Por Raúl Pizarro Rivera
En 1960, las abundantes salas de cine del aún pulcro centro de la capital, exhibieron, y con gran éxito de taquilla, la película El Quinteto de la Muerte, una comedia negra de producción británica. La trama es un atraco urdido por un grupo de delincuentes que se hacen pasar por músicos, instalándose en la casa de una mujer que no sospecha de sus verdaderas intenciones.
El objetivo del filme, el engaño, no se diferencia mucho del pobre show que protagonizaron cuatro secundarios servidores de este Gobierno con motivo de la primaria presidencial de la izquierda.
Aunque en ésta no se trató de un quinteto, sino de un cuarteto, los precandidatos intentaron hacerse pasar por palomas de la paz, como si no hubiesen tenido, ni tengan, vínculos con éste, el Gobierno más deplorable de la historia nacional.
Recientemente, la Contraloría General de la República detectó un “desorden fiscal” -¡qué lenguaje más piadoso!- de casi dos mil millones de pesos en sólo año y medio, y exclusivamente en el ítem de contratos, servicios y honorarios. Sólo con este dato, Mario Marcel pasa a liderar el ranking de los peores ministros de Hacienda, ‘distinción’ que hasta hoy recaía en Alberto Arenas -designado por Bachelet- por haber presentado una reforma tributaria en apenas 75 líneas.
La deshonestidad, la ignorancia, la mentira y la nula jerarquía de este Gobierno no tenían por qué dejar de ser el denominador común en estos candidatillos presidenciales de la izquierda, dado que dos fueron ministras y dos son diputados.
Recurriendo a eslogan añejos, y evitando identificarse con los reales colores que representan, las (ex) ministras Tohá y Jara y los diputados Winter y Mulet se abocaron a prometer objetivos que su Presidente no fue capaz o eludió concretar, como la extinción de la delincuencia, tanto gubernamental como callejera.
La falsedad propagandística no tuvo límites y la ex titular de Interior (socialismo democrático), que se negó a empoderar a las policías, ahora anunció que, de llegar a la Presidencia, “lo primero que haré es sacar a los militares a la calle” (¡¡!!) El mensaje dejó atónito a todo el ‘progresismo’. Hasta la Justicia salió en ayuda del comunismo, al reducir a nocturno el arresto domiciliario a Daniel Jadue, todo un ídolo de las bases rojas, porque, según la jueza, “el encierro total le provocaba daño mental”. Aprovechó los días para repartir volantes en favor de Jara.
Como si la situación financiera del país fuese esplendorosa, Hacienda deberá desembolsar $27 mil millones de recursos de todos los chilenos para financiar esta farsa electoral. Tohá se desentendió de su total fracaso como ministra del Interior; Jara intentó abuenarse con los trabajadores a quienes quiso despojar de su 6% extra de cotizaciones; Winter prometió construir viviendas a destajos, las mismas que no pudo hacer su íntimo amigo el Presidente, y Mulet volvió a ofrecer trenes para todo el territorio, siendo que ni siquiera hay uno que conecta Santiago con Valparaíso.
Tohá, quien como ministra era totalmente obsecuente con el PC, esta vez las emprendió en contra de este, mientras su propia madre agradece “todo lo bueno que ese partido hizo por mí”.
Jara, quien como gran mérito se encargó de aclarar que “he trabajado toda mi vida”, se abocó a mostrar un neocomunismo, tierno y bondadoso, definiendo a la dictadura de Cuba como “una democracia especial”… La ex ministra del Trabajo puso mucho énfasis en el “indispensable desarrollo de la cultura”, siendo su propio Gobierno un modelo de incultura. Por si ella no lo sabe, la cultura es “el conjunto del comportamiento social, el de las instituciones y el de las normas que se encuentran en las sociedades humanas”, escenario ignorado por el boricismo.
Winter, tal como en su oportunidad lo hiciera su compinche Gabriel, puso énfasis en atacar a la Concertación, como si a estas alturas alguien tuviera el mal olfato de intentar resucitarla, pese a que -hay que reconocerlo- le dio gobernabilidad al país, todo lo contrario del régimen actual. Por formación, y convencido de que la plata del Estado es toda suya, el frenteamplista prometió que todos quienes pagan arriendos podrán recuperar esos dineros para ocuparlos como pie para la compra de una vivienda. ¡Todo un genio!
A su vez, el regionalista Mulet descubrió, recién, la importancia de la educación de calidad y del vino pajarete, recordando que en septiembre será el Día Nacional de este añejado licor típico del Norte Chico. No obstante, fue el único que en la franja electoral aludió a la obligación de mantener “una democracia liberal”, diferenciándose de la “democracia socialista” a la que, por doctrina adhieren Tohá, Jara y Winter. “Lo más importante de esta primaria -advirtió la militante del PPD- es evitar que gane la derecha”.
Llevada a cabo en medio de una amenaza bélica de estatura mundial, en esta charlatanería ninguno de estos actores secundarios se detuvo a analizar el rol de recomposición de las relaciones internacionales de Chile. Boric se peleó con Estados Unidos, Israel, El Salvador, Argentina, Panamá, Venezuela y Nicaragua y fue muy permeable ante la presión de Xi Ping por “una mayor influencia y presencia de China” en nuestro país: el socio comercial aspira a correr la línea de lo permitido en diplomacia.
A nadie puede extrañar lo ocurrido con esta primaria del Gobierno, ya que fue concebida a la fuerza, con fórceps, para demostrar la “unidad” de los adherentes al régimen y, fundamentalmente, defender los alardeados, aunque inexistentes, “logros” de la peor administración política de la historia.
El absoluto desinterés de la ciudadanía por atender tan básicos discursos y falsas promesas, lo reflejó el peak de mayor sintonía de la franja televisiva: 1.3 millones de espectadores. La izquierda conquistó el poder en diciembre de 2021 con 5 y medio millones de adherentes.
“El que es malvado y perverso anda siempre contando mentiras a sus semejantes” dice un antiguo proverbio de circulación internacional. Esto, y nada más que esto, fue la esencia de tan básica teatralización, la que, ni siquiera, originó curiosidad entre los chilenos. Si éstos no le creen al Gobierno, menos lo iban a hacer con mediocres actorcillos de reparto.
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