Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


“A nuestros oponentes políticos les ofrezco un trato:
Si ellos dejan de mentir sobre nosotros yo dejaré de decir la verdad sobre ellos.”
Adlai Stevenson


Voy a cometer un gravísimo pecado al tener que invertir palabras e hilvanar algunas ideas para referirme a un personajillo que, por cierto, en otras circunstancias habría bastado una total indiferencia a sus sandeces.

Tuve la oportunidad de escucharle una entrevista en una radio de alcance nacional, cuyo conductor se caracteriza por colocarse siempre en el podio del Olimpo pontificando sobre lo verdadero o lo falso, lo bello o lo feo, o el bien y el mal. En ese escenario entrevistó al individuo motivo del título de esta columna, quien para no ser menos ante el Zeus de la comunicación optó por dar una clase de teología.

Y comenzó diciendo que él es cristiano y como tal profesa la fe católica y como tal él “ha leído mucho” sobre los planteamientos de la iglesia Católica y lleva a la práctica diaria sus enseñanzas.

Cuáles serían las enseñanzas que dicho individuo practica: la tolerancia, el diálogo, no clasificar entre buenos y malos, llegar a acuerdos por un bien superior, aparte de otras consideraciones de su quehacer político, para justificar su ferviente y decidido apoyo al nuevo proyecto constitucional.

En dicho planteamiento, ha dejado claro que poco o nada ha aprendido de las enseñanzas de la Iglesia que sin duda centran su atención en la humildad, el amor a Dios y al prójimo y en el valor de la persona humana tanto en dignidad como en el respeto al derecho natural.

Ha dicho que ha leído con atención las enseñanzas de la palabra de la iglesia y en ese contexto ha dejado en evidencia que miente o padece de incomprensión lectora. Para ilustrarlo, si es que ello es posible cuando la ignorancia ha petrificado como roca el cerebro, le recordaré la encíclica Divini Redemptoris, la numero 28 emitida por el Papa Pío XI, que condena el marxismo y el comunismo, emitida el 19 de marzo de 1937.

Esta Carta encíclica es un documento en el cual la Iglesia Católica fija una clara posición contra los enfoques marxistas, por considerar que afectan los principios de la Doctrina Social  de la Iglesia que son:

1- Respeto a la dignidad de la persona humana: por pretender interpretar la acción de la naturaleza humana desde una perspectiva estrictamente materialista, obviando que la Doctrina Social de la Iglesia propugna que todos los hombres son iguales ante Dios y ante la Ley. En este caso el marxismo cree, al igual que los postulados  de Platón, que en la República existen hombres que nacen para ser líderes y otros para ser dirigidos.
Otro aspecto que debe ser cubierto en esta crítica es el frontal ataque del comunismo en contra de la familia  como núcleo de la sociedad y así ha quedado expresamente indicado  en el proyecto constitucional estructurado por Chile Vamos que no le dio tal categoría.

Otra consideración es la Subsidiariedad, tan defendida por la UDI  ya que el estado comunista y su predecesor inmediato el estado socialista tienen entre sus características intrínsecas una clara vocación centralizadora ajena al ideal de federalismo que este principio auspicia. Y así, de común acuerdo, han redefinido Chile como una Estado Social Democrático de Derechos… en otras palabras socialista, con el agravante de la igualdad sustantiva y el término del estado de derecho.

Bien Común: colinda con los límites del Respeto a la dignidad de la persona humana ya que refiere al falso ideal redentor que propugna el marxismo, en este aspecto debe verse al marxismo como una pseudo religión en la cual se propicia un culto a la personalidad del líder que orienta el movimiento, contrario al ideal de justicia social  que propicia la Iglesia y al principio de igualdad ante Dios  y la Ley

Pero uno  de los aspectos más interesantes de este documento pontificio es su crítica frontal a la doctrina marxista, a la cual califica como "intrínsecamente perversa".

Para que lo sepa el individuo diputado, es uno de los documentos fundamentales de la Doctrina  Social de la Iglesia, usado por los movimientos políticos de corte demócrata cristiano, social cristiano y afines, para diferenciarse de las orientaciones sociales de liberales, social-demócratas, socialistas y comunistas

Pero ahondaré más en la ignorancia de este iluminado de la UDI. Esta encíclica forma parte de las doctrinas básicas del magisterio pontificio de San Juan Pablo II, y utilizado para renovar los documentos Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, conocido previamente como Catecismo Social de la Iglesia Católica. Por tanto, es la piedra angular para afirmar la imposibilidad de cualquier movimiento cristiano que se funde en bases marxistas.

Pero es necesario ir más al fondo, no para criticar a este ignorante sino para hacer claridad en la militancia de la UDI y sobre todo en el país completo de fuerte raigambre católica. En el documento  Pontificio  el centro de la crítica se encuentra en el Título II, párrafo 8, en el cual se señalan como peligros del comunismo ateo:

Ideal falso de redención.

Pseudoideales de justicia social, igualdad y fraternidad.

Refiere como núcleo del problema centrar el ideal comunista en aspectos meramente materiales y obviar la dualidad materia - espíritu que es el hombre.

Pero hay más, para una completa comprensión y dejar al descubierto a este falso teólogo de última hora que, desesperado porque no fracase su enconado intento de refundar la República, desconoce la historia:

La encíclica dice así: “Frente a esta amenaza, la Iglesia católica no podía callar, y no calló. No calló esta Sede Apostólica, que sabe que es misión propia suya la defensa de la verdad, de la justicia y de todos aquellos bienes eternos que el comunismo rechaza y combate. Desde que algunos grupos de intelectuales pretendieron liberar la civilización humana de todo vínculo moral y religioso, nuestros predecesores llamaron abierta y explícitamente la atención del mundo sobre las consecuencias de esta descristianización de la sociedad humana. Y por lo que toca a los errores del comunismo, ya en el año 1846 nuestro venerado predecesor Pío IX, de santa memoria, pronunció una solemne condenación contra ellos, confirmada después en el Syllabus. Dice textualmente en la encíclica Qui pluribus: «la doctrina, totalmente contraria al derecho natural, del llamado comunismo; doctrina que, si se admitiera, llevaría a la radical subversión de los derechos, bienes y propiedades de todos y aun de la misma sociedad humana». Más tarde, uno predecesor nuestro, de inmortal memoria, León XIII, en la encíclica Quod Apostolici numeris, definió el comunismo como «mortal enfermedad que se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad humana, poniéndola en peligro de muerte», y con clara visión indicaba que los movimientos ateos entre las masas populares, en plena época del tecnicismo, tenían su origen en aquella filosofía que desde hacía ya varios siglos trataba de separar la ciencia y la vida de la fe y de la Iglesia”

Como es mi interés dejar claro que no existe posibilidad alguna de diálogo, consenso y acuerdos con el comunismo, resumo en la siguiente frase todo lo dicho anteriormente:

El Papa Pío XI reprueba el comunismo bajo tres aspectos: Primero como rebelión satánica destinada a negar el nombre de Dios sobre la tierra;

Segundo como contrario al orden natural, a la naturaleza humana y a la realidad histórica.

Por último, como imposición arbitraria contraria al sentido común.

Bajo estas consideraciones el mentado diputado ha resuelto engañar una vez más a la opinión pública y justificar con ello el acuerdo con el comunismo y el Frente amplio, para en conjunto refundar Chile bajo paradigmas contrarios a nuestra cultura e identidad.

Más claro imposible, la UDI no solo traiciona los valores políticos que fueron la base doctrinaria de su fundación, sino que ahora se permite entregar por medio de uno de sus adláteres una interpretación teológica sesgada del significado de sus traiciones.

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