Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Desde los comienzos de la filosofía Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos otros desde hace 2500 años en adelante se han plateado la búsqueda de la verdad como fin último del hombre. 

Es así como aparece la palabra griega Alétheia, verdad, concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y a la realidad. Aquello que es evidente haciendo también referencia al des-ocultamiento del Ser.

Pero con el fin de ir formando una opinión más ilustrada del interés que me motiva, quiero hacer algunas reflexiones que permitan entender mejor porque nos interesamos en hacer luz sobre la importancia de la filosofía y entregar ideas para mejor influir en la política y los políticos actuales, tan carentes no sólo de ideas sino que de conocimientos para enfrentar los desafíos de una sociedad que clama por la importancia de la persona y su rol en la comunidad, como de la sabiduría que se necesita para regir sus destinos.

Pues bien, a partir del siglo VI A.C. con pensadores que además en muchos casos eran científicos, teólogos y políticos, la Filosofía significa según su etimología; AMOR a la sabiduría, proviene de la palabra griega “Sofía”, que quiere decir sabiduría, una verdadera distinción para los filósofos, colocándolos en los sitiales más altos de los estratos sociales.

La filosofía mantenía su importancia en el estudio de los problemas fundamentales tales como: la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente, y el lenguaje. Estos estudios han encaminado e influenciado la historia para formar lo que ahora vivimos como sociedad y las conclusiones de filósofos como Aristóteles, Pitágoras, Sócrates, Platón y otros se siguen enseñando y viviendo en la actualidad a más de 20 siglos de distancia temporal.

El aporte de Sócrates lo quiero resumir solo en un término: mayéutica, la cual trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento. Pero si hay algo también medular que destacar de las enseñanzas de Sócrates es la cuestión moral del conocimiento del bien, dando un giro a la filosofía griega de su tiempo al dejar de lado las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. Es el primer paso para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud, consistente en la aceptación de la propia ignorancia.

Platón, discípulo de Sócrates, se entregó de lleno a la academia escribiendo en forma de diálogos múltiples textos sobre los más variados temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, metafísica, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación.

Para Platón la verdad es el bien, en este caso la felicidad, donde también entra la virtud que para él es lo que se razona, entonces el hombre siempre busca la verdad en su vida.

Aristóteles, alumno de Platón durante 17 años, fue un filósofo que escribió más de doscientos libros, de los cuales se conservan treinta y uno, formulando la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia, etc. Algunas de sus ideas novedosas para su tiempo hoy forman parte del sentido común de muchas personas.

Su concepto de la verdad se basa en la verdad práctica, la que se da en el hombre gracias a que surge dentro del alma una opinión verdadera y simultáneamente una acción recta. Lo falso en la esfera de las acciones se produce, por el contrario, con el surgimiento de una opinión falsa y una acción no recta. Es una relación entre la metafísica y la lógica.

La falta de estos conocimientos y los de posteriores filósofos que influyeron para ir consolidando nuestra cultura, hace que hoy en día la verdad se convierta en un concepto relativo, ya que impera el relativismo impuesto en sectores fundamentalmente liberales que sustentan sus planteamientos en ideas propuestas por los posmodernistas y sus teorías deconstructivas de la estructura social, sus valores, creencias y tradiciones. Son aquellos liberales de izquierda y de derecha que creen en la individualidad de la persona y desprecian la comunidad.

Una comunidad es la condición natural del hombre, así se organiza históricamente desde tiempos pretéritos, es su condición gregaria que se desprende del derecho natural. Quienes han adorado el Dios de la individualidad para sostener el valor de la libertad como herramienta de satisfacción material, no sólo han cometido un grave error sino que han abierto la llave del hedonismo, del egoísmo, de un mundo sin respeto por las reglas, de un mundo donde impera la ley del “todo vale”.

Todo lo anterior tiene sentido, ya que por las razones expuestas la verdad pasa a ser un accesorio que se utilizará según la conveniencia de grupos políticos o sociales y por tanto, en esa lógica, la mentira y lo falso tienen el mismo valor.

En este contexto, si miramos nuestra sociedad chilena que se revuelve en un cúmulo de indefiniciones, que se deja llevar por la lógica del todo vale, sería bueno que pensáramos por un instante cuán necesario es para la tranquilidad del espíritu saber que busca la verdad y para ello solo se necesita volver a creer, volver a valorar. Recrear nuevamente los vínculos de la amistad. Fortalecer su esperanza y sobre todo poner en la balanza los grandes valores que nos hacen dignos como seres humanos: la dignidad, el bien, la belleza y sin duda la verdad. Si se da cuenta que ello pesa fuerte en su balanza, habrá encontrado la opinión verdadera y el camino para una acción recta como lo dijo hace más de 2000 años Aristóteles y por tanto tendrá la virtud de construir futuro, porque también se habrá conquistado paz.

La mentira y las caretas de última hora solo sirven para disfrazar el odio y la destrucción de la que han dado muestras desde sus orígenes, careciendo del soplo del divino, del cual todo hombre que conoce el bien está hecho.

Los hechos son indesmentibles, avanza felizmente la razón y la verdad y muchos de los que quieren usar la mentira como medio de comunicación van siendo aplastados por la realidad.

No lo olvide, la filosofía, excluida de las aulas por intereses políticos, es fundamental para el bien pensar y el mejor decidir.

¡De usted depende, las cartas están sobre la mesa!

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