público emanado del propio hemiciclo que hoy ellos comparten y ahí está el gobierno intentando reescribir la historia con la orquesta que han puesto a su servicio los lacayos que tienen enclavados en las universidades de Chile, Católica y Santiago.

La Católica tiene una máquina repetidora de miserias humanas, la radio Beethoven con su programa auspiciado por el Banco Bice, de los señores Matte , dueños de la papelera, la cual Allende intentó expropiar para controlar el papel de diario y que todo Chile gritó “NO la papelera NO“, defendiéndola. Pues bien, ellos auspician el programa Panorama Cultural en que tres veces al día se machaca con las actividades partidistas de la izquierda en distintas áreas artístico- culturales, para conmemorar los 50 años de UP.

Miserable viene de miseria: moral y ética, dos conceptos apreciados de forma distinta tanto por la izquierda como por la derecha pero ambos con interpretaciones filosóficamente equivocadas.

En conclusión estamos frente a la celebración de un fracaso histórico cuyas mentes afiebradas de hoy quieren reivindicar como parte de su proyecto refundacional. El drama es que aparte de ser un plan ejecutado por inacabados mentales, son flaites y ordinarios en que su mejor performance es  celebrar robándole a Ud. mi amigo lector.

Téngalo presente y no se deje engañar por la casta política que pasando por alto la sinvergüenzura, pretenden mantener el poder con un proyecto constitucional espurio, ilegal e inconstitucional.

Aunque toda la derechita cobarde se ponga flecos llamando a apoyarlos  (carta de Jaime Belollio, Isabel Pla, Hernán Larraín Matte e Ignacio Briones) dele su merecido y vote en contra en diciembre, habrá gritado con el alma:
¡Fuera los ladrones !!!

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