Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional
“Chile el país andino famoso por el acento peculiar de sus habitantes y sus vinos exquisitos, ha sido el más próspero y desarrollado de Sudamérica por los últimos 30 años.” Así comenzaba una columna publicada en un medio Boliviano.
No cabe duda que el periodista tiene razón, todos los indicadores económicos y sociales han ubicado a Chile en el primer puesto de la región, superando por amplio margen a sus grandes vecinos: Brasil y Argentina.
Es así como, indiferente del sector o rubro que se analice, nuestro país lidera Comercio, Salud, Educación, Vivienda, Infraestructura, Seguridad, Transparencia, Institucionalidad, Empleo, Agro, Transporte, Moneda, Prensa, Justicia, Ciencia, Régimen Tributario, Industria, Alternancia, etc. Eso sin mencionar el desempeño de su PIB, e incluso sus índices en materia de DD.HH.
Es verdad que existen problemas que van de la mano con el desarrollo y que generan conflictos sociales y que una derecha torpe no supo o no quiso advertir. Y no sólo eso, nunca entendió que se estaba frente a un nuevo socialismo, ese que no cree en la lucha de clases y que busca el mejor camino para desintegrar la sociedad: la familia, dejando pasar y apoyando cuanta ley apuntara en esa dirección. Era necesario y conveniente ser vanguardista y aparecer liberal.
“Chile siempre fue el país al que todos los sudamericanos soñábamos con mudarnos. El país donde todos queríamos estudiar, al que todos acudíamos a curarnos, al que todos envidiábamos y admirábamos por igual“ y continuaba el articulista indicando “Chile fue el país que cada año nos regalaba eventos como el Festival de Viña del Mar, el único país que jamás reelegía a sus presidentes, el fantasioso país donde sus policías no aceptaban soborno, la tierra de las deslumbrantes aerolíneas, la nación que logró construir carreteras de primer mundo en medio de las montañas nevadas más inhóspitas.”
¿Pero qué le pasó al chileno? Sin duda, al igual que todo adolescente rico que desconoce lo duro que trabajaron sus abuelos para heredarle tanto bienestar, el Chile hippie de hoy en día está aburrido de vivir bien y quiere experimentar la aventura socialista.
“El Chile de 2021 está decidido a hacer un gran giro en su estilo de vida, y replicar la poética Constitución Plurinacional, Despatriarcal, Descolonial, y Desimperial boliviana.
Chile ha dado el primer paso para convertirse en un país de izquierda, y el domingo 19 pasado eligió a un joven de férreas convicciones comunista como el nuevo Presidente Electo.”
Y no sólo eso, Chile ha elegido anteriormente - por abrumadora mayoría - a elementos marxistas para que redacten su nueva Carta Magna; una que reemplace a la anterior "neoliberal", capitalista, opresora, caduca, malvada, anticuada, y nada cool.
Veremos a partir de marzo si Chile se pone boina roja, levanta el puño, y grita: “Por la Razón o la Fuerza” que esta vez será para intentar borrar la historia y refundar la Patria.
¿Qué tenemos que hacer si este es el diagnóstico de especialistas extranjeros?
Como toda enfermedad hay tratamientos, unos paliativos si es incurable u otros curativos. Como se trata de una enfermedad que afecta el alma del Ser Nacional tenemos que saber curarnos con vacunas de efecto rebaño y potenciar todos nuestros mecanismos inmunológicos, dejando de lado males endémicos como la soberbia ,la ambición, las falsas creencias de que la libertad funciona sola, estudiar en profundidad los fenómenos sociales y con sólidos argumentos salir a conquistar todos los espacios posibles. Si la derecha ha sido capaz en el mundo de dar bienestar y progreso, hoy más que nunca se necesitan voluntades que hagan posible que este periodo incierto pase rápido y lograr en 4 años más una fuerza arrolladora con líderes sólidos y con visión de estadistas.
Y jamás olvidar donde está la mayor fortaleza “todo lo bueno de la civilización occidental, desde la libertad individual hasta las artes se debe al cristianismo”
¡Nuestra carta de triunfo!!!