Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


Miguel Ángel entre muchas otras obras usando rocas de mármol, esculpió una de las dos más famosas y bellas obras de arte. Una El David, expuesta en La Galería de la Academia en Florencia, de la misma manera como esculpió la Pietá, maravillosa y única, que está ubicada al ingreso de la Basílica de San Pedro al lado derecho mirando al altar mayor.

Giorgio Vasari, quien fuera arquitecto, pintor y escritor, considerado uno de los primeros historiadores del arte, describió a la Pietá con las siguientes palabras:

"Es una obra a la que ningún artífice excelente podrá añadir nada en dibujo, ni en gracia, por mucho que se fatiguen, en fortaleza, en poder de finura, tersura y cincelado del mármol".

Vasari publicó en 1550 la primera edición de Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, y constituye un documento inigualable para el conocimiento del período artístico y lo más importante es que los juicios artísticos que vertió mantienen su plena validez.

Pero para mejor ilustrar con algo que todo el mundo conoce, Vasari como arquitecto sobresale con su obra principal el palacio de los Uffizi, en Florencia, sede de uno de los museos de arte clásico italiano más importantes del mundo.

Traigo esto a colación para contarle que en el museo  de Los Ángeles han ubicado una roca de 340 toneladas y han gastado 10 millones de dólares en su performance artística. Así, de ésta forma, ha decaído el sentido estético del arte y se profanan los lugares de culto del verdadero arte con basura.

Por siglos, obras sublimes han enriquecido a occidente por su belleza. Ahí tenemos El Nacimiento de Venus de Botticelli, La Mona Lisa de Leonardo, las Meninas de Velásquez, El entierro del conde de Orgaz del Greco, La Ronda Nocturna de Rembrandt, la Virgen y el Niño con Santos de Bellini, Narciso de Caravaggio, Vía Láctea de Rubens y cientos y cientos de grandes obras que inspiran y transportan a la dimensión superior del alma.

Maestros tras maestros, de la talla de los nombrados y de otros muchos, nos han llenado de inspiración, nos han engrandecido llevándonos a la introspección, exigiéndose para lograr ello, a sí mismos los más altos estándares de calidad y exigencia y, a través de las diversas generaciones, lograr la perfección mostrándonos cada uno de ellos la plenitud de la belleza.

¿Pero que pasó camino al siglo XX? ¿Qué pasó con la inspiración, la profundidad y la belleza? Ellas fueron reemplazadas por lo nuevo, lo diferente, lo feo. Estas manifestaciones inundan el arte moderno en donde las consideraciones de la perfección estética fueron expulsadas, al revelarse como expresión de cambio a lo establecido.

Con esa lógica surgieron los Impresionistas quienes, cualquiera que hayan sido sus intenciones, sembraron el relativismo estético al oponerse al convencionalismo de la Academia de Bellas Artes y al indicar que "la belleza está en el ojo del espectador".

Hoy todos aman el impresionismo. Admiramos obras de Degas, Monet, Pizarro, Renoir etc. pero de lo que no se han dado cuenta y por esos nos gustan a la gran mayoría, es que siendo los primeros en ésta revolución estética, mantuvieron en sus obras el diseño y la ejecución disciplinaria.

Ahí tenemos, "El almuerzo de los remeros" de Auguste Renoir o "Le déjeneur sur l'Herbe" de Édouard Manet o el famoso "Eres" de Claude Monet, obras que mantienen las características de una obra trazable. Lo mismo ocurre con los chilenos Juan Francisco González, Valenzuela Llanos, Pedro Lira, Valenzuela Puelma y tantos otros en que, tal como lo describe el importante historiador del arte Jacob Rosenberg,"la calidad del arte no es una cuestión de opinión personal, sino una alta disciplina objetivamente trazable"

Luego de los impresionistas, donde ya dije hay obras genuinamente sujetas a los estándares clásicos sobreviene un declive cada vez más pronunciado en que finalmente se impone la teoría del criterio personal por sobre los estándares universales de las bellas artes.

Las normas universales nos han dado en pintura el Nacimiento de Venus o en escultura, la Muerte del Gálata, en cambio el relativismo estético nos ha dado "La Santa Virgen María" realizada con estiércol de vaca y aderezada con imágenes pornográficas o "Petra", una escultura representada por un policía en cuclillas orinando rodeado por un charco de orina sintética.

Esta es la profunda diferencia por la que estamos levantando nuestra voz. El respeto a las normas universales del arte frente al cultivo de una expresión que atenta contra toda norma del buen vivir, del buen gusto y del amor por la estética, la moral y el orden.

Un destacado profesor de arte hizo el siguiente experimento didáctico con sus alumnos graduados para determinar la calidad. Les mostró y pidió sus opiniones de un cuadro de Jackson Pollock. Luego de un entretenido cruce de opiniones, les aclaró que el cuadro analizado era su delantal usado en el taller de pintura.

La culpa de todo ello no es sólo de los artistas, aquí también están involucrados los museos las galerías y los críticos.

Que hacer frente a esto, solo cosas de sentido común: No financie ni visite museos que relativicen el arte. No compre en galerías que al fin de cuentas son un negocio como cualquier otro, para que por el imperio del buen gusto dejen de vender basura. Y a los críticos, combátalos con argumentos y apoye a todos aquellos que levantan su voz para luchar contra la cultura de la muerte.

.