Por Raúl Pizarro Rivera


La actividad más espontánea de la humanidad es el hablar, simplemente porque expresarse carece del más mínimo costo. Pero, el hacerlo conlleva efectos que pueden implicar un precio altísimo.

Para evitar el costo de una expresión de cuestionable contenido, la Academia de la Lengua recomienda tener presente, siempre, la importancia de la responsabilidad y de la veracidad de lo que se dice, evitando caer en la mentira.

Las normas básicas de la intercomunicación humana le endosan a la palabra un gran impacto en las relaciones interpersonales, en la reputación, e incluso en la salud emocional.

La palabra es el medio más recurrente para la mentira, y estudios de investigadores acerca del tema, dan cuenta de que los seres que más engañan son los niños -ello, fruto de su natural inocencia-; luego, los delincuentes en sus confesiones y, por último, los políticos, éstos de modo consuetudinario: engañan adrede y planifican la falsedad que van a decir, todo en función de un interés propio o colectivo afín. Incluso, fueron indagadas las razones que los inducen a mentir: por protección personal, por manipulación de acontecimientos o para la obtención de beneficios.

Las investigaciones sobre la materia dicen que “se miente para evitar situaciones adversas o de rechazo; para crear una mejor imagen de sí mismo o de otro; para eludir la atención de la gente y/o para conseguirla”.

Lo que a continuación se consigna es un misil de mentiras, engaños, engatusamientos y distorsiones que están siendo descargados por los políticos sobre una ciudadanía incrédula de tanta falta a la verdad:

  • Carolina Tohá, ex Vicepresidente de la República, anunció que le presentará al país un completo plan de seguridad, siendo que sus tres programas de Calle sin Violencia, mientras estuvo en Interior, fueron un total fracaso;
  • Gonzalo Winter, precandidato del partido de Boric, anunció que presentará ¡un gran programa de desarrollo del país! “para fortalecerlo y engrandecerlo”, siendo que como diputado del FA bombardeó cuanta propuesta no estuviera en línea con “el progresismo”;
  • Jeannette Jara llegó hasta la impudicia y la traición doctrinaria, al ofrecer su renuncia al PC “porque el chileno no vota por los comunistas”, para retomar su militancia después de las primarias;
  • Paulina Vodanovic, auto considerada “ídola” de la politiquería de izquierda y adoradora de Bachelet, anunció que su candidatura “llegará hasta el final”, pero a los pocos días renunció “en beneficio de la unidad”, evitando referirse a que la obligaron a bajarse por los coletazos de las dañinas esquirlas de los casos Allende/Fernández, De Rentería y Monsalve y porque no logró superar el 1% de adhesión;
  • Un gesto muy poco creíble fue el de “la familia de Piñera”, que se hizo presente en el 99° aniversario de Carabineros, siendo que fue el ex Presidente, puesto de rodillas por la izquierda, quien, tras el vandálico estallido, minimizó a la institución, le quitó poder y autoridad, la desmoralizó y la envió a clases de ética y derechos humanos;
  • Del más puro cinismo fueron las expresiones del ministro de Seguridad, Luis Cordero, quien calificó de “extremo peligro” el funeral de un líder narco en Quilicura, cancelando todas las actividades cívicas y escolares en la comuna para darle vía libre a los traficantes de drogas y drogadictos;
  • Falto de ecuanimidad y de objetividad, el mismo Cordero acompañó a Santa Bárbara al embajador chino a comprobar los daños del atentado a una central de capitales pekineses y jamás se ha trasladado a informarse de los daños a empresas forestales chilenas a manos de terroristas de izquierda;
  • Sin que se le moviera un solo cabello de su barba, el desafectado jefe de asesores Miguel Crispi calificó de “mentira” que Isabel Allende hubiese presionado al Gobierno para la compra de la casa de su padre, siendo que la PDI posee un audio -ya difundido- en que él le cuenta a su madre Claudia Serrano (PS), que la ex senadora “tenía chato hasta al portero con sus presiones”.
  • Alberto Undurraga, el calvo y desconcertante presidente DC, partido con sólo un 5% del 85% de la votación electoral, trató de explicar lo siguiente: “no fui en la primaria del Gobierno, porque en ella estaba el PC, pero sí estaré con el socialismo Democrático, y queremos hacer un pacto, y si cuando estemos juntos y se materialice un solo bloque donde esté el comunismo, bueno, eso ya es otra cosa”….¡Uff!;
  • Fue una maniobra incalificable la de los presidentes de RN, Rodrigo Galilea, y de la UDI, Guillermo Ramírez, de asegurar que “serán Matthei y Tohá quienes pasen a segunda vuelta”, ello en un claro afán de “ningunear” a los únicos dos candidatos de derecha plena, ignorándolos. Peor aún, contribuyeron a inflar la moral de la izquierda con el (falso) empujoncito a Tohá, quien no consigue repuntar en las encuestas. Esta treta, al menos del titular de RN, es coincidente con su postura de que “cuando seamos Gobierno, nosotros sí que vamos a tender puentes con la izquierda);
  • Estas mismas expresiones desvirtúan automáticamente la aseveración del flamante generalísimo de Matthei, Diego Paulsen, en cuanto a que “la nuestra es la única candidatura de derecha capaz de asegurarle gobernabilidad al país”: al ser piñerista no es de derecha/derecha y, segundo, ¿su extinto inspirado gobernó a pleno el 2021, cuando el Parlamento se apropió de sus atribuciones y no fue él quien devolvió La Moneda al marxismo?;
  • Todo un profesional de la mentira desde que asumiera, el top one de los embusteros sigue siendo Gabriel Boric. Un habitué de las falsedades, ni se inmutó para asegurar que “recién el 2 de enero me informé del problema con la casa de Salvador Allende”, siendo que el 31 de diciembre de 2024 ya estaban en una caja de fondo de una notaría la escritura pública de compraventa y el vale vista por $1.100.000. Sin un Decreto Supremo con la firma del Mandatario jamás hubiese concluido su trámite.

Cuando a Boric se le consultó con cuál de los postulantes de la primaria del Gobierno se identifica más, respondió que “¡Mi candidato es Chile! No sorprende que él esté del lado de su gran obra, de su hipotético legado: un país destruido, empobrecido, casi saqueado y entregado a la impunidad de una criminalidad sin control ni combate.

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