Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional
Corrían los finales de los años 60, específicamente 1969 cuando la derecha reorganizada obtiene una alta votación parlamentaria transformándose en un dique de contención en el congreso nacional a los propósitos finales del gobierno de Frei Montalva, incluso negándole el permiso constitucional para viajar a Estados Unidos.
El apellido Alessandri volvía a tener presencia en el parlamento con altas votaciones y cada 4 de noviembre la Plaza de Armas de Santiago se llenaba de adherentes al expresidente Don Jorge Alessandri, solicitando su regreso a la política para proclamarlo como abanderado presidencial para las elecciones de 1970. Alessandria salía al balcón de su departamento de calle Phillips, levantaba las manos en señal de saludo y agradecimiento y se rehusaba a dar una respuesta definitiva.
Los partidos de derecha, Partido Nacional, Democracia Radical y vastos sectores gremiales e independientes cifraban las esperanzas en que el “Paleta” aceptaría finalmente el nuevo desafío.
Se organizaron grupos de cercanos al exmandatario, sus amigos más íntimos, de tal forma de influir en su férrea y dura voluntad para convencerlo de volver, acuñándose el slogan “Alessandri Volverá“. Y fue así, luego de largos intentos, que Don Jorge aceptó el desafío y su eslogan de campaña fue “A Ud. lo necesito“.
Dura lucha electoral frente a dos izquierdistas, uno declaradamente marxista, otro, un colectivista que pretendía profundizar los desastres políticos/económicos generados por su partido que terminaba un periodo de 6 años de gobierno en que la soberbia, el mesianismo y la intolerancia volvieron “la revolución en libertad“ y “la marcha de la patria joven” en la antesala de cuanta toma ilegal y arbitrariedades administrativas, incluida la formación en tres meses de profesores básicos llamados “marmicoc”, (en referencia a una marca de ollas a presión) de lo que sería un posible gobierno marxista. Su mayor “contribución” a la historia política fue haber permitido la creación del grupo terrorista MIR, brazo armado del partido comunista.
Mientras tanto, la prensa amarilla y los canales de la incipiente televisión hacían esfuerzos comunicacionales sobrehumanos para destruir la imagen del expresidente Alessandri.
Llegado el 4 de septiembre de 1970, Allende gana la presidencia de Chile por una diferencia de 34 mil votos contra Alessandri.
El temor se apodera del país y comienza un intenso proceso de negociaciones, ya que de acuerdo a la norma constitucional sería el Congreso pleno el que elegiría al futuro presidente entre las dos primeras mayorías, agudizándose la polarización de país.
La Democracia Cristiana, dividida y con un fuerte resentimiento con la derecha, especialmente con sus componentes conservadores de cuya cuna habían nacido, se da a la tarea de apoyar a Allende influenciados notoriamente por el derrotado candidato Radomiro Tomic, obnubilado desde siempre por las ideas izquierdistas.
Por su parte, los sectores que apoyaban a Alessandri buscaban fórmulas para impedir que el comunismo llegará al poder. Una de ellas fue ofrecer elegir a Alessandri en el Congreso y que una vez ungido presidente este renunciaría para dar paso a una nueva elección presidencial. Así, se conformaría un gran frente común nacional que se opusiera a la opción de la izquierda marxista. Mecanismo que la DC rechazó y optó por un “Pacto de Garantías”, documento estratégico firmado por Allende, sin renunciar ni a una coma de su programa. La ingenuidad y resentimiento de la Democracia Cristiana fueron los responsables de 3 años de la peor experiencia política vivida por una nación, conformada en esa época por 9.783134 habitantes.
Aquí hay un dato muy relevante qué hay que tener presente: hubo un pacto secreto entre los comandos de Allende y Tomic, en el que se establecía que se respetarían el triunfo de uno u otro, aunque fuera por un voto. Sumado lo anterior a la abrumadora abstención de la que se lamentaría Don Jorge cuando sube al 7 piso de su edificio al departamento de su cuñado Arturo Matte, a tranquilizar a sus cercanos muy dolidos por la derrota: “Así es la política, hay elecciones que se ganan y otras que se pierden” fue su frase tranquilizadora, pero incomprensible la abstención sobre todo de sectores nuestros que seguros del triunfo dejaron la responsabilidad en otros y salieron a descansar fuera de Santiago.
La abstención y la falta de apoderados en todo el territorio nacional fue un factor clave en la derrota de Alessandri. Sin duda un factor endémico de la derecha política que se ha visto repetido en otras ocasiones y que ha cambiado el curso de la historia. Aquí la irresponsabilidad nos condujo a tres años de tragedia y muerte, de odio y dolor.
No hubo razón ni camino posible para lograr La Paz y el bienestar de los chilenos, y por tanto hubo de usarse la fuerza y vaya éxito que tuvimos.
El reciente plebiscito con un abrumador rechazo a una refundación total del país de inspiración marxista, envuelta en trapos posmodernos y con una ignorancia galopante de quienes la propugnan vuelve a ponernos en una disyuntiva histórica donde volvemos a encontrar una derecha inconsciente, carente de liderazgos sólidos jugados por el bien de la nación. Vemos con horror cómo avanzan en todo lo rechazado por el pueblo trabajador y soberano el 4S, con una impudicia y arrogancia solo conocida en el gobierno de Frei Montalva y en los aciagos tres años de la Unidad popular en que se hacía tabla rasa con el estado de derecho, y se insiste en un proceso constitucional nuevo.
No hemos aprendido nada y nuestro sector, pasivamente, se entretiene en los chats de las redes sociales dando peroratas interminables, como catarsis personales, tranquilizadoras de conciencia, ya que luego la frase exculpatoria será: “yo lo dije”
A pesar de todo, va prendiendo el clamor ciudadano, va despertando el clamor patriótico ciudadano, vuelven los recuerdos de los gritos de ayer “Alessandri volverá” llenando nuevamente en vastos sectores los mismos ánimos con recuerdos de pronósticos altruistas profundos de una época gloriosa y que fueron realidad con creces “de cada diez chilenos, uno tendrá automóvil, de cada cinco uno tendrá televisor, y de cada 7, uno tendrá teléfono” Pinochet se quedó corto, hoy hay más de un teléfono por habitante y cada 4,7 habitantes hay un automóvil en Chile. Ese es el Chile de hoy, logrado con orden, estado de derecho, defensa de la soberanía, amor y respeto a la familia y, por sobre todo, respeto a la naturaleza del Ser.
Sin embargo, nos agobia el éxito material y se nubla la capacidad de entender el significado de lo que está ocurriendo. Como no cultivamos el espíritu, como no entendimos la importancia de la cultura, hoy estamos entrampados como simples palomas de plaza, que mueven la cabeza a todos lados para distinguir por donde viene el peligro, sin darnos cuenta que está sentado en su mesa, entre sus amigos, en el entorno social que han creado. Está en el colegio o escuela donde le educan al niño. Está en la administración del Estado, donde obtiene luego de una espera eterna el documento necesario para un trámite. Está en la falta y pérdida del sentido de la moral, la ética, y la estética.
Finalmente está en la incapacidad para diferenciar el Bien del Mal y todo lo anterior por dejar de creer en Dios.
Tomemos las banderas de la Patria verdadera y hagamos carne nuestro grito de guerra esculpido en el escudo nacional, defendamos Chile…¡Por la razón o la fuerza !!!
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