Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


A media tarde de ayer fallece una de las mujeres más notables del siglo XX en nuestro país, a la edad de 98 años. Sin duda una larga vida plagada de grandes satisfacciones y de igual modo de ingratitudes, odios y venganza de parte de sus enemigos políticos. Los que estuvieron cerca del gobierno de su esposo el Presidente Pinochet no lo hicieron mejor, incluso a pocas horas de su fallecimiento, emitiendo mensajes con cálculos electorales mezquinos. Esta no es una característica natural del ser humano; pareciera que es la raza la mala. En los países con cultura milenaria se honra a los muertos y se deja la tranquilidad necesaria para que sus familiares y amigos hagan el duelo y encuentren la resignación.

Aquí, en un país que ha perdido la moral, que solo busca la venganza y el odio, no es posible encontrar ese momento de paz con Dios, nunca será permitido. Téngalo claro y no lo dude.

La muerte de la Sra. Lucia ha permitido ver con claridad cómo un sector del país celebraba su muerte, los mismos que bailaban y gritaban “la venganza será terrible” eran los partidarios de la manifestación de cierre del candidato del partido comunista.

Pero Dios escribe recto sobre renglones torcidos sus designios, la misma fecha, hace más de 200 años, coincide con los nacimientos de Ludwig van Beethoven en 1770 como también con el nacimiento de la escritora británica Jane Austen en 1775 como también fallece en 1859 el lingüista alemán Wilhelm Grimm. Tres nombres que pasan a la inmortalidad por sus obras La Eroica, El Emperador, El Himno a la Alegría son algunas de las composiciones que resuenan en los oídos de los amantes de la gran música o los famosos libros Sensatez y Sentimiento, Orgullo y Prejuicio, Emma y tantos otros de la gran escritora británica y como no recordar la Cenicienta o Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.

Sin duda no pretendo comparar el talento de estos personajes con la normalidad de una ilustre mujer chilena, pero sí decir qué pasa a la historia por haber dignificado el rol de la mujer y haberla conducido a la participación política desde el patriotismo, desde la entrega voluntaria al servicio de los más necesitados y, lo más importante, haber influido en su marido para que asumiera un rol protagónico en la derrota del comunismo.

Ella sabía de ello, se había criado en la política, su padre Senador y Ministro de Estado, Vicepresidente de la República. Supo desde niña los avatares de la política con sus virtudes pero también con sus traiciones y deslealtades.

Para todos los que tenemos memoria y agradecimiento, mi homenaje a viva voz. Jamás claudicaré por temor a la izquierda y menos al odio del comunismo.

Señora Lucia descanse en paz, la historia verdadera se encargará de hacer su parte.

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