Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional
“Cuando en un país reina el orden es una vergüenza ser hombre pobre y común. Cuando en un país reina el caos es una vergüenza ser rico y funcionario”
Confucio
Para mejor comprender el título de esta columna, partiré definiendo lo que se indica en cualquier texto o diccionario al respecto. Me veo en la necesidad de hacer esto ya que el lenguaje políticamente correcto ha hecho estragos en parte importante de nuestro sector, cuyos resultados los vemos a diario en la crítica al lenguaje directo o políticamente incorrecto, impuesta por las normas actuales que apuntan a la dictadura del pensamiento único: Se denomina capitulación al convenio en que se estipula la rendición de un ejército, una plaza o punto fortificado. El nombre capitulación hace referencia a los capítulos y condiciones necesarios para llevar a cabo la rendición.
La capitulación conlleva la rendición de las fuerzas y la entrega del territorio y sus posesiones a los vencedores a cambio de una serie de “condiciones”. Éstas son acordadas por los políticos, líderes o diplomáticos de ambos bandos en disputa y afectan a todos sus subordinados y las condiciones pueden ser amplias: religiosas, civiles, militares. Se evitan enfrentamientos con pérdidas de vidas humanas pero sin embargo la RENDICIÓN significa normalmente una falta de honor y valentía de los líderes y políticos del bando perjudicado por las condiciones y solo se emplea como último recurso, solo por MIEDO a la destrucción total de una de las partes.
Pues bien, desde hace décadas se venía larvadamente incubando la idea de una revolución. Hubo innumerables aprontes callejeros que fueron creciendo con los años, mientras los supuestos líderes políticos ajenos a la realidad sacaban derivadas equivocadas y ponían más calor al caldero que comenzaba su ebullición.
Así, fueron apareciendo distintos organismos de fachada del partido Comunistas, Frente Amplio, Apruebo Dignidad, Lista del Pueblo, Revolución Democrática, Convergencia Social, Comunes, Federación Regionalista Verde Social, etc., como también nuevas ONG.
Los activistas estudiantiles fueron elegidos parlamentarios, se fueron creando falsos cabildos, se incrementó la relación narco terrorista, fueron organizándose las minorías étnicas, de género, ecologistas, feministas, animalistas, ambientalistas. Se estableció un foco de conflicto terrorista en la zona de la Araucanía y se comienza, con el alto auspicio del gobierno de izquierda de Bachelet, un proceso de inmigración irregular (aviones cargados de haitianos con carpetas amarillas en sus manos que aterrizaban de noche y sin control alguno).
Una caldera que comienza a ebullir y a la cual los grupos ya mencionados comienzan a agregarle las demandas sociales, preocupación de la gran mayoría de chilenos que sin mayor responsabilidad pensaron que sus problemas personales podrían ser resueltos si apoyaban estos llamados a la no discriminación, a la dignidad, a la igualdad, a terminar con el estado opresor, y destruir definitivamente los agentes del estado encargados del orden público. Agregando: “no más AFP” o “la propiedad para quien la trabaja” o “educación gratuita y de calidad para todos”. Mientras, la Presidente de Chile inauguraba en sus discursos el lenguaje inclusivo todos, todas, todes y un largo etc.
Entre otros, estos fueron los ingredientes echados al caldero que explota el 18 de octubre del 2019, con una masiva marcha “pacífica” en que los ingenuos chilenos salieron a la calle a apoyar las supuestas “exigencias sociales” los ingenuos retornaron a sus casas aplaudiendo el logro de convocatoria, mientras se dejaba caer sobre Chile una nube negra de odio que trajo consigo un baño de destrucción y muerte.
La Plaza Baquedano fue el símbolo elegido por su emblemática ubicación e historia y donde se ubicaba la estatua del héroe responsable del triunfo nacional en la Guerra del Pacífico y símbolo consolidador de nuestra soberanía. Ahí, por razones de la ideología que preparó la revolución, había que marcar territorio y destruirlo.
Muerto el símbolo llegó la capitulación el 25 de noviembre de manos de Sebastián Piñera y una lista de políticos llamados de “centro derecha”. Destaco a la hoy senadora Núñez, a los hermanos Pablo y Felipe Kast, los hermanos Ossandón, a Eguiguren, Olivera, Torrealba, Sabat, Codina, Alessandri, Delgado, Lavín, Larraín Mate, Desbordes etc. etc. quienes junto a Boric el actual Presidente y activo participante de las movilizaciones incluso en Plaza Baquedano, firmaron el otro más grande engaño al pueblo de Chile, el Acuerdo por La Paz y Nueva Constitución. El anterior, 50 años atrás, fue el de las Garantías Constitucionales con que la Democracia Cristiana le entregó Chile al marxismo.
Diferencia ninguna, solo la estrategia y ahora, como colorario de esa rendición, Boric es presidente de Chile y La Paz no llegó y la nueva constitución es un engendro que se arma por 155 miembros de una Convención Constitucional que redacta el programa de gobierno del Frente Amplio, como un sistema permanente y sin contrapeso de ninguna especie.
En términos simples, la capitulación de Piñera y la derecha cobarde nos puso en manos de un camino que conduce al triunfo de la revolución, con la implantación de un régimen totalitario.
Reunir y conjugar todos estos antecedentes a la vista y paciencia de todos es escribir creando odio y división. Es no comprender que el País cambió y por tanto hay que cuidar las maneras y el estilo. No importa que la cabeza ya esté puesta en la guillotina y otros esperando en el cadalso. Ante ello, a los amarillos e ingenuos les digo recordando a Angel Nevernet-Lancaster:
“El caos del hombre es la derrota de Dios”
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