Cristián Labbé Galilea


En la vida del ser humano siempre hay sorpresas. En cualquier momento surgen imprevistos, positivos o negativos, que lo “descolocan” o lo “dejan marcando ocupado”; es el gran misterio de lo impredecible donde no hay mucho que hacer excepto prepararnos para lo que nos depare el destino. ¡Es la salsa de la vida!

Acierta mi crítico lector cuando califica lo dicho “de Perogrullo", ese personaje del folclore español al que se le atribuían obviedades como "Cuando el gallo canta, es porque abre el pico”; pero “erra el tiro” cuando lo dicho no se refiere al ciudadano de esta “larga y angosta faja de tierra” para quien ha desaparecido el asombro y se ha instalado la resignación.

Sin ir más lejos, esta semana el país debió quedar “épaté” al escuchar al Lonco Víctor Queipul desafiar a La Moneda asegurando que repelerá cualquier intento de ingreso a Temocuicui, territorio que el Presidente declaró “terreno liberado” cuando era candidato el 2016. Más sorprendido debió quedar cualquier compatriota cuando el Embajador chino Niu Qingbao exigió públicamente al gobierno “castigo severo" y "compensaciones", a raíz del atentado terrorista incendiario en las obras de la central Rucalhue.

En el caso del Embajador chino, sorprende que sea el representante de un Gobierno Comunista quien emplace a nuestras autoridades a adoptar medidas para garantizar la confianza, la estabilidad y la seguridad que requieren las inversiones extranjeras. Bochornoso, por decir lo menos, especialmente si el oficialismo y algunos pocos “señores políticos” sólo han hecho tenues condenas, amenazando que “se perseguirá a quienes resulten responsables” ¡Pamplinas!

Si lo anterior parece delicado, la declaración del Lonco Queipul resulta extremadamente grave, porque constituye un manifiesto acto subversivo cuando explicita su disposición, voluntad y decisión de desafiar y desestabilizar el orden establecido en lo político, social, institucional, legal, y también en lo militar.

Sin ningún respeto por el estado de derecho, y sin costo alguno, este terrorista declaró que fue él quien impidió a la entonces ministra del Interior, Izkia Siches, la entrada a Temocuicui, y que fue él quien también dio la orden para impedir la entrada a la zona de los funcionarios del censo 2017 y 2024.

Si lo anterior, no genera drástica reacción del Gobierno y políticos, incluidos candidatos a la Presidencia, es posible esperar insospechadas proyecciones. Ante lo dicho, cualquier autoridad en su sano juicio habría reaccionado inmediata y drásticamente cuando el Lonco Queipul declaró que no permitirá el ingreso a la zona y además desafió al Estado al decir: “lo hemos hecho y lo vamos a seguir haciendo”.

En definitiva, esta situación pone en jaque la Soberanía Nacional, poder supremo y exclusivo del Estado para ejercer su autoridad política, legal y administrativa dentro de sus límites territoriales… en cuya defensa no caben ambigüedades ni tibiezas; por lo tanto, no se sorprenda mi atribulado lector si esta pluma estima que, ante una agresión como la descrita, no hay más camino que actuar “por la fuerza” … ¡En Temocuicui no caben medias tintas!

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